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Eugenio Montejo, palabras que salvan la vida

Enrique Andrés Ruiz

Sobre la vida y obra de Eugenio Montejo, una de las voces mayores de la poesía en lengua española de nuestros tiempos.

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Enrique Andrés Ruiz, “Eugenio Montejo, palabras que salvan la vida,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1469.

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Eugenio Montejo, palabras que salvan la vida

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Literatura

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Sobre la vida y obra de Eugenio Montejo, una de las voces mayores de la poesía en lengua española de nuestros tiempos.

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Enrique Andrés Ruiz

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Nueva Revista 067 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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es

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Eugenio Montejo: palabras que salvan la vida ENRIQUE ANDRÉS RUIZ No podemos descubrir a Montejo. culmina el itinerario montejiano de Es tarde. Es, además, y lo digo por si aquí con esta Partitura de la cigarra. alguien hubiera que a la aparición de O sea, que para descubrirlo es tarde, Partitura de la cigarra se siente mordiy eso si hubiera eximente por la prodo por esa tentación, una manera, bable dificultad —algo que no debe esta de comenzar en su caso dando considerarse mucho en un lector de campanadas por un hallazgo, de poesía— de haberse hecho antes confesar la inocencia y la pobretería con los libros americanos que Monpropias, a más de las que son patritejo lleva publicando desde los años monio del reseñismo literario de un sesenta. Es tarde aunque la docena y país entero. media de fieles que componen la cofradía española que siente devoEugenio Montejo, una de las ción por su poesía no entienda la voces mayores de la poesía en lengua razón; es tarde aunque los cofrades española de nuestros tiempos, publiquisiéramos que el descubrimiento có antes en España, en 1987 y en la de los primeros poemas que llegaron editorial Laia de Barcelona, una a nuestras manos no hubiera sucediantología titulada Alfabeto del do nunca todavía, aplazando así un mundo, igual, por tanto, que la que poco más la dicha que aguardaba. un año después publicaría el Fondo de Cultura Económica en México, «Tarde, muy tarde han llegado a con el poemario ya completo de mis manos los restos del Cuaderno aquel su último libro hasta entonde Blas Coll, cuyos fragmentos más ces. Renacimiento nos dio luego, en legibles trato de recomponer en las 1997, Adiós al siglo XX, y PreTextos anotaciones que transcribo». Así demasiada demora a esos lugares de comenzaba por decir nuestro poeta no sé sabe ya dónde, de no sé sabe ya venezolano en aquella repesca de los cuándo. «En vano me demoro deleapuntes de un misterioso impresor de treando el alfabeto del mundo. ... Puerto Malo que, trufada de sus proindago la tierra por el tacto llena de pias glosas a las más o menos visionaríos, paisajes y colores, pero al rias pero tan lúcidas consideraciones copiarlos siempre me equivoco», lingüísticas de aquel personaje, él dijo hace tiempo. De modo que a su mismo quiso editar como «la ilusoria trabajo de traductor le espera fataltentativa de un arte poética». Y toda mente el fracaso. Y a lo mejor nos la escritura de Montejo parece estar hemos equivocado, a lo mejor no es condenada, abocada a esta suerte de ése exactamente el trabajo del poeta. tardanza; no ya la que afecta a la imperdonable renuncia española a Se podría pensar con todo eso su nombre y a su obra (mientras la que Montejo es, en primer lugar, un publicidad hace al tiempo prontos poeta metalingüístico, de esa raza de «autores imprescindibles» entre tanpoetas muy apretados, muy densos y tos otros), sino la que anida en la muy olvidadores del mundo y de la médula de su propia poesía, una poevida, a fuerza de concisión y de filosía de la tardanza y del casi desvalisofía crítica y negativa para con las miento con los que las palabras de posibilidades del decir humano; y, nuestro lenguaje llegan a la cita a la en segundo lugar, que es, así, resumique les convocan la realidad, las reada y un poco cautivamente, un lidades del mundo. Por eso el poeta poeta sin más que elegiaco. Y la trata de recomponer los fragmentos manera que tiene Montejo de ser las más legibles. Por eso hemos creído dos cosas exige que comprendamos que su tarea se va a convertir en la de cómo llega a serlas sin corresponder una especie de traductor, el traducen nada con los habituales perfiles tor de unas voces, de unos sonidos, de ambos tipos de poeta, y entende unos paisajes que desde luego le diendo, claro, que lo que son a la hablan, le llaman, le están llamando, postre dos negaciones acaban en pero él no sabe lo que dicen, lo que le esta poesía por darnos, por regalardicen, porque ellos no están en realinos, una suerte de afirmación más dad diciendo nada, y porque muy compleja y también más alta. probablemente ellos no estén ya allí, En aquel Cuaderno de Blas Coll él haya llegado con retraso, con del que hablábamos, Montejo nos dijo de una manera más o menos oblicua cuál era su posición, su lugar, como el poeta crítico que es para con el instrumento de su propio canto. Las reflexiones, o mejor las asunciones del problema del lenguaje, son de frecuente aparición en su poesía. «Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito de un tordo negro...... no sé cómo anotarlo», decía en un ya antiguo poema. «Alguna vez escribiré con piedras. ... Estoy cansado de palabras». Y ésta es la situación. El poeta se siente un poco arrojado, desprovisto, desposeído de algo que hace mucho le perteneció, como si su v iej o papel órfico ya no pud iera ser representado en una escena que, sin saber por qué y cómo súbita y alucinadamente, ha cambiado. Orfeo aparece en muchos de sus poemas. Y las cosas, los seres que que van a nacer y todavía no han aparecen de continuo en los poemas nacido en su casa, la llama de la vela, de Montejo son pocos, forman un los barcos viajeros..., siempre los reparto fijo, obsesivo, reiterado, y en mismos. Siempre, por otro lado, inaese manejo de muy escasos elemenpresables, inasequibles a la pretentos figúrales (figuras los llamó Amésión apropiatoria de un lenguaje rico Ferrari) está una de las claves de poético que pudo haber querido un su intensidad y de su verdad. Un día, hace ya mucho, representarlos, tordo, el caballo, el café —«el humo imitarlos. En la poesía de Montejo tan humano del caf黗, el lento hay por eso una renuncia de partida, buey, la cigarra, la lámpara, el gallo, una especie de dimisión de la poesía, la nieve que no conocen los trópisi la poesía es solamente entendida cos, el pájaro que acaba por posarse como representación, como desen tierra, los muertos de su casa, los cripción intencionada posterior a la una negación al modo mallarmeano, realidad precedente del mundo, o lo al modo en que Mallarmé señalaba la que es lo mismo, como traducción. ausencia, el vacío de lo que se nom«No nos pidas más forma que la bra. Lo que se nombra, en esta poesía, vida», comenzaba por decir un está sencillamente (digámoslo bajipoema de Terredad. De ahí que la to) vivo. Y lo está porque sigue siendo forma, la escrupulosamente cuidalibre tras haber atravesado el río del da, mimada forma de sus poemas no poema, que no ha podido apresarlo; sea nunca una especie de celda como lo está el canto de la tierra tras donde se ha de alojar un significado. haberse hecho voz en el cuerpo de la La forma de sus versos quiere más cigarra, ese animal del que el poeta se bien dejar libre a algo que no es prosiente especialmente solidario. El piamente el significado, un signifitiempo, el tiempo al que ya no pertecado, porque los versos de Montejo necemos y que ya no podemos recorno suelen agotarse en esa suerte de dar, está muy lejos, está. .. al otro lado, menestralismo de significar, y pory no sólo al otro lado del Atlántico, que su forma parece a menudo una ese lado natal de las llanuras paternas forma deshecha, como si, más allá de y de los cañaverales, de la lluvia sobre la construcción formal de un objeto el bosque de apamates que según el sustitutivo de la realidad, el poeta poeta se puede ver detrás de sus palaquisiera únicamente escuchar y bras. Nuestro tiempo es otro, es, en dejarnos su testimonio de su escucierto modo, el tiempo del infierno en cha. «No traduzcas tu música proque consiste llegar siempre tarde a la funda a números y claves, las palacita aquella del mundo que nos llama bras nacen por el tacto», dijo una con su profunda belleza. Ante ese vez, un poco antes de componer hecho, el poeta responde con su pieaquel absolutamente memorable dad, la piedad que empaña sus ojos poema de Adiós ai siglo XX que se titucuando siente que él pasará, que las la «Al Aire Nahualt», uno de los criaturas pasarán, pero la belleza más puros, de los más leves y transseguirá ardiendo como la llama semparentes poemas que ha escrito, piterna de la vela humana que está anotando precisamente esa manera aquí para alumbrar la vida. Por eso que tiene la tierra de cantar. Montejo es un poeta creyente. CreDe modo que la crítica, si la hay, o yente en la vida, porque Dios no la actitud crítica de Montejo con el aparece como una figura más en sus lenguaje dista mucho de resolverse en versos: «Para que Dios exista un poco infinitamente temblorosas palabras. más —a pesar de sí mismo— los poeAquel sonido es sagrado para él, y sus tas guardan el canto de la tierra». Y palabras han encontrado el camino ésa es su labor. de ser... digamos que santas. «Partitura de la cigarra» es, desLa música viene a la cigarra, pasa pués de haber dicho todo esto, el por ella. La música se hace terrestre poema más grávido, acaso más denso por un rato en la cigarra, en el páj aro, que el poeta ha compuesto, o mejor en el gallo, en el poeta. Su partitura dicho, que ha dejado que se componya ha sido escrita antes, muy lejos, ga como conclusión, como una suermuy arriba; ellos no son el autor. te de despliegue definitivo de su Luego, la música los abandona. creencia afirmativa en esa vida que «Siempre tendremos más canto que se ha mostrado inatacable para una cigarra, ... siempre tendremos más forma poética de pretensiones constierra que existencia y más canto tructoras y traductoras, pero que que tierra», dice. De manera que, y también —esto es más difícil, más aquí está ese otro núcleo cogollar oscuro, quizá, decirlo— resulta ser que tensa su poesía (al lado de su paruna vida que se desvanece ante la ticular y muy humilde manera de insoportable desconfianza que proasumir la condición humana del lencede de las negaciones críticas. No sé guaje), Montejo no es sencillamensi es necesario aclarar que la partitute, en cuanto a su sentimiento del ra de la que habla es precisamente la tiempo, un poeta elegiaco. Digamos partitura que nos habla, la que ya que lo es, pero no sencillamente. La estaba escrita, la que el poeta no ha elegía, que ciertamente nos abre la tenido la necesidad —ni la osadíapuerta de muchos de sus poemas, está de escribir (sino de interpretar) y hecha por lo común a la medida de la sobrevuela continuamente el munvida de un poeta. Su vida, la cronodo en las alas de los pájaros y en las logía y los límites de su vida —la fugacísimas de su hermana cigarra. soberbia de la vida de la que hablaba Este habla, esta voz, son el sonido del San Juan— son en el poeta elegiaco universo, un murmullo, un rumor, y las varas medidoras e inspiradoras de el poeta no va a cometer esa especie su sentimiento y de su sentido. En de pecado de convertirlos en melorealidad, en los compositores de eledía, sino que solamente los va a anogías parece haber un punto de vista tar, en el idioma de sus pobres pero fijo, irrenunciable, que coincide con su propia identidad personal, como rrados». Pero el tiempo no canta en si de una torre vigía se tratase. Ellos, estos poemas medido, calibrado en claro está, no suelen reparar en el razón al acabóse de una identidad. vacío en que consiste la aparente Sus paisajes, los de los pastos del lago inexpugnabilidad de esa torre; cuanTacarigua, los palmares del Trópico do lo hacen, nada parece conservar absoluto (igual que los pintados por el sentido aquel, y todo, incluida la su admirado Armando Reverón), torre, se desmorona. La lección de siguen intactos a su paso, él casi no Montejo resulta serlo por proceder los ha tocado, no ha intervenido precisamente de un poeta de hondo apenas en ellos; sencillamente van sentimiento personal por el propio con él, e irán hasta que cante el últideterioro y por la pérdida de lo más mo de los gallos. Los paisajes, los querido que el tiempo —ese buen seres, las cosas, pasan por él, lo atraladrón— se lleva. Nuestro poeta, viesan, como atravesaba el canto de aun con dolor, parece atisbar algo la tierra por los élitros frágiles de la que está por encima de ese tiempo cigarra. Un día, como aquél a ésta, hecho a imagen y semejanza del que también lo abandonarán, y serán, escribe. Y así lo vislumbra quien nos esto es, seguirán siendo una voz, un ha dado probablemente (a pocos, ya rumor a los que faltará únicamente el digo, parece en España todavía) cuerpo, la tierra, mientras se alejan algunos de los más firmes poemas del en la noche de los astros. Tal y como propio tiempo, del tiempo de los la voz de su padre es ahora «la voz suyos, de su familia, de sus paisajes y desierta a la que no le queda padre y de su lejanía de todo aquello. sin embargo llena el viento aquí y Recuerdo en muchos la presencia, sí, allá buscándome». la presencia de su padre, que una y La poesía de Eugenio Montejo no otra vez está invitado por Hamletse puede decir que esté hecha, ni que Montejo a compartir escena en sus lo esté de esto o aquello. Antes que versos. «Caballo real», por ejemplo, eso, el poeta ha preferido dejarnos el único y espléndido soneto que algo parecido a un sacrificio, a una conozco suyo; o aquel maravilloso renuncia, aunque eso lleve consigo «Mis mayores» («Ellos van a cabadeshacer más que hacer, romper con llo..... .yo soy el horizonte de ese la artisticidad mecánica de la poesía. paisaje adonde se encaminan. ... Por eso, sus poemas no son muy artísYo soy el campo donde están enteticos y, desde luego, no son nada dice, en ese decir suyo, esa manera mecánicos. A Montejo preocupa suya en que el decir no le pertenece: más el rastro orgánico de la voz «Como una palabra que fue de un terrestre de la que viene y a la que va cuerpo a otro». Por eso me parece el poema que la factura del propio que sus palabras no se cierran, que poema como objeto artísticamente salvan la vida que apenas han rozado compuesto. Es en eso un poeta voc& y que ha pasado por ellas y luego irá lico, como lo era su Blas Coll, alguien hacia otros cuerpos, hacia otras que venía a ser el reverso exacto de sedes, igual de provisionales y de Monsieur Teste; como a aquél, le interinas. Y por eso también sus criaocupan más las diferencias «de los turas difícilmente toman el papel de timbres de las gotas en las hojas». símbolos, que viene a ser un modo de Vocálico por opuesto a la estructura ser objetos, recipientes de un signifirígida, a la forma prefijada, a la cado que, desde luego, en este caso y acción y a la intención del arte, que como tal no existe. Y ni siquiera son cuestiones consonantes. Y es un corren el peligro de ser signos del poeta vocálico (los caballos, las alfabeto con el que el mundo ha nubes, las llanuras, el mar le hablan escrito su Libro. Ese alfabeto, si exiscon sus vocales) como lo puede ser, te, es indescifrable; el poeta ha por ejemplo, Seamus Heaney, el renunciado, ha dimitido de converpoeta de Derry, casi estrictamente tirse en su traductor. Eugenio Moncoetáneo suyo, o territorialmente tejo —como el Jorge Silvestre de su más cerca, el gran colombiano Aurepoema— es en ese mundo el mago de lio Arturo, también tembloroso ante una voz errante, el cualquiera y sin su respectiva terredad. nombre, el náufrago que canta en el Las palabras de Montejo no rumor de una vieja caracola. hacen un poema, no aspiran exactaENRIQUE ANDRÉS RUIZ mente a hacer alguna cosa. Él lo