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Los mundos y los dias

Enrique Andrés Ruiz

Crítica literaria sobre "Los mundos y los días" de Luis Alberto Cuenca.

File: Los mundos y los dias.pdf

Referencia

Enrique Andrés Ruiz, “Los mundos y los dias,” accessed April 25, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1337.

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Title

Los mundos y los dias

Subject

Libros

Description

Crítica literaria sobre "Los mundos y los días" de Luis Alberto Cuenca.

Creator

Enrique Andrés Ruiz

Source

Nueva Revista 062 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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Antes de que los profesionales de la negra» y, sobre todo, el «Encuentro crítica cumplan con poco más que su del autor con Fernando Arozena», a obligación (ya lo habrán hecho, la aparición de ese libro tan celebraprobablemente, cuando aparezcan do entonces como exclusivamente las líneas que siguen), antes de que celebrado después que fue La caja de la rueda de las recensiones complete plata. En verdad se trataba —lo una vez más la previsión bastante recuerdo ahora, y como decía Riquer férrea de sus giros; antes, en fin, de de alguno de sus gozos lectores, sólo ver repetidas las explicaciones y desearía no haberlo sentido nunca comprobar que la pereza ha vuelto a todavía— de un nuevo escalofrío, recurrir a un puñado de anotaciones muy nuevo y muy antiguo, muy de un bien conocidas (y generalmente tiempo por llegar y muy de otro tiemacertadas) para acabar a la postre po que parecía volver a visitarnos quitándose de encima la circunstandesde el remoto país en el que creíacia de que un poeta mayor y una poemos olvidados los viejos vuelcos del sía mayor de nuestro fin de siglo prealma que nos hicieron un día sentirsentan la selección de su trayectoria nos amigos de la poesía y leales a su en los últimos veinticinco años, uno causa. La poesía volvía entonces con quisiera ser Víctor Hugo para decirsu novedad de siempre, con su actuale a un nuevo Baudelaire: «Vous lidad —que no era otro el sentido con créez un frisson nouveau». que Baudelaire pensaba distinguir lo moderno—, con ese carácter fatal Pero ese saludo tiene, claro, una por el que viene a coincidir siempre mitad imposible. No es imposible, sin con el sonido del tiempo y al que sirembargo, añadir algo, decir algo más, ven más bien de poco las violencias intentar por un instante volver a ser teóricas y el voluntarismo especulatan sólo el lector estupefacto y asomtivo sobre lo que debe y no debe brado que en 1985 leía «La herida», hacerse, a los que nos tiene tan acos«Conversación», «La película», «El tumbrados la rancia modernidad del otro barrio de Salamanca», la «Serie tor, Cansinos, cuando decía del procanallismo amoroso, y los de despio Goethe que era «un pájaro que pués, en los que volvieron a cobrar se anima a cantar oyendo a otros y vida los personajes de las lecturas que difícilmente cantaría en un helénicas o germánicas, policiacas desierto». Ahí estriba, creo, la posio góticas, sus criaturas se reúnen bilidad de una poesía eminentemenen una especie de dramaturgia que te social, política incluso (por eso es aspira a representar el mundo —el épica), que por primera vez no es una Mundo—, más que el mundo del poesía de protesta. Y por esa falta del poeta. De ahí la vocación católica, sentido moderno de la propiedad ecuménica, universal, general, de estética y por la falta del «complejo toda su poesía, que no tiene mucho psicopático de la preocupación de la que ver con advocaciones religiosas, pureza», siempre pienso en Goethe evocadas, por lo demás, muy melancomo en el faro real y modélico de la cólicamente, como si fueran «una poesía de Luis Alberto, más aún que luz que se apaga», en maravillosos en Borges, con el que ciertamente poemas de su último libro. Y eso ocucomparte aquella economía de agrerre precisamente porque el poeta es gación, la claridad inteligible y la un defensor, un épico y caballeroso autonomía particular del poema; defensor de la civilidad más que de la más aún que en Rubén, con el que naturaleza, un adalid de la cultura y comunica sin duda su libertad, su fledel lenguaje como centros de la susxibilidad para decirlo todo, para tancia que nos pone en pie, la que hablar de todo, su impureza, ajena a nos hace, mucho más de lo que nosocualquier enfermedad del lenguaje, y tros podamos hacerla; un clásico que al que siempre he visto homenajeasacrifica la originalidad personal a la do, por recuerdo de «Al rey Óscar» continuidad y repristinación del («Mientras el mundo aliente, mienlegado que nos constituye, que nos tras la esfera gire...») en el maraviconvierte única y específicamente lloso poema que ahora se titula «La en hombres, como se encarga de despedida». declarar en ese espléndido «Debajo de la piel». El poeta firmaría, pues, Goethianamente, Luis Alberto aquel epigrama en que Goethe retrade Cuenca imita creando, se anexiotaba a «Los originales» («... no hay na provincias (así se llamaron, en muerto al que algo le deba. ... Soy tiempos de Goethe, las parcelas de necio a nativitate sin que nadie la expresión y del conocimiento), y culpa tenga») y también, como lo hace como lector antes que como ideal, las palabras de su gran traducpoeta, las hace productivas —por reacción— en su propia síntesis, en para ser copiados y recordar para ser esa síntesis que a despecho del egoísrecordados», y todo por haber primo personal del artista, es capaz de mado las derivas sobre las identidar cabida —«preferiría beber en dades, las marginalidades y los exotodos los vasos», decía Cansinos— a tismos (incluido el misticista) sobre Homero y a Juan Eduardo Cirlot la unidad medular de todas las épo(recordado explícitamente en «El cas, para la que toda realidad —y esa prisionero»), a Bertrán de Born y a es la realidad del mito— es sentida y Manuel Machado, a William Beckvivida, y así ha sido para todo clasiford y a Gilgamés, a Horacio y a la cismo, como contemporánea. Para Flor Azul de la poesía inglesa. En ese un talante clásico, y Luis Alberto de escenario, las criaturas, vivas por el Cuenca es nuestro clásico, escribir amor al detalle y a la particularidad, claro equivale a pensar con la exactino desdicen su condición de persotud que percibe la nitidez de las difenajes, como si el mito, el tipo y el rencias, y esa escritura resulta insearquetipo que representan fuera la parable del amor al oficio, al aprenúnica condición para la esperanza dizaje, a la intención voluntaria de de su felicidad en este mundo. Fuera escoger y distinguir, de decir y reprede allí, el aire se hace irrespirable y sentar, y también inseparable del letal; fuera del cielo de la literatura, amor a la superficie de la vida (el clade la imaginación, del coraje de las sicismo es un arte de la superficie), palabras, no hay sitio más que para la de ahí que nuestra banalidad y la de angustia y la soledad que asedian al nuestro tiempo, cuyo espejo son poeta y a sus criaturas en los muchos de estos poemas, sea tan momentos en que se hace necesario trascendente, y todo ello contra los uno de esos poemas de ánimo entre cielos y los abismos en los que se los que se encuentran muchos de complace ese incierto, abstracto, mis preferidos: «Optimismo», verpatético y afásico «creador profunsión del culto Lucilio, o «Álzate, do» que suele ser el impotente y corazón», que lo es del encorajinado arrogante artista de nuestros días. Arquíloco, o el impagable y cordiaNihil novum, decía el Eclesiastés, lísimo «Volveremos a vernos», o el un libro escrito «desde el fondo de reciente «Vive la vida». una fosa, en el zulo de la vida», un Como decía Santayana, en nueslibro que Luis Alberto prefiere, por tro tiempo «la religión y el arte han su dolor y por su angustia, al Cantar perdido las alas. Han olvidado la de ios cantares y a su idealidad de vieja máxima de que debemos copiar amor literario. Y nihil novum parecen decirnos desde el otro sueño, el desde la confianza en nuestro lenguasueño de despiertos, el sueño de los je el imposible de su salvación, no ojos abiertos, en cuya tersa y diurna sería ni concebible siquiera la nuestra claridad —que contribuye a subracomo especie. Por eso, por remachar yar aún más la extrañeza, el inagotaen eso, un buen día se me ocurrió ble asombro, el enigma, en fin, que emparejar a Dis Berlin, un pintor se siente ante la vida— habitan las celebrado por aspectos de su pintura criaturas de estos poemas, incluida que siempre me suscitaron un parala suicida Isabel; Rita, la antigua gone con la poesía de Luis Alberto: novia muerta; la bruja de Madrid; su figuración, su síntesis abarcadora Sonja la Roja; el perro Nicanor; de referencias, su sentido de la absoJoker, al que conocí dando saltos en luta contemporaneidad de todo, su la plaza de Colón; Carmen, que afán de minuciosa nitidez, su quesoporta su martirio y es sorprendida rencia hacia Chirico (el sueño de como los demás en el instante que despiertos de los metafísicos italiaGoethe llamaba pregnante, grávido nos), hacia cierto pop dandy (siemde emoción narrativa; incluido tampre imaginé «Gudrúnarkvida» o bién el propio poeta, que se transfi«La malcasada» pintados con el pingura como el resto del reparto en cel frío de Alex Katz), hacia los sujeto de la ficción. Un nihil novum tebeos, hacia la novela gótica... El al que sólo una poesía muy antigua y resultado del encuentro fue el fotosiempre actual puede convertir en el montaje astral y diáfano que ilustra omnia nova (no sé por qué recuerdo la cubierta de Los mundos y los días. ahora los papeles de Sánchez Rivero) Dentro de este libro —permítaseme que la incesante primavera del haber sentido esa mínima complicimundo exige de un arte que se quiedad— están los poemas de quien ra más largo que la vida. mejor ha conseguido renovarnos la emoción ante el escalofrío de El amor, y la vida, son todo encontrar un verso en el que se dice menos literarios, pero sin su repre«amor mío». sentación, sin la esperanza que anima