Nueva Revista 068 > Edgar Neville, la luz en la mirada

Edgar Neville, la luz en la mirada

Enrique García Fuentes

Reseña del libro "Edgar Neville. La luz en la mirada" de José María Torrijos.

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Referencia

Enrique García Fuentes, “Edgar Neville, la luz en la mirada,” accessed April 26, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1490.

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Title

Edgar Neville, la luz en la mirada

Subject

Cine

Description

Reseña del libro "Edgar Neville. La luz en la mirada" de José María Torrijos.

Creator

Enrique García Fuentes

Source

Nueva Revista 068 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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EDGAR NEVILLE. LA LUZ EN LA MIRADA José María Torrijos (ed.) Ministerio de Educación y Cultura, Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, Madrid, 1999, 258 páginas ¡Pobre año 99! Cuando estábamos debía de haberse adivinado, a Edgar tomando aire tras el agobio de fastos Neville. que acarreó el 98 y nos preparábaDesde luego, si es que hay una mos para disfrutar el nuevo dígito, buena manera de empezar este lo hete aquí que se solivianta el patio que sea, es saludando la iniciativa con lo del efecto 2000 y con que si (¡gubernamental!) de poner en la estamos al final de la década, del calle, con una presentación exquisita, siglo y el milenio, y ya todo se acelecon un derroche de medios casi inédira; y ya todo es estar con la vista to, un amplio e interesantísimo recopuesta en el que viene. Total, que rrido por una de las panorámicas más entre huir de uno y prepararnos para fecundas de la literatura humorística el otro se nos fue el 99 con tanta de este siglo. Al principio, uno se pena como poca gloria. Y todo o casi temía que, como suele suceder en todo se nos ha pasado. ¿Damos por estos números de homenaje, el lujo de vivido todo lo olvidado? Con tanto la presentación, el envoltorio del centenario como hubo en el 98 casi «marrón glac黗como dijera Jardiel se nos pasa por alto que en este 99 Poncela— escondiera dentro una cumplía cien añitos uno de los percastaña, esto es, el simple deseo de sonajes más entrañables, jocundos e despachar el asunto reconociendo el inolvidables de la literatura españoatraso y el olvido y poniendo en circula del siglo XX, y, sobre todo, uno de lación una serie deslavazada de textos los adalides de su faceta más descaque honran pero que no dan la medirada, festiva y estimulante; me estoy da auténtica de quien o de lo que se refiriendo, como a estas alturas ya quiere recordar. Afortunadamente en este caso no ocurre así. Tranquiliza, de relumbre que den una visión tópidesde el primer momento, comprobar ca y de primera mano para salir del que la sabia y experimentada mano de paso y recurre a los (pocos) especialisJosé María Torrijos queda al cuidado tas en la obra de Neville para ofrecerdel volumen. Estamos, justo es decirnos un completo panorama de sus lo, ante un conocedor de primera actividades, por una vez con un afán mano del trabajo y la relación entre mucho más divulgativo que enjunlos miembros de esa felizmente nomdioso. Así, María Luisa Burguera se brada «otra generación del 27», como olvida de las sesudas disecciones lo avalan sus ya numerosos trabajos semióticas que ha realizado de las sobre López Rubio y el resto de los obras teatrales de Neville y nos ofrece miembros de la misma: Jardiel Ponceun tan asequible como minucioso la, Miguel Mihura, Antonio de Lara panorama de cuanto compete a la («Tono») y quien hoy nos ocupa. obra teatral, con un profuso recorrido Con Torrijos al frente adquirimos la por piezas, personajes, situaciones completa seguridad de que, puestos a etc., incluyendo en su estudio obras recordar la trayectoria de Neville, lo que el autor no llegó nunca a estrenar. que se nos va a ofrecer es a este homAntonio Ubach Medina analiza la bre y a su obra en su justa medida. labor más apasionante de Neville, sin Dicho de otro modo, aquí no estamos duda la más gratificante hoy día: su ante la recopilación mal cosida de labor en la prensa. Pero la analiza con una serie de visiones, recuerdos u opiel plausible sentido de dedicar una niones particulares y deslavazadas; preferente atención a su labor creadomuy al contrario. Se trata de la conra sobre la estrictamente periodística creción de un corpus completo de la y se centra en los relatos humorístivida y obra del autor en cuestión, con cos, no sólo en revistas al uso como la sabiduría y la certeza de haber sabiBuen Humor, Gutiérrez, La Ametralla do ubicar las diferentes facetas de dora o la mítica La Codorniz, de la que Edgar Neville —dramaturgo, cineaspuede considerarse tan fundador ta, novelista, periodista, poeta— como Mihura, sino en publicaciones hasta ofrecernos una dimensión de todo tipo. Fue Neville un autor mucho más que plausible de la obra de más dotado para el relato corto que un injustamente olvidado autor de para la novela; el exhaustivo trabajo nuestro tiempo. Con inteligencia, de Ubach Medina rescata del olvido Torrijos ha prescindido de nombres un amplio caudal de obras, con su correspondiente y exacta ubicación, bre inevitable también tanto a la lo que abre un amplio campo para hora de analizar el humorismo espainvestigaciones y trabajos posterioñol del siglo como la presencia de res. Por su parte, Antonio Castro españoles en el Hollywood los años revela los entresijos de la faceta — 20 y 30: José López Rubio. Las cartas pese a lo que él mismo niega— más que envía Neville —no se reproduconocida de Neville: su condición de cen, sin embargo, las contestaciones autor de cine, director, productor y de López Rubio— revelan, por un guionista, con un recorrido, ciertalado, el atrayente mundo de sus lúdimente desmitificador pero apasiocas peripecias hollywoodenses, su nante, de la práctica totalidad de su trato directo y desenfadado con las producción. A diferencia de Burgueprincipales figuras cinematográficas ra, Castro completa su análisis con de la época, Charles Chaplin, Douelaboradas opiniones no siempre glas Fairbanks, Mary Pickford, Greta favorables a la cinematografía de Garbo, Joan Crawford, etc., y por nuestro autor, lo que certifica la prootro, ya en años posteriores, las reperfundidad y ponderación de su análisis. cusiones del estreno de su obra teatral más conocida, El baile, en los escenaCon todo, las perlas de la corona rios europeos. Unas simpáticas aleluse las apunta el propio editor. A José yas completan este epistolario. María Torrijos debemos, en primer lugar, un delicioso recorrido por la Como muestra del talento literavida de Neville, sabiamente incardirio de Neville, la edición ofrece el nado en el devenir de la España del texto de una pieza teatral no estresiglo, en el que no falta la multitud de nada: Aquella mañana; una nueva anécdotas que certifican la singular vuelta de tuerca a uno de los temas bonhomía de nuestro autor. La biopreferidos de su autor: la premonigrafía de Torrijos transciende la enución en un lapsus de tiempo, o lo que meración de fechas y datos para es lo mismo, la posibilidad de que las amalgamar la vida del autor y el cosas pudieran haber ocurrido de entorno en que transcurrió, en un otra manera y no como realmente ameno repaso por las vicisitudes de la ocurrieron. Centrada en los tiempos nación. Pero al editor debemos tamde la Revolución Francesa y mezbién la revelación de parte del epistoclando personajes reales e inventalario inédito que Neville mantuvo dos, Neville presenta una serie de sicon uno de sus íntimos amigos, homtuaciones que, de haberse producido, Edgar Neville con Charles Chaplin, durante una pausa en el rodaje de Luces de lo ciudad, 1930 hubieran podido cambiar radicalobra la ausencia de un estudio, mente el curso de la Humanidad. siquiera leve, sobre la interesante novelística de Neville, recuérdense Si a los completos estudios que títulos fundamentales como Don forman el volumen y a la recuperaClorato de Potasa, La niña de la calle del ción de una obra prácticamente desArenal, Producciones García o La pieconocida añadimos que no se ha drecita angular, pero parece ser que escatimado a la hora de reproducir problemas coyunturales lo hicieron ilustraciones y fotos —la mayor parte imposible. Pese a esta cojera, no hay de éstas inéditas y, justo es decirlo duda de que estamos ante una obra también, aportadas, en su mayoría, seria, y esta seriedad es la que, paradópor el propio editor—, no hay duda j icamente, va a conseguir que se vuelde que estamos ante uno de los númeva a disfrutar la obra de uno de los ros homenaje mejor planteados a los mejores humoristas del siglo pasado. que hemos podido acceder en los últimos tiempos. Sólo empaña esta ENRIQUE GARCÍA FUENTES