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Genuino sabor americano

Javier Zulueta

De cómo afecta el cáncer de pulmon en la sociedad española, una realidad muy dura cuyos casos aumentan cada día. El problema reside en que la sociedad no tiene una conciencia negativa ante el tabaco.

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Referencia

Javier Zulueta, “Genuino sabor americano,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/607.

Dublin Core

Title

Genuino sabor americano

Subject

Panorama

Description

De cómo afecta el cáncer de pulmon en la sociedad española, una realidad muy dura cuyos casos aumentan cada día. El problema reside en que la sociedad no tiene una conciencia negativa ante el tabaco.

Creator

Javier Zulueta

Source

Nueva Revista 033 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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Humo mortal Genuino sabor americano Por Javier Zulueta oca gente reconocería a Wayne McLaren por su nombre, pero muchos lo han visto multitud de veces montado en su caballo mientras anunciaba el auténtico sabor americano de Pcierta marca de cigarrillos rubios. Este vaquero, cuya imagen transmitía seguridad y fortaleza, sucumbió a un cáncer de pulmón causado por el producto que tan glamorosamente anunciaba. Poco antes de morir, hace ahora un año, el Sr. McLaren se quejaba en una entrevista de no estar bien informado de las consecuencias que acarreaba fumar hasta que fue demasiado tarde. En Estados Unidos este argumento no es del todo válido puesto que en los últimos 30 años las campañas informativas sobre los efectos perjudiciales del consumo de tabaco han sido masivas e insistentes. Gracias a ello ha disminuido de forma considerable el porcentaje de personas que fuman, aunque todavía lo hacen la cuarta parte de los adultos y sigue aumentando el número de nuevos fumadores adolescentes. En España la situación es mucho más grave porque no hay una mentalización pública contra el tabaco. En Estados Unidos el fumador es considerado poco menos que portador de una enfermedad contagiosa, mientras que en España fuma una gran parte de los médicos y enfermeras y se permite fumar en edificios públicos, incluidas las Facultades de Medicina. Menciono específicamente a los médicos puesto que si ellos no ven el problema, ¿cómo lo va a ver el resto de la población? Sin llegar al extremo norteamericano, es preciso que en España cambiemos la actitud de la mayoría, lo cual sólo se conseguirá con información veraz y al alcance de todos. El ejemplo médico No basta con decir que fumar es perjudicial para la salud. Con ello se equipara el consumo de tabaco con las dietas ricas en grasa, o con el estilo de vida sedentario que, desgraciadamente, padecemos en Occidente. Fumar es mortal. Ahí están las estadísticas de la Sociedad Americana contra el Cáncer. El tabaco mata a más gente que el alcohol, la cocaína, la heroína, los homicidios, los suicidios, los accidentes de tráfico, los incendios y el sida combinados. En Estados Unidos se calcula que van a morir de cáncer de pulmón unas 150.000 personas durante el año 1993. Además, el cigarrillo está directamente relacionado, o es el causante, de otras 300.000 muertes por otras enfermedades como el infarto de miocardio y el enfisema. Por otro lado, se ha descubierto recientemente que niños expuestos al humo del cigarrillo de los padres tienen nicotina detectable en la sangre y sufren ataques asmáticos con más frecuencia y de mayor severidad que niños de padres que no fuman. También se ha demostrado en varios estudios epidemiológicos que personas no fumadoras tienen mayor riesgo de sufrir cáncer de pulmón cuando están expuestas al humo exhalado por fumadores. El problema es muy complejo, debido al poder adictivo de la nicotina. Uno de los signos más característicos de cualquier adicción es la negación de la realidad. Dejar de fumar es muy difícil, pero si uno no está convencido de que debe hacerlo, es prácticamente imposible. Por esta razón, con prohibiciones se consigue muy poco aunque, limitando los lugares donde se permite fumar, se protege a los que no fuman, no sólo de la incomodidad del humo, sino de los efectos dañinos antes mencionados. Pero, en cambio, no se conseguiría reducir el consumo de tabaco, lo cual debe ser el objetivo primordial. Para ello hay que cambiar de actitud general ante el tabaco y de esa forma, eliminar en lo posible la negación de la realidad. La iniciativa en esta lucha debería tenerla el gobierno español y los gobiernos autonómicos y municipales, aunque probablemente sean estos dos últimos los que puedan realizar la labor con mayor entusiasmo y, por tanto, eficacia, al no ser dueños directos del monopolio de Tabacalera. Los objetivos de dicha ofensiva serían dos: prevenir que los jóvenes empiecen a fumar, y conseguir que los adultos que ya fuman lo dejen. Tres son los grupos de población a los que habría que dirigir las campañas informativas con mayor énfasis. En primer lugar, los médicos y demás personal sanitario. A estos habría que presionar más que informar, puesto que la información se supone que ya la tienen. Mientras que fumen tantos médicos españoles, poco se le puede exigir al resto de la población. Los otros dos grupos son el profesorado escolar y los padres. Estos colectivos pueden neutralizar con mayor eficacia las campañas publicitarias de las compañías de tabaco que estratégicamente están dirigidas a niños y adolescentes, siempre asociando el consumo de cigarrillos con imágenes de cuerpos atléticos y sanos practicando deportes. El proceso será muy lento y los resultados tardarán en llegar, pero en países como Estados Unidos, donde empezaron hace 30 años, empiezan ya a notarse. Como nota final, sirva una paradoja que Wayne McLaren no llegaba a entender: ningún ejecutivo de RJ. Reynolds, gigante compañía de tabaco norteamericana, es fumador. Por algo será. •