Nueva Revista 062 > El hombre en desazón

El hombre en desazón

Jesús de Garay

Reseña del libro "El hombre en desazón" de Gonzalo Fernández de la Mora.

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Jesús de Garay, “El hombre en desazón,” accessed April 19, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1340.

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Title

El hombre en desazón

Subject

Libros

Description

Reseña del libro "El hombre en desazón" de Gonzalo Fernández de la Mora.

Creator

Jesús de Garay

Source

Nueva Revista 062 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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a la agresión colonial inglesa de «la guerra del opio». No contempla, en consecuencia, el paso desde la tolerancia a la prohibición, ni los efectos sociales de las épocas de tolerancia práctica de este consumo, especialmente lo sucedido en nuestra sociedad durante los años ochenta. Evita, además, tratar en profundidad un problema capital como es la incidencia, no del tráfico, sino del conUn conocido profesor alemán acossumo de drogas en la delincuencia. tumbra a olfatear las páginas de un Sería, en este sentido, muy positivo libro recién publicado para hacerse que tuviesen en cuenta las memouna primera idea sobre su calidad. rias de la Fiscalía General del EstaLuego lo toca, lo mira, e incluso lo oye do. Tampoco resuelve, en última mientras pasa las hojas entre sus instancia, la gran aporía liberaciodedos. Lo que no hace es masticar o nista. Esto es, que no se podría paladear alguna de sus páginas. Teme actuar sobre la decisión libre de conque haya libros que, por su contenido, sumo de drogas gravemente adictipuedan ocasionarle envenenamienvas, pero que sí se debe considerar to o indigestión. Digo esto porque, si este consumo a la hora de disminuir hubiese caído el libro de Fernández o excluir la responsabilidad penal. de la Mora en sus manos, y levemenPor otra parte, la comunidad tiene la te lo hubiese aproximado a sus labios, obligación de dedicar enormes le habría sorprendido una molesta esfuerzos a la recuperación de los frialdad y un intenso sabor amargo. Y drogodependientes. en ningún caso se habría atrevido a morder un pequeño bocadito. JOSÉ MIGUEL SERRANO RU1ZCALDERÓN Paradójicamente, en el prólogo se nos advierte que «el pesimismo y el optimismo son estados de ánimo acerca del futuro» (p. 11), que en este libro no tendrán cabida. El método adoptado será un sobrio análisis empírico y fenomenológico (p. 17). Sólo se admitirá un único «postulado metafísico: el realismo» (p. 17). Incluso, parasubrayar ese empeño de asepsia interpretamonumentos levantados a la humativa, el autor declara que no incluirá nidad por idealistas como Pico della referencias bibliográficas y eruditas, Mirandola, hasta reducir esas moles que puedan desviar la atención de los de roca a una sofocante nube de datos puros. polvo que nada permite ver. «El hombre ni está en el centro, Sin embargo, nada más ajeno a lo ni es centro de nada (...). Sería que el lector encuentra. Fernández envanecedor que fuéramos el punto de la Mora, efectivamente, despliega focal de todo, y que la evolución cósun estilo armado de precisión, orden mica hubiese culminado en un homo y claridad. El resultado es un libro sapiens, síntesis exhaustiva de persombrío y desengañado. Las sombras fecciones infinitas; pero no es así» son fenómenos reales, y por eso (p.46). Se entabla así un combate ponerlas de manifiesto es acorde con casi salvaje contra todo asomo de un método fenomenológico y realisadmiración hacia el hombre. Cada ta. Pero si algo caracteriza una visión línea del libro pretende desmitificar pesimista del mundo es atenerse sólo hasta el sarcasmo cualquier confiana las sombras. No es lo mismo decir la za en las posibilidades humanas, que verdad que manifestar desengaño. ha caracterizado a la Modernidad. Descubrir el engaño es sólo un paso Estamos muy lejos de cualquier previo a decir la verdad. forma de humanismo. Desde el primer momento se hace una profesión de modestia: El libro se encuadra en la tradi«Hay motivos para que el hombre se ción antihumanista que se remonta asombre ante sí mismo porque es el a los Darwin o Schopenhauer del más capaz de los seres terrenales. siglo pasado y que goza de una excePero los panegíricos son ya tópicos a lente salud en nuestros días. Las fuerza de repetición y hay que darlos obras de Foucault se agotan en las por archisabidos. Se trata ahora de librerías. Que el hombre ha muerto revelar el envés de tan eximias capao que es un invento de los modernos cidades y de comprobar que nuestra resulta un lugar común entre los ya especie, a pesar de su eminencia, un tanto casposos posmodernos. padece desazón» (p.ll). Cada una De todos modos, las reflexiones de las páginas acometerá esta firme del autor no son posmodernas. Caretarea de desenmascarar cualquier cen de la ligera ironía y desaprensión ilusión sobre la grandeza del homdel pensiero debole. Más bien, parece bre. Con la tenacidad de un humilescrito desde la resignación estoica de picapedrero, va socavando los o incluso desde la desesperanza existencialista: «El hombre es el infinitos, los obstáculos son innumeúnico ser real cuya condición consisrables y muchos de ellos insuperate en querer ser, no ya lo extremadables» (p.163). «Admitiendo que el mente arduo, sino lo sencillamente libre arbitrio existe como potencialiimposible. Su vida sobre la Tierra es dad personal, sus posibilidades de una frustración esencial» (p.61). El ejercicio real son exiguas» (p.156).» hombre se hace a sí mismo, precisaEn cualquier caso, el tono general mente porque todo en él es inacabadel libro es de resignada aceptación do e imperfecto. Nada tiene sentido ante la crudeza de la condición en su vida, que se mueve entre la perhumana. Muchos momentos recuerplejidad y la banalidad. Por eso, ha de dan a las melancólicas meditaciones comprometerse en una tarea que de Marco Aurelio. No faltan referenoriente su conducta. «Sin un sentido cias: «Los estoicos tenían una idea asumido, cada existencia humana es muy negativa de las pasiones, aunque una pasión quizás relativamente útil, no de todo el hombre, puesto que pero absurda» (p.303). Decidirse por admiraban y fomentaban su racionaun proyecto vital es lo único que lidad (...). En el fondo de la antropopuede poner a salvo de la total desología estoica palpitaba un pesimismo rientación. esencial que, incluida la Roma cesárea, traduce la fórmula ciceroniana Tampoco se advierten mejores necesidad de soportar la impuesta expectativas en la vida social. Glocondición humana (necessitas ferensando la idea sartreana de que el dae condiüonis humanae)» (p.56). infierno son los otros, se nos recuerda que «la nota sobresaliente de los En estas palabras Fernández de la encuentros humanos es el antagoMora marca una distancia ante al nismo, como revelan el simbólico estoicismo pero, frente a lo que relato cainita y la historia univerpudiera parecer, no rechaza su idea sal» (p.125). muy negativa de las pasiones sino su excesiva admiración por la racionaEstos ecos existencialistas no lidad humana. La visión de la afectiimplican un especial interés por la vidad humana que propone no es, libertad. Más bien, al contrario. desde luego, alentadora. Aparecen «Desprovista de retórica, la libertad mencionadas varias pulsiones eledel hombre actual aparece como una mentales: el instinto de conservagrieta angosta, que también revela ción, la sexualidad, la agresividad... desazón» (p.198). «Laplena libertad y la mentira. Merece la pena reprode actos imperados es imposible porducir algunos textos literales. que los deseos son prácticamente En primer lugar, el impulso hacia Pero todavía falta por mencionar la autoconservación no lleva «sólo a otra pulsión elemental, que separa al la agresión depredadora de su cirautor de las propuestas estoicas: la cunstancia nutricia, sino a la agresión tendencia a la mentira. La racionaliinmoral como la mentira, la traición dad humana no merece la admiración y varias formas de violencia física de que ha sido objeto. «Los razonaintraespecífica que culminan en las mientos se deslizan mayoritariamenguerras» (p.70). Con respecto a la te hacia el subjetivo interés y no sexualidad, la valoración no es hacia la objetiva verdad. Más que mejor: «Es la inalcanzable pacifiuna corrupción, es una especie de forcación de las relaciones entre la parezado suicidio del logos, nunca enteraja, incluso la ocasional; es la humimente consumado; pero que lo deja llante comercialización del prostituimaltrecho» (p.262). Frente al resto do y del usuario; es la relajación y la de las especies biológicas, los homrutina de la relación (...). En sus bres nos caracterizamos por una tenmomentos culminantes, el amor es dencia compulsiva hacia la mentira, una neurosis que consiste en suponer incluso dentro de la propia especie. que no se puede vivir sin la presencia No hay que conceder particular del amado, estado de ánimo que crédito a la razón. «Lo verdaderapuede llevar hasta el suicidio (...). Es mente definitorio del hombre no es muy dudoso que esta singularidad tan tanto el inacabamiento biológico poco natural y finalista sea un biencuanto el racional y existencial que paraelhombre» (p.74). En relación le hacen capaz de error, falacia o con la agresividad, como no podía ser maldad y, sobre todo, frustración. La menos, se nos recuerda que el homnaturaleza ha necesitado de un fruto bre «es el viviente más agresor que ha tan inconcluso como el hombre conocido la Tierra» (p.77). para tener conciencia infeliz. Esta es la recurrente peculiaridad antropoEl balance se resume así: «Las lógica» (p.174). Parece así que la pulsiones congénitas suelen ocasiomáxima aspiración de la racionalinar desventuras a uno mismo y a los dad estriba en el reconocimiento de demás» (p.61). Parece razonable, en su esencial insatisfacción. consecuencia, que el ascetismo aparezca como una tabla de salvación Todos los intentos de descubrir frente a la dañina violencia de las la propia identidad o la secreta natupasiones. «La experiencia de la raleza de las cosas quedan así truncaHumanidad confirma su valor felicidos. «La ansiosamente indagada identarlo y su aprecio social» (p.350). tidad propia es constitutivamente Para terminar, sería falso no aporética. Y la alternativa no es reconocer que el libro incluye algumenos grave: si se abdica de la búsnas flechas de salida en el laberinto queda, se cae en una alienación total. de la existencia, aunque, eso sí, basOtra menesterosidad exclusiva del tante disimuladas. Ocasionalmente, hombre» (p. 152). No es difícil imapersonalidades eminentes despunginar el valor que se da al idealismo tan por encima de la mediocridad de filosófico: «Ni una herramienta, ni sus congéneres. La vida después de un fármaco, ni una brizna de hierba la muerte aparece como un enigma han nacido de las grandiosas y suceopaco, pero que no cabe descartar sivas construcciones de un Scheenteramente. El reconocimiento de lling, por ejemplo. Tales arquitectula finitud es, en cualquier caso, el ras conceptuales sirven de evasión y único camino de sobrellevar la tan aun de medio de vida para ciertos quebrantada condición humana. En ingenios sutiles; no hay que pedirles definitiva, todo un canto a la humilmás» (p.301). dad y a la desesperanza. El único asidero que se vislumbra entre tanta perplejidad es la especie JESÚS DE GARAY biológica: el bien de la especie humana en su más descarnado biologismo. Es bueno para el individuo lo que conviene a la especie. «Los preceptos de la moral y, consecuentemente, del Derecho se fundamentan en el bien de la especie» (p.219). «El bien general experimentable es el bien de la especie humana y ese es el criterio para establecer limitaciones a la libertad individual. No atentes contra la especie sería la formulación negativa del imperativo fundamental al que debe atenerse todo comporEl famoso financiero está cubierto de tamiento individual y toda actuación dinero, pero está desnudo de ideas. normativa» (p.211). Algo así como Se inventa un fantasma y sostiene: un utilitarismo al servicio de la espe« El fundamentalismo del mercado es cie. Una acción es buena si conviene una amenaza mayor para la sociedad al bien de la especie (es difícil evitar abierta que cualquier ideología totaalgún que otro escalofrío). litaria».