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En la escalera de Tribschen

Felipe Santos

Sobre la relación de Nietzsche con Wagner y su composición "Siegfried".

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Felipe Santos, “En la escalera de Tribschen,” accessed April 20, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1670.

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Title

En la escalera de Tribschen

Subject

Música

Description

Sobre la relación de Nietzsche con Wagner y su composición "Siegfried".

Creator

Felipe Santos

Source

Nueva Revista 118 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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MÚSICAEn la escalera de TribschenFELIPESANTOSSiegfried, de Richard WagnerLeonid Zakhozhaev, Jennifer Wilson, Juha Uusitalo, Gerhard Siegel, FranzJosef Kapellmann,Catherine WynRogers, Stephen Milling, Olga Peretiatko.Producción del Palau de les Arts Reina Sofía y el Maggio Musicale Fiorentino, Carles PadrissaLa Fura dels Baus (dir. escena).Orquesta de la Comunitat Valenciana, Zubin Mehta (dir.)Palau de les Arts Reina Sofía, Valencia, 17.6.08acía tiempo que un joven Nietzsche se había sentido conmovidoante la música de Wagner. Tras cada concierto, muchos eran losHmotivos que le empujaban a conocerle; sus conocimientos musicales,las raíces filosóficas y filológicas de sus obras. Pronto vendría la ocasióny la primera visita, luego de haberse conocido en casa de HeinrichBrockhaus, un orientalista de Leipzig, se produciría el lunes de Pentecostés de 1869. Por aquel entonces, Wagner había retomado la tercerade las óperas de la tetralogía, Siegfried, dispuesto a terminar, de una vezpor todas, uno de los proyectos musicales más importantes de la música occidental.Entre el segundo y tercer acto de Siegfriedmedian unos doce añosde interrupción compositiva. Wagner abandona la partitura en julio de1857, cuando ha finalizado el primer acto y está a punto de concluir elsegundo. Es difícil pensar que es el mismo. En todo ese tiempo, importantes avatares acontecen en la vida personal y artística del compositor.Por ejemplo, es la época en que conoce a Mathilde Wesendonck, lamusa que acabaría inspirándole el Tristan und Isolde. Caería en susmanos por entonces El mundo como voluntad y representación, la obra deNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 147]Felipe SantosSchopenhauer que trastoca su concepción de las artes y del mundo. Es la época de la obra de arte total, la gesamkunstwerk, de la que Tristánse revela como paradigma. Musicalmente, se produce un salto adelante,con el hallazgo de una nueva armonía, totalmente diferente de lo quese hacía hasta ese momento. La parte sinfónica de las obras wagnerianas toma aún mayor consistencia, en lo que se convertirá en la exploración más fascinante de los límites de la expresión musical, que terminaría por influir y hasta limitar toda la concepción artística posterior.Tras Wagner será mucho más difícil hacer música. Al menos tal y comose compone entonces.También están todos los acontecimientos políticos posteriores a larevolución de 1848, donde compartió barricada en Dresde con un talBakunin. Desde que aquella revuelta fue aplastada, se vio obligado avivir en Suiza, donde escribió El arte y la revolucióny empezó a edificarel proyecto de los nibelungos como la muestra más fehaciente de quela obra de arte debe ser un fin en sí misma, liberándose de su progresivamercantilización, que la desnuda de una verdad superior para acabarformándose «con aire autónomo, solitario y egoísta».IDesde la campiña de Tribschen se puede divisar la casa de tres pisos que ocupó Wagner mientras concluyó el vasto empeño del Anillo delos Nibelungos. Está situada sobre un promontorio, que recuerda losmausoleos de los césares romanos, con dos cipreses que flanquean su fachada principal. La simetría de sus nueve ventanas contribuye a dar unaire de orden y sosiego a todo lo que le rodea. Los de aquel verano de1869 fueron días muy placenteros, con largos paseos por el lago de Lucerna y las interesantes tertulias después de cenar, sobre todo cuandovenía a visitarles aquel estudiante que conoció en casa de su amigode Leipzig. Les encantaba leer de forma conjunta El puchero de oro, deHoffmann, de forma que bromeaban los días posteriores con los diferentes personajes del cuento. Con cada visita, el joven Nietzsche pasóa ser alguien fundamental en la vida de los Wagner. Corregía las prueNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 148]En la escalera de Tribschenbas de su autobiografía e incluso colaboraba con Cósima en los preparativos navideños.No era para menos. Dice Rüdiger Safranski, en su biografía sobre elpensador alemán (Nietzsche. Biografía de su pensamiento, Tusquets,2001) que «el drama musical de Wagner despertó en el joven Nietzschela esperanza de una restauración de la vida espiritual de Alemania, quea su juicio estaba gravemente deteriorada por el materialismo, el economicismo, el historicismo y, políticamente, por la fundación del Imperio en 1871». La esperanza de un acontecimiento que espoleara la depauperada posición de lo artístico en la nueva Alemania que se habíaalumbrado tras las revoluciones, le impulsaba en su entrega a un idealque pronto tomaría forma en aquellas óperas que el compositor estabaa punto de concluir.En esa epopeya, Wagner tuvo claro que enfrentaría a dioses y nibelungos en una carrera frenética por el poder, representado en el Anillo.La salvación nunca podrá venir de los primeros, sino del hombre libreque sea capaz de trascender el círculo de transacciones, interés, poder ydominio que preside el mundo. Ese hombre es el nuevo héroe Sigfried,el que representa el renacimiento que esperaba Nietzsche: «Imaginémonos una nueva generación con esa mirada impertérrita, con ese rasgoheroico encaminado a lo terrible, imaginémonos el paso audaz de estosmatadores de dragones, la osadía soberbia con la que todos ellos vuelven las espaldas a las doctrinas debilitantes del optimismo, para vivir enteramente resueltos. ¿No será necesario que el hombre trágico de la nuevacultura, en su educación para la seriedad y para el terror, apetezca [...] un arte nuevo, el arte del consuelo metafísico?».IINietzsche se levantó aquella mañana temprano, inquieto por el murmullo que venía del piso de abajo. Se vistió rápido, bajó las escaleras delos tres pisos y encontró a Wagner intentando organizar un pequeñogrupo de somnolientos y algo desaliñados músicos, que apenas podíandisimular los excesos de la noche anterior. Uno de ellos dormitabaNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 149]Felipe Santosapoyado en el pasamano del último escalón. Armados con sus violines,violas y violonchelos, no superaban los quince integrantes. Era el día deNavidad de 1870, el día del cumpleaños de Cósima, y aquello tenía todala apariencia de una serenata mañanera. Los sobresaltarán, pensó unNietzsche sorprendido por la preocupación que le despertaba de repente el pequeño Siegfried, el hijo de Wagner que había nacido en fechasrecientes.Sin embargo, lo que provino de aquella pequeña orquesta de cuerdaimprovisada fue la arrebatadora melodía de lo que se conocerá, desdeentonces, como el Idilio de Sigfrido, que luego el compositor arreglaríapara gran orquesta y que se convertirá, con el tiempo, en una pieza frecuentemente programada en las salas de concierto de toda Europa.Cuando apenas terminaron las primeras frases, se vio la mano de Cósima apoyarse en la barandilla del primer piso, mientras descendía lentamente la escalera. No se le había oído abrir la puerta. Sus movimientoseran tan sigilosos como la música que se asomaba a sus oídos y a los delpequeño Siegfried, que seguía dormido en el brazo de su madre, arrullado por los sonidos que había compuesto su padre; los mismos queBrünnhilde cantará recién despertada del largo letargo en el que lesumió Wotan a final de Die Walküre.En el final de Siegfried, el héroe descubre a la valkiria y dice conocerel miedo. Ese que procede del gesto de darse al otro. En el anillo wagneriano, sólo el amor y la belleza podrán derrotar al poder y al deseo dedominación. «El drama de los Nibelungos —escribirá Wagner— tomóforma en la época en que construí mi razón y mi mundo optimista sobrelos principios helénicos, creyendo que para la realización de un mundoasí, bastaba con que el hombre lo desease con su voluntad […] Recuerdo que con este propósito escribí la personalidad de Siegfried con la solaintención de presentar una existencia libre de dolor».Siegfried es la encarnación del más puro idealismo, en contraposición a lo mundano de la nueva sociedad alumbrada tras la revoluciónindustrial. Se trata de una ingenuidad que no le impide ser cruel, porejemplo, con Mime y el dragón Fafner. Su personalidad le hará diluirseen una espiral de recelos y engaños que acabarán con su vida en la últiNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 150]En la escalera de TribschenSiegfried lucha con el dragón Fafner en el acto II.(Tato Baeza. Palau de les Arts Reina Sofía).ma ópera de la tetralogía. Dice Eugenio Trías en El canto de las sirenas(Galaxia Gutenberg, 2007) que Siegfried «nunca escarmienta en su impremeditación desmemoriada y absurda […] la valkiria queda encandilada por ese carácter sin dobleces: una especie de simplicísimoque constituye la más completa réplica a las contradicciones hegelianas quedominan y torturan el espíritu de Wotan».El espíritu del nuevo héroe wagneriano no es nuevo. Bebe, sin duda,de la fatalidad de Tristán y de la desnudez épica de Walther von Stolzing,en Die Meistersinger von Nürnberg. Más adelante, su evolución cristalizará en Parsifal; otro ingenuo que, sin embargo, evoluciona a lo largo dela ópera hasta ser el brazo ejecutor de la redención largamente esperadapor Amfortas y sus caballeros. Para todos estos personajes, y para Siegfried en particular, Wagner encontró ecos en obras de escritores muyqueridos para él, como fueron el Emilio de Rousseau, el Segismundo deCalderón, o el Idiota de Dostoievski.NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 151]Felipe SantosSiegfried accede a la roca donde yace Brünnhilde. Acto III.(Tato Baeza. Palau de les Arts Reina Sofía).III«Sigfrido es una idea colectiva […] La transformación del tiempo y delespacio. Es la esperanza de un futuro mejor que jamás se logrará porqueel pasado —con su culpa— ha cohibido su creatividad», dice Carles Padrissa, miembro de la Fura dels Bausy director de escena de la producción de Siegfriedque ha podido verse este mes de junio en el Palaude les Arts de Valencia. Es el punto y seguido de una magna producciónque comenzó el año pasado con las dos primeras óperas de la tetralogíay que culminará el que viene con Götterdammerung. «Sigfrido es unmártir. La falta de miedo que lleva implícito el carácter de lucha, deinquietud, de optimismo y el no pararse ante ninguna adversidad».Ya se habló en estas mismas páginas (En busca del principio, NuevaRevista, nº 112) del carácter ecológico de esta propuesta furera, que deslumbró a todos por su capacidad de atracción visual y la manera en quecreó un universo propio de conceptos y relaciones, fundamental paraNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 152]En la escalera de TribschenEscena del despertar de Brünnhilde. Acto III.(Tato Baeza. Palau de les Arts Reina Sofía).la construcción de una mitología. En este Anillose produce una confrontación fundamental entre lo mecánico, que representa el poder ydeseo de dominación de quien posee el anillo, y la naturaleza, el amor,de quien procede el anillo y que se encarna principalmente en la relación que se fragua entre Brünnhilde y Siegfried. Esta propuesta entronca con la tesis de Thomas Mann de que Wagner es el primer artista dela modernidad que muestra el malestar de la civilización a través de suspersonajes.Siguiendo la línea trazada en Die Walküre, en Siegfried vemos un Nibelheim situado bajo tierra, donde no luce el sol y grandes máquinashacen que el mundo se mueva. Así se forja Notung, en una fraguadonde vemos fuego real en el momento más luminoso de un primeracto. Los golpes de yunque evocan un cierto espíritu diabólico que Wagner siempre vio en la época industrial. Una vez, de visita enNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 153]Felipe SantosLondres, no pudo resistirse a escribir a Cósima y contarle la impresiónque le dejó el ambiente que se respiraba en el puerto: «El sueño de Alberich se ha cumplido aquí: la casa del tesoro, Nibelheim, el dominiodel mundo, la actividad, el trabajo, por doquier la presión del vapor y dela bruma».En el segundo acto vemos a un dragón convertido en un ingenio mecánico, contra el que lucha el bueno de Siegfried. El renacimiento delos valores artísticos frente a la estrechez de miras del nuevo bienestar.Aquí, Padrissa hace evolucionar poco a poco el ambiente donde elhéroe lleva a cabo sus hazañas, para hacerlas desembocar en un terceracto prodigioso de ritmo y significación. No en vano es el acto que retoma Wagner doce años después de haber terminado el acto anterior.Algo ha cambiado: la música, el brío de los personajes; en el escenariodel Palau de les Arts se abre camino un reino onírico, de fantasía que parece estar sacada de los dibujos animados nipones. «Esta música—escribirá Nietzsche— es retorno a la naturaleza, y a la vez purificación y transformación de la naturaleza; pues en el alma de los hombresmás amantes surgió la necesidad de ese regreso, y en su arte suena lanaturaleza transformada en amor».Destacaron el Siegfried de Leonid Zakhozhaev, aunque el gran esfuerzo que demanda el papel hiciera que en el tramo final la voz se resintiera un poco. Extraordinario el Mime de Gerhard Siegel, quizá lomejor de la noche. Mención aparte merece Jennifer Wilson, la Brünnhilde que tuvo un despertar pleno de fuerza para lograr agudos que barrieron el patio de butacas, como si de verdad hubiera estado veinteaños dormida en aquella roca rodeada por el fuego. Musicalmente hablando, el dúo fue de lo mejor de la función, aunque hubiese sido deseable algo más de carnalidad en una escena que, al final, representala fuerza del amor. La Orquesta de la Comunitat Valenciana sigue en dimensiones estratosféricas para una formación con tan escasa trayectoria; algunos ya se frotan las manos pensando en la apoteosis de esa orgíamusical perpetua que es Götterdammerung. Zubin Mehta dirigió conalgo de exceso de oficio algunas partes, donde podría demandarse algomás de emocionalidad.NUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 154]En la escalera de TribschenEscena del bosque. Acto III.(Tato Baeza. Palau de les Arts Reina Sofía).Cuando Siegfried llega al bosque y oye sus murmullos, vemos unosárboles humanizados, con alma. Quizá la metáfora más conseguida detoda esta producción sea la del propio anillo, cuyo oro está compuestode hombres dorados desparramados por el suelo. El anillo que procedede la naturaleza, que está en ella, pero que si se utiliza de forma espuria, lleva a la perdición y al ocaso. Eugenio Trías lo ve así: «El poderde dominación está maldito. Si se posee, genera sufrimiento, caducidad, decadencia y muerte. Y si no se posee, arruina la felicidad a través de la más corrosiva de las pasiones tristes: la envidia». Precisamente el motor de las pasiones de los personajes de las tragedias deShakespeare, a decir de René Girard. El final de toda esta espiral enestas obras es la muerte: una muerte sin redención posible. Frente a esepoder maldito emergerá, purificado, el poder del amor y la belleza.?FELIPESANTOSNUEVA REVISTA 118 · JULIOSEPTIEMBRE 2008[ 155]