Nueva Revista 061 > Las nieblas de la Purísima

Las nieblas de la Purísima

Antonio Pereira

Relato corto "Las nieblas de la Purísima" de Antonio Pereira.

File: Las nieblas de la Purisima .pdf

Referencia

Antonio Pereira, “Las nieblas de la Purísima,” accessed April 23, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1314.

Dublin Core

Title

Las nieblas de la Purísima

Subject

Relatos

Description

Relato corto "Las nieblas de la Purísima" de Antonio Pereira.

Creator

Antonio Pereira

Source

Nueva Revista 061 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

Document Item Type Metadata

Text

Las nieblas de la Purísima ANTONIO PEREIRA Para Antonio Linage que parecía pesada, como sólo puede A CASA que fuera de mis abuelos serlo una maleta de libros. Y con la Len el valle del Valcarce se venía carretera y el pueblo y la casa metidos abajo por el peso de los años. Yo no en un pozo de niebla. Sobre todo la tenía para pagar a los retej adores ni la niebla. Se quitó la capa, una prenda contribución. La invención de las cortesana como de Amigos de la Autonomías y toda esa historia me Capa, y echó una mirada alrededor trajo propuestas tentadoras. Si yo concomo quien toma tierra y necesita sentía en abrir la casa a turistas, tendría orientarse. Luego palpó nervioso los exenciones e incluso subvenciones. bolsillos de su ropa, el ademán de Baños nuevos, instalación eléctrica quien comprueba: cartera, papeles, para que los plomos no saltasen a cada quizá las pastillas que casi todos llepaso y calefacción, ¡calefacción en vamos. Se acercó al fuego de troncos toda la casa! Rellené papeles y firmé y de roble que ardía en la chimenea. puse mi DNI. A la casa familiar en Donde yo esté, ni yo ni mis prójimos Mazos del Valcarce la pusieron en las pasaremos frío. Avivé la lumbre con guías de alojamientos rurales. A mí el atizador, antes de poner en marcha me quedaba un área suficiente para la caldera central. En cuanto a cargar uso personal, y la esperanza de que con la maleta hasta la habitación, con las malas comunicaciones apenas confieso que me hice el desentendisi funcionaría la hipoteca de recibir do. Podría haberme excusado con huéspedes. Una esperanza fundada, que «la casa tiene poco personal». como se vio muy pronto, y más al acaPepa de Cantos, y gracias, que me barse aquel verano, que era el primero cocinaba y hacía una limpieza poco de mi compromiso. fanática. Un anochecer de diciembre, cuanHay pote de berzas y costillas de do era impensable que se presentase cerdo adobadas —rezongó la mujer nadie, aquel viajero apareció como un cuando vino para dejar preparada la fantasma. No se había oído ningún cena. coche, el viajero no venía a caballo ni —¿Y escabeche? —se me ocurrió. en bicicleta ni en moto, y era raro que Truchas. —Pepa de Cantos era caminara a pie con aquella maleta lacónica cuando algo le parecía un del año, ahora por culpa de la meteodisparate. rología. Y sólo estábamos en el tercer día, se dice «las nieblas de la PurísiMandé añadir unas truchas en ma» porque ocurren invariablemente escabeche, de estar metido en este alrededor del 8 de diciembre, justo un negocio me gustaba quedar como un novenario de nieblas bajas algodocaballero, y así me lucía el pelo a la nando de un gris opresor el curso del hora de hacer balance. Con naturalirío y sus alrededores. Es un tiempo de dad nos sentamos juntos a la mesa el trabajo para los loqueros de Ponferrahostelero y el huésped inesperado. da y las ambulancias todo terreno, Pero nos tratábamos con ceremejor prevenirse uno mismo con un monia: vino decente. Otra medicina: escribir Sírvase usted, señor. eso que llaman creación, cuentos o Y él a mí: poemas, mejor poemas. Pero lo escriEs usted muy amable, este caldo to en vigilias así podían ser arrebatos resucita a un muerto. que no decían nada en la tardía El huésped era frugal. Repitió del mañana siguiente, como si la luz que caldo, alabó el pan, mitad trigo mitad se colaba por las ventanas, mínima centeno, pero las costillas las rehusó incluso a la hora del mediodía, bastasin apelación. Tampoco iba a entrarra para borrar el texto nacido en el les a las truchas, pero de pronto se desorden. animó a probarlas. Fue cuando le dije que eran pescadas (capturadas) con El cuarto día. El quinto día. El ingenio por los monjes de Orivia y sexto día de la novena. comercializadas en Sarria, quizá con Me alegro de que se encuentre participación del convento. bien en la casa, puede quedarse el Ora et labora —sentenció sin la tiempo que quiera. falsa unción de los clérigos, y poco Debería haberle propuesto que después me dio las buenas noches en nos tuteásemos. latín, bromeando y con la facilidad de Si por mí fuera me quedaría para quien lo tuviera de lengua materna y siempre —aseguró él con mucha firmede diario. za—. Pero no miremos el calendario. Yo llevaba tiempo sin relacionarVivíamos todo el día como si fuera me con gente que pudiera decirse noche cerrada, encendidas las luces afín. Me quedé a solas junto al fuego eléctricas. que a esas horas presidía la vida menIncluso con este tiempo le enviguante de la casa, pensativo, bebiendio a usted su forma de vida —dijo—. do. Bebiendo más que en otras épocas Y no diré que cambiaría la mía por la ver más allá de unos metros. Otras suya, porque usted saldría perdiendo y horas del día las pasaba en su cuarto sería engañarle. sin dar más señales de vida que perióYo le había contado ya mí aventudicos y breves pasos que la tarima ra. En Madrid vívía en un piso de recién restaurada dejaba oír, probaMalasaña, encima de un pub con bles treguas en la lectura, quizás en la música horrible y macarras, y veía escritura de qué sé yo qué. Mi condicrecer el ejemplo de gente de pluma ción de hostelero era postiza, pero que se aisla en una aldea o en un casesupuse la regla sagrada de que en su río, con el recurso del ordenador y el cuarto tiene el huésped un recinto fax para comunicar con su editor o su inviolable. Yo andaba a lo mío, no agente literario. En mi caso sería con podía decirse que vivir en Los Mazos el periódico, unas colaboraciones de Valcarce fuera estar en el ombligo medio fijas con las que salía adelante. del mundo, pero me bastaba ver y Me instalé en Los Mazos con volunescuchar los noticiarios del día para tad de permanencia y dejé una invitadespachar mis artículos de opinión. ción a contados amigos íntimos: que Una noche oí que en una tertulia de podían venir a verme y quedarse la radio me aludían: «ese periodista algún tiempo. Sólo me vino uno y que escribe pegado al terreno», y para un trasnoche, aunque en las tertodavía me dura la risa. El almuerzo tulias madrileñas hacían ellos mucho lo hacía cada cual a su aire, lacón menosprecio de corte y alabanza de frío o empanada que Pepa de Cantos aldea. nos dejaba a mano. La cena, en camTampoco era sincero el fraile bio, nos reunía a los dos hombres de Guevara —dijo el huésped—, que la casa. más anduvo por Toledo o Granada o Valencia que por los curatos de las En la hora de mi buen apetito, un diócesis en que fuera obispo. —Su poco me fastidiaba la frugalidad del voz se hizo más grave al entrar en la otro, casi ostentosa. Después del reflexión propia—: La vida serena, la caldo, pan y queso de cabra bastaban del hombre que ama de veras la intipara contentarlo. De acuerdo, pan y midad consigo mismo, eso, amigo queso de cabra no es una mala coyunmío, es un carisma y no a todos se les da. ¡Pero regados con vino! El homconcede. bre que tenía enfrente, ni olerlo. Hablábamos o callábamos, lo que sigEl madrugaba y salía de la casa, nifica sentirse a gusto, cada cual con ahora con una zamarra tosca de punto su independencia. Sin mujeres, sin las de lana, y daba paseos largos por la presiones de una familia. Que a los ribera, aunque la niebla no le dejaría dos nos sobraran las mujeres no nos lo Accedió al momento, le presté un llegamos a decir claramente, pero sí bastón fino e historiado que trajo de recuerdo rasgos que fuimos confesánCuba un militar de nuestra familia y donos y que en algunas cosas hacían para mí eché mano de una cachaba que nos pareciésemos. Su padre era ordinaria comprada en San Miguel de apasionado y brusco; mi padre tenía Cacabelos. El huésped tendría como momentos de cólera irreverente, atesesenta años y trepaba con una facilinuada por eufemismos («¡Cristo dad envidiable. negro! —juraba mi padre —, y como Por estos caminos anduvieron Cristo había sido blanco...). El huéshace siglos los eremitas —dijo. Y unos ped, de niño, admiraba los trenes. En versos romanceados y de sabor lejamí fueron afición que todavía revivo. no—: Por la cuesta de Pradela va San Y su fantasía infantil de la Virgen que Valerio con un cayado en la mano y se te aparece, ¡como la mía! un libro por compañero... Pero más que nada, la misma desaEra una voz abadenga que sonaba zón por haber dedicado nuestra vida, con autoridad entre las peñas apenas o una parte importante de nuestra visibles, como si el que venía por la vida, a quehaceres que no se correstrocha detrás de mí fuera el mitrado pondían con nuestras ilusiones. De de Carracedo, y la espesura se hizo mi caso no quiero hablar. El huésped aún mayor cuando recitó en latín; no aclaró en qué se ocupaba realmenentre las nieblas sonaba y resonaba el te, deduje que en algo liberal y rentatestimonio de nuestra Etheria o Egéble, pero más se veía en él al intelecria, una viuda de pelo en pecho que tual puro, al historiador fiel o al poeta en tiempos remotos se largó de turista inventor de sueños. hasta Jerusalén y Constantinopla, ItaEl día octavo de la novena, como que ergo duxit me primum ad palatium aquí se sabe de generación en generaAggari regís... ción, las nieblas pesan físicamente Pero ya alcanzábamos lo alto, el como una losa y pueden machacar los mundo se aclaraba poco a poco, luego nervios más templados. Pero también fue una explosión del sol que sólo ocurre que en la primera hora de la para nosotros los del valle había dejatarde están en el nivel más bajo, y un do de existir durante días y ahora nos alpinismo no muy arduo basta para decía: aquí he estado siempre, y nos liberarse de la humedad ominosa. cegaba. La luz. El calor. Incluso el ¿Le importa que el paseo de hoy olor del sol. Todo por debajo de nosolo hagamos juntos y cuesta arriba? tros era un mar, pero mirado desde Hay algo que me gustaría enseñarle. aquí era un mar muy limpio, y en el horizonte más alejado lo surcaban brillaba fugazmente como si nos barcos fantásticos, por si no fuera bashiciese un guiño. Miré el reloj: tante la belleza intocada de las nubes. Es el vuelo MadridSantiago. Los mástiles que allá sobresalían eran El avión iría cargado de pasajeros torres, yo sabía qué torres principales que ignoraban nuestra pequeñez en la y las desgranaba: la torre de la colegiamontaña encendida. ta de Villafranca con campanas que Y cartas— dijo mi compañero de voltearon por el Virrey de Nápoles, la escalada—, seguro que también lleva torre de San Nicolás el Real, los to correo. Las cartas, los viajes. Tengo rreones del castillo de Peña Ramiro... cartas del capellán de un penal paraguayo, ese sí que es un lugar solitario, Por suerte, al bolsillo del pantalón acaso el paraje más solitario del plame había echado la petaca del coñac. neta. De Mandela, escritas en su A hurtadillas le pegué un tiento, se reclusión, que tampoco era un sitio me serenó el discurso, no me gusta muy acompañado. O del benedictino ponerme retórico. Nos sentamos en más viejo de toda la orden, 106 años y unas piedras altas, puestos a mirar, su caligrafía un primor. también a que el sol nos mirase a nosotros. Un perrillo sin raza —un Yo pensaba en los ámbitos que perrillo mil leches— vino de no se hasta hace poco tiempo fueron mi sabe dónde y se nos acercó con juguevida, en el periodismo de primera teos tímidos. línea, entonces sí, metido en la acción. Las palabras del huésped me estaban Vi que mi acompañante se entertrayendo nostalgia del mundo. necía con el chucho. ¿Usted cree en la resurrección de Y en seguida, nostalgia de Madrid. los perros? Tal como suena, de Madrid, cuando le No recuerdo mi respuesta. Ni escuché el recordatorio de sus taras siquiera si hubo respuesta. Le gustaba urbanas: proponer enigmas que quedaban bai¡Allí no se puede vivir! lando en el aire, como las partículas Se ha dicho mil veces y se seguirá de polvo en una rendija de luz. diciendo. Pero él lo remachaba: En cierto momento el perro canei¡Usted ha sabido liberarse a ro ladró hacia el cielo y esto no lo tiempo! había visto yo nunca: ladrarle a un Madrid es horrible, una ciudad coche, a una bicicleta, a una moto, sí. donde todos desayunamos en las cafePero a un avión. El aparato dejaba terías pisando papeles sin barrer y atrás una estela blanca de geometría hablando muy alto, pero el relator perfecta y de vez en cuando el fuselaje que tenía a mi lado en la soledad agreste seguía el tío en ese Madrid, habíamos dejado poco antes, pero moviéndose en el Madrid de todo el nosotros volvíamos distintos. No me año por el Círculo y el Gijón donde a pregunten por qué estoy hablando en mí me habrían olvidado los camareplural de nuestros sentimientos. En la ros, y asistía a no sé qué comidas de los cena mi compañero se levantó a llamarcianos en la Quinta del Sordo, mar por teléfono. La mañana siguiente había viernes en que se sentaba a la desperté más tarde que nunca (aquella larga mesa amical de una tertulia que noche había bebido más que nunca), y llaman Contra Aquello y Esto, y la Pepa de Cantos me avisó que el clienPeña Chicote, y los Amigos de Julio te se nos había largado. En la habitaCamba, todo en la capital más ensorción número 4 encontré una Vida de decedora y desordenada de Europa, Priscihano que me dedicaba el autor y en la más animada y conviviente y un manojo de separatas también dedidifícil de olvidar... cadas. Del importe del hospedaje, ni acordarse, y no me chocó para nada. El sol empezaba a ponerse y emprendimos el descenso perezoso. Se fue en un coche que conducía Marchábamos uno detrás del otro, una señora rubia —puntualizó Pepa cada cual con sus pensamientos callade Cantos—, en el coche iba también dos. La entrada en el pozo fue de un perro de casa rica y llevaban las repente y sentimos como un golpe en luces amarillas abriendo la niebla. el pecho. Era la misma niebla que Empezaba mi cuenta atrás. o»