Nueva Revista 063 > El cine, oración salvaje

El cine, oración salvaje

Gonzalo Suárez

Se reproduce la conferencia que el escritor y director de cine Gonzalo Suaréz pronunció el primer días de congreso.

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Referencia

Gonzalo Suárez, “El cine, oración salvaje,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1361.

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Title

El cine, oración salvaje

Subject

Linterna mágica

Description

Se reproduce la conferencia que el escritor y director de cine Gonzalo Suaréz pronunció el primer días de congreso.

Creator

Gonzalo Suárez

Source

Nueva Revista 063 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

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El cine, oración salvaje GONZALO SUÁREZ Entre el 11 y el 18 del pasado mes de abril, organizado por la Filmoteca Española, se celebró en Madrid el 55 Congreso Internacional de la FIAF (Federación Internacional de Archivos Fílmicos). Con ocasión de dicho Congreso, que reunía a los responsables de 120 Filmotecas y Archivos de 68 países, se organizó asimismo un simposio con el título El siglo del cine Un siglo en el cine, en el que se analizaron las influencias recíprocas entre el cine y los diversos campos de la experiencia y los saberes humanos de nuestro complejo siglo XX. Conferencias, ciclos de cine, la muestra de películas recientemente restauradas en diversos países, exposiciones y una abundante participación del público transformaron el Congreso en un exitoso acontecimiento artístico. A continuación reproducimos la conferencia que el escritor y director de cine Gonzalo Suárez pronunció el primer día del Congreso. todo lo era, y que la gente congregada ESDE LA PERSPECTIVA de homen las salas había acudido para conbres pretendidamente civilizaDvocar a los espíritus, un culto a los dos, hoy nos seguimos preguntando muertos en el altar de la pantalla. qué sentido tenían las pinturas No faltaría, sin embargo, quienes rupestres, como si nuestros primitinos atribuyeran otras intenciones, vos ancestros fueran sustancialmencomo la de captar, o cazar, para devote diferentes a nosotros. rar, ejemplares vivos que suscitaban Si invirtiéramos el curso del nuestros apetitos. Sólo los más constiempo, ellos se harían la misma prepicuos osarían suponer que nuestras gunta cuando descubrieran, en el motivaciones en nada diferían de las fondo de la sala oscura, el juego de suyas, percibir el instante sin deteluces y sombras que llamamos cine. nerlo, atrapar la imagen del bisonte Y, al término de largos simposios, en en plena carrera, sin necesidad de torno a la hoguera, llegarían a la conabatirlo, o la del pájaro en pleno clusión de que se trataba de una cerevuelo, sin matarlo, conjurando así el monia sagrada, puesto que para ellos las manos encadenados y nuestras terror primigenio del tiempo que discabezas estaban sujetas con tanta curre incesante y engulle a sus criatufuerza por abrazaderas de madera ras, atisbando esa efímera eternidad que resultaba imposible mirar alreque apodamos «presente»y que se dedor [...]. Instalados en la manera nos escapa como agua entre los que he explicado, nos hablábamos dedos. Compartirían, sin saberlo, el de espaldas a la entrada y sólo podíaestupor de la mirada que vio entrar en mos contemplar el lejano fondo del la estación el tren de los Lumiére o recinto, donde colgaba una inmensa viajó a la luna con Meliés, suplantantela o cortina. do la realidad con la imaginación en aras de la diosa fantasía. »Detrás de nosotros había reyes, ministros, sacerdotes, doctores, apóstoles, profetas, teólogos, polítiLA CAVERNA DE DIDEROT cos, granujas, charlatanes, ilusionistas y el elenco entero de mercaderes Pero ninguno podría sospechar de esperanzas y temores. Cada cual hasta qué extremo habíamos consetenía una provisión de pequeñas guido convertir el mágico ritual en imágenes de colores y transparentes, vulgar mercancía. Les asombraría del tipo adecuado a su condición; y por incomprensible la certera profeaquellas imágenes estaban tan bien cía de Diderot, que no puedo por construidas, tan bien pintadas, eran menos de traer a colación. En 1763, tan numerosas y variadas, que más de un siglo antes de que el cine incluían todo lo que se necesita para iniciara su andadura, Denis Diderot representar cada escena de la vida, tuvo un sueño, bajo el influjo de la cómica, trágica o burlesca. lectura de Platón. Permítaseme transcribirlo, según el escrito de Diderot »Aquellos charlatanes, comprenpublicado en la revista Corresponden dí entonces, colocados como estaban ce littéraire de su amigo Melchior entre nosotros y la entrada de la Grimm, y reproducido en la excelencaverna, tenían una gran lámpara te biografía crítica de D.N. Furbank, colgada a sus espaldas. Exponían sus edición castellana de EMECÉ. imágenes a la luz de dicha lámpara y las sombras, que pasaban por encima «Al parecer, estaba encerrado en de nuestras cabezas y aumentaban de el lugar conocido como caverna de tamaño en el trayecto, se reflejaban Platón. Era una caverna larga y sobre la gran pantalla del fondo de la tenebrosa. Estaba sentado en medio caverna, formando escenas complede una multitud de hombres, mujetas tan naturales, tan consistentes, res y niños. Todos teníamos los pies y Por fortuna, el cine no es sólo que creíamos que eran reales. A eso, sino algo peor. Algunos aviesos veces, hacían que nos partiéramos de especímenes intentaron violar los risa; en otras ocasiones, nos hacían designios del poder y, a veces, lo lograllorar a lágrima viva, hecho que te ron. En lugar de contribuir a hacer lonparecerá menos extraño si te digo que ganizas con nuestros sueños, ensartándetrás de la pantalla otros granujas dolos en la misma ristra, tuvieron la subordinados, pagados por los primeimperdonable soberbia de tratarnos ros, acompañaban a las sombras con como personas pensantes. Estos tontos voces, entonaciones y palabras aprodisidentes acabaron, en el mejor de piadas a sus papeles». los casos, en He aquí el reductos altatestimonio mente vigide un homlados donde, bre del siglo tras ser pasto XVIII que pode pedantes, dría serlo de quedaron final de milepara siempre nio y estarse fichados y refiriendo al pendientes cinematógradel juicio de la fo tal y como posteridad lo hemos vique, como bivido y conoen se sabe, en cemos en la cuestiones actualidad. de cine es Un maraviViaje a la luna, de Georges Méliés promiscua y lloso engaño mete en la que, so premisma cama a artistas y a artesanos, texto de entretenernos, ha servido y a intelectuales y a payasos, a actrices sigue sirviendo a los más poderosos y starlets, a actores y caballos. Fregranujas para adueñarse de nuestra cuentemente, basta un gesto, una voluntad y pensamiento, dictándomirada, cuando no un golpe de nalnos hábitos y formas de comportagas o un certero puñetazo, para miento, sin reparar en estimular ganar la gloria, siempre veleidosa a nuestros más bajos instintos, con tal la hora de conceder sus favores, de sacar de nuestra inocencia o siempre reticente ante las ideas que estulticia el máximo provecho. revoluciones tecnológicas, tras el la excedan por cualquiera de sus agostamiento del postmodernismo y cuatro costados. No sólo el intelecto sus tiranteces, cohabitando con es sospechoso sino también la belletemáticas sociales y otros referentes za que, según necios prejuicios, careexógenos, que perdurarán necesariace de veracidad, eso dicen los incamente, se avecina—no es una profepaces de percibir la luz que realza la cía sino un deseo— un cine en el que realidad a su alrededor, incluso en la calidad no sea sólo pátina, cuando las más sórdidas circunstancias, y no pastiche, y el arte y la poesía dej en olvidan que su existencia es en defide ser aderezo para confluir con la nitiva la más extraordinaria película música, la pintura, la literatura y al alcance de sus sentidos, única e cuantos géneros culturales nos irrepetible, en relieve y en color, hayan servido hasta ahora de aliincesante desde que se abren los ojos mento: y no hablo de la música de al nacer hasta que se cierran al fondo, ni de pruritos pictóricos de la morir, sin interrupción durante el fotografía, ni de adaptaciones literasueño, poblado de imágenes que rias o diálogos teatrales, sino de la también conforman nuestra expeemoción dimanante y el pensamienriencia vital. ¿Para qué empecinarse to consiguiente de espectadores que en empobrecer la vida limitándola no solo miran, sino ven, que no sólo óptica y mentalmente con remedos escuchan, sino oyen, que no sólo que sólo conducen, en el mejor de leen, sino imaginan, sienten y percilos casos, a una hábil falsificación? ben, y comparten el vuelo, haciendo suyo el instante de creación. ESPECTADORES QUE MIRAN, Se me objetará, por supuesto, OYEN, IMAGINAN, SIENTEN que el público no está preparado, Y PERCIBEN como si los que eso dicen lo estuvieran. Estos abnegados mentores salHacer del cine cebo para sempitervaguardan la estupidización colectinos adolescentes, necesitados de va, considerando público a los cataplasmas afectivas o azotainas demás para mantenerlos en su redil, emocionales, ha sido y sigue siendo alimentándolos con hierbas forrael objetivo primordial en la caverna jeras. Lejos han quedado los tiemde Diderot, en la que, al parecer, pos en los que hacíamos cine para nadie quiere vislumbrar salida. Sin cambiar el cine y, de paso, el mundo. embargo, a final del milenio, el cine Ahora se da por buena, incluso amenaza con emanciparse de miraentre los jóvenes, la película que das domesticadas y, al margen de tiene como finalidad el éxito de así, nuestra odisea rumbo a Júpiter taquilla. Se trata, por tanto, de prosufriría, fuera de control, una vertigivocar risotadas a cualquier precio, nosa aceleración, semejante a la del de satisfacer las más obtusas demantiempo sin los parámetros del reloj. das, como si la cámara fuera la banEl cine devendría entonces una oradeja del camarero. Frecuentemente ción salvaje en busca de los vestigios la calidad encubre la vacuidad, el de nuestra identidad perdida y la efectismo se confunde con intensiestela de imágenes y sonidos que ha dad, la mimesis suplanta a la imaginadejado a su paso, liberada de la conción, la opinión al criterio, y solacatenación histórica y de la retina de mente, muy de vez en cuando, donde los filmófilos, se dispersaría desordetodos dan gato por liebre, alguien nos nadamente, retrotrayéndonos al ofrece liebre por gato. Pero no imporestupor galáctico del hombre primita. El cine sobrevive agazapado a la tivo ante la insondable caverna del utilización que de él se hace y aguarda universo poblado de rutilantes estresu momento para emerger y desplegar llas y astros flotantes: Marilyn Moninéditas posibilidades, hasta ahora roe con la falda alzada por corrientes desdeñadas por razón de mercado. siderales, John Wayne cabalgando la Osa Mayor, Rita Hayworth mostránHe citado el sueño de Diderot y donos el agujero negro de su negro me gustaría finalizar esta diatriba, sin guante, Gene Kelly columpiándose ánimos añorantes ni reivindicatoen el paraguas bajo una lluvia de ríos, recordando una profecía más meteoritos, Ava Gardner bailando reciente, enunciada por Arthur descalza en la Vía Láctea, Humphrey Clark y Stanley Kubrick en 2001. Bogart encendiendo su cigarrillo en Odisea en el espacio. La muerte del el rescoldo de un cometa apagado, ordenador, defectuosamente prograAudrey Hepburn iluminando con su mado, debe informar sin error, pero sonrisa el planeta azul, Cary Grant ocultar a los astronautas el destino perseguido por una astronave extradel viaje. No pudiendo soportar la viada, y toda una constelación de contradicción, se vuelve loco y es estrellas fugaces que proclamaría el preciso desactivarlo. He aquí una triunfo final de la pirotecnia hollymetáfora que, como la de Frankenswoodiense, haciéndonos olvidar que tein, amenaza con convertirse en el cine también ha sido otra cosa y su realidad, a tenor de lo que hemos futuro está por empezar, o* dado en llamar «efecto 2000». De ser