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En un rincón inadvertido: unos poemas de José Manuel Mora

Gabriel Insausti

Algunos poemas de José Manuel Mora

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Gabriel Insausti, “En un rincón inadvertido: unos poemas de José Manuel Mora,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1696.

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Title

En un rincón inadvertido: unos poemas de José Manuel Mora

Subject

Poesía

Description

Algunos poemas de José Manuel Mora

Creator

Gabriel Insausti

Source

Nueva Revista 121 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

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LÁMPARA MÁGICAEn un rincón inadvertido: unos poemas de José Manuel MoraGABRIELINSAUSTIUno se decide a abrir este hueco entre la letra impresa de una revista porque necesita respirar. Entre tanta prosa que corre a la zaga de la actualidad—otro nombre para lo efímero— de pronto se abre una ventana y vemosalgo que no creíamos que estuviera ahí. O que quizá ha estado siempre,pero no habíamos caído en la cuenta, distraídos con nuestras prisas, nuestros quehaceres y nuestros yas. Sí, de pronto, en un rincón inadvertido,algo empieza a suceder, y parece que somos los primeros, tal vez los únicos en contemplarlo. Parece que esa hoja que brota, ese chiquillo quejuega, ese papel que el viento hace revolotear un rato, existen para que losmiremos un instante, y en ese instante se crucen el tiempo y algo que parece eterno.Uno quisiera que esta sección de Nueva Revistafuese como esa ventanay que en ella el lector pudiera asomarse al patio de unos pocos poetas comoJosé Manuel Mora. Poetas que saben que su oficio, pese a que algunos parecen haberlo olvidado, no es hacer ruido. En todo caso, música. Sólo poreso, por esa voz discreta y paciente con la que José Manuel va escribiéndolos, vale la pena asomarse a esa ventana y descubrir ese mundo de sueños,recuerdos y promesas que se dibuja en sus versos.140NUEVA REVISTA 121VeranoHa llegado el veranoy hasta mi buhardillaasciende su promesa. Escucha: es el teatrodonde trina el vencejoy tizna las fachadas somnolientas.Recuerda aquel verano,el de las bicicletas, el de dudasy tardes insolubles, o el otro con acentosy soles extranjeros, o aquel de la romanzasin palabras insomne entre la yedra.Eran,era y soy y estoy y estaban...Mira: tiemblan las hojas, ha llegadoel verano.PartidaCuenta Plutarco que Alejandro el Grande,al dejar Macedonia y partir hacia Asia,reunió a sus deudos y repartió sus bienes.Lo que les dijo bien pudo haber sido:«Quedaos con los vinos aromáticos,los sones jonios, lidios, los augurios,las ruinas de Tebas, todavía calientes,la ciencia y la prudencia de Aristóteles.Os dejo a un hombre sido, que ya fue,os dejo en una urna de recuerdoscenizas de Alejandros que nunca llegarán.A esta fiebre humana, este furor divino,le queda la esperanza».141FEBRERO 2009El mal sueñoPara Juan Manuel Bonet«Los descargadores en Arles»V. van GoghHan pasado los años, hoy he vuelto a Arles.El bullir de la tarde bajo un cielo tiznado,el pasaje de sombras que faenan las sombrasde los estibadores, señalan sin dudaque es aquí donde estuve.Pero yo,que he venido a cruzar como entoncesel Ródano inmóvil, no soy ya quien mirabacrepitar la otra orilla, y vacilo ante vocesque me cierran el paso y susurran sombrías:«Ya cruzaste una vez; ahora duerme y olvida».142NUEVA REVISTA 121Rydal WaterHay una rinconada en el Lake district,la llaman Rydal Water, apareceen los poemas de Wordsworth. Recuerdoel ascenso, la cordillera mansa,en herradura. Arriba, ya sóloun duro cielo, la hierba castigadadel verano, los versos de un poema.Para ver Rydal Water recorríla herradura, sin fin, como el cansancio,me asomé con los ojos del asceta:estaba, y no estaba, la corriente,la isla recoleta, el robledaloscuro, los alisos con la presencia opacaque cela allí el ser mismo de las cosas.Estaba y no estaba. Quién.De noche,a salvo nuevamente entre rutinas,supe que nunca más vería Rydal Water,aquel reflejo ajeno en la miradadel extraño que siempre va conmigo.DespertarVultum tuum, Domine, requiram.Ps. XXVILo ves: he despertado y hace el fríode mentiras antiguas. Es una cama ingratade hospital, es de noche. Sobre la silla duermenmis ropas desgastadas,y sobre la mesilla un vaso y dos monedas,mi alma vieja.Nada más:tan sólo busco en la pared desnudaun rostro, el tuyo, con el que cubrirme.143FEBRERO 2009Una poética hacia el don JOSÉMANUELMORADice el Eliot de los cuartetos que «lo nuestro es siempre intentarlo el resto no es cosanuestra». La poesía como intento sin desmayo me parece una poética excelente. Dealgún modo raya en la conciencia de la limitada condición humana: algo tan misterioso que, paradójicamente, nos da el envés ilimitado de la misma condición.Dónde comienza, dónde termina la persona a quien amamos, se preguntaba Gabriel Marcel. Un buen poema participa en este estado: reblandece sus fronteras, setorna atmosférico, como un aroma, o una melodía; va en nosotros, y nosotros en él;transfigura las dicotomías dentrofuera, objetivosubjetivo, lo otrolo mismo: instaura cordialmente nuevos planos; invita a otro modo de ser, invita al ser. Si la poesíano nos despertara con la aldaba insobornable del ser, ¿para qué entonces?¿Pero qué ser? Qué difícil pregunta: aquí sólo podemos tantear, gustar, volver milveces. Como el poeta, como el lector, como el viador en suma: en tránsito perpetuohacia el misterio, apuntando a una presencia que redima nuestra soledad. Si la poesía no aspirara —aun ciegamente— a ser juntamente Beatriz y la humildad de Beatriz, si en su hacerse y leerse fuera intransitiva, se agotara en su estrecho claustro,no invocaría el don, ¿y qué es una vida sin don? De ahí que sólo nos quepa el intento, el resto no es cosa nuestra.144NUEVA REVISTA 121