Nueva Revista 108 > Los límites del capitalismo

Los límites del capitalismo

Miguel Janer

Opinión del libro "El capitalismo ¿es moral?" de André Comte-Sponville

File: Los limites del capitalismo.pdf

Referencia

Miguel Janer, “Los límites del capitalismo,” accessed October 6, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2895.

Dublin Core

Title

Los límites del capitalismo

Subject

Literatura

Description

Opinión del libro "El capitalismo ¿es moral?" de André Comte-Sponville

Creator

Miguel Janer

Source

Nueva Revista 108 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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La consideración de la verdadera naturaleza del deporte nos lo manifiesta situado en el mundo del ocio, precisamente contrario al negocio. Cierto que en el deporte de elite y, en particular, en el fútbol profesional, el aspecto formativo personal cede ante su carácter espectacular. Sin embargo, la condición de espectáculo no desnaturaliza al deporte; éste siempre ha sido un espectáculo, lo que lo hace trascender al ámbito social y lo pone al servicio del entretenimiento. En el deporte como espectáculo se produce una cierta transferencia de parte de cada espectador al grupo selecto de atletas o futbolistas integrados en un club, en virtud de la cual cada uno participa de los hábitos de comportamiento de aquéllos; en este sentido el deporteespectáculo no excluye su función formativa personal, por otra parte, ni mucho menos el entretenimiento es algo negativo, y ni siquiera indiferente, pues viene requerido por la condición humana. Sin embargo, el deporte como espectáculo, ineludibleLos límites de capitalismo miguel janer El filosofo francés André ComteSponville ha elaborado una teoría para dilucidar el dilema en el que se debaten tanto él como otros millones de votantes de la izquierda: ¿cómo conjugar la incuestionable eficacia del capitalismo —que ha permitido extirpar la pobreza de una parte importante del planeta mejor que cualquier otro régimen económico—, con la realidad de que a nadie agrada que la economía de mercado derive tantas veces en lo que se conoce como «capitalismo salvaje». ¿Tiene el capitalismo, por tanto, la obligación de ser moral, para no ser nocivo? Para ComteSponville la respuesta es sencilla: no. Es cuestión de órdenes. El filósofo francés distingue cuatro en la sociedad: el primero, el científicotécnico —en el que se incluye la economía y, por tanto, mente se traduce en estructuras técObtener dinero no debe nicas de organización y burocracia, ser el objetivo social del club tanto en el plano nacional como en y menos que los dirigentes el internacional. Se plantea entonse enriquezcan directa ces un difícil equilibrio entre la nao indirectamente. turaleza de la actividad deportiva orientada inequívocamente a la persona y las necesidades derivadas de las estructuras organizativas para procurar el espectáculo, también dirigido a satisfacer a la persona. Pero se acrecienta el riesgo de subvertir la jerarquía de los órdenes a los que el deporte se adscribe, con la consecuencia de que el rango conferido a la economía sea más elevado con respecto a cualquier otro. Podemos llegar a creer que no sucede nada que no sea desgraciadamente común respecto de cualquier otra dimensión de la realidad, el capitalismo—, que se rige por su normas técnicas y científicas. Aunque para ComteSponville este nivel no puede «limitarse» a sí mismo —o definir sus propios límites—, porque es evidente que no todo lo que «puede» hacerse, «debe» hacerse. Aparece así el orden políticolegal, que limita desde fuera al científico y a su vez está limitado por el moral —el orden del deber—; y éste último por el ético —el orden del amorLos cuatro son independientes y no se pueden EL CAPITALISMO mezclar sus reglas si no se quiere caer en lo que ¿ES MORAL? ComteSponville llama «la tiranía» o «el ridículo». ANDRÉ COMTESPONVILLE Si el amor entre las personas se pone como princiEdiciones Paidós pio de gestión de una empresa —en lugar de la renBarcelona, 2004, tabilidad y la eficacia—, se cae en el ridículo. Pero, 264 páginas especialmente cuando se rompe y desarticula la armonía de la que depende la integridad de la persona. No parece lógico, pues, que tantos comentaristas se sorprendan sobre todo con ocasión del mal papel de la selección absoluta de fútbol en sus últimas actuaciones. Subrayan esta circunstancia poniéndola en comparación con los éxitos de la selección de baloncesto, sin reparar en que este deporte no ha llegado hasta ahora a la desnaturalización sufrida por el fútbol. La conversión de éste en negocio, su pérdida de sentido, en definitiva, su corrupción, tiene efectos perversos en diferentes aspectos. ¿Para qué se crea un club de fútbol? Está claro que el dinero es necesario para llevar a cabo los proyectos que los hombres se proponen en la vida. También es imprescindible cuando el proyecto es un club de fútbol. Pero obtener dinero no debe ser el objetivo social del club y menos que los dirigentes se enriquezcan directa o indirectamente. Éstos deben procurar si la relación entre las personas se rige exclusivamente por razones económicas, se cae en la tiranía. Por otro lado, también es evidente para el autor que los órdenes se relacionan entre sí pero no se deben mezclar sus reglas. Por eso el capitalismo, que se encuentra dentro del primer orden, sólo debe regirse por la eficacia, que se concreta en la rentabilidad. La intromisión de la legalidad, la moralidad o la ética en el campo de la economía sólo produce sonados fracasos. Ocurre igual en sentido inverso: no hay que permitir que el capitalismo imponga su reglas en el mundo de la política y los legisladores, ni en los ámbitos de la moral y la ética. De lo contrario se producen situaciones «tiránicas»; como la del deporte profesional, donde un ámbito moral: la realización de una actividad que supone esfuerzo y superación moral, se ha convertido en un estercolero mercantilista.