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Alberto Paredes, música para un naufragio

Gabriel Insausti

Análisis de la obra de Alberto Paredes, poeta, crítico literario, ensayista y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.

File: Alberto Paredes, musica para un naufragio.pdf

Referencia

Gabriel Insausti, “Alberto Paredes, música para un naufragio,” accessed April 25, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2884.

Dublin Core

Title

Alberto Paredes, música para un naufragio

Subject

Literatura y poesía

Description

Análisis de la obra de Alberto Paredes, poeta, crítico literario, ensayista y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Creator

Gabriel Insausti

Source

Nueva Revista 107 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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Lámpara mágica Alberto Paredes: A • f • musica para un naufragio GABRIEL INSAUSTI lberto Paredes (Pachuca, México, 1956) es poeta, crítico literaArio, ensayista y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha sido profesor invitado de las universidades de São Paulo (19951997) y de Poitiers (20052006) y es colaborador del Centro de Estudios Flaubert de la Universidad de Rouen. Paredes es poeta de un solo libro: su poesía ostenta el título global de Derelictos (no lo busquen en el drae: significa «restos del naufragio», lo que apunta hacia una visión de la existencia como pérdida y desamparo, pero también como búsqueda de una isla de sentido en medio del océano de la incertidumbre). Ha aparecido en tres ocasiones: 1986 (plaquette publicada por la Universidad Autónoma Metropolitana), 1992 (Joaquín Mortiz) y 2004 (Serie Lecturas Mexicanas del cnca). Además, en 2003 apareció Cantapalabra (poemas sobre música), colección integrada y ampliada en el Derelictos de 2004. Su obra crítica es notable: incluye Manual de técnicas narrativas. Las voces del relato (1987), Abismos de papel: los cuentos de Julio Cortázar (2005), Figuras de la letra (1990), Una historia de imágenes: XIV estaciones para llegar a Paradiso (1995), El arte de la queja (1995), La poesía de cada día: un viaje al modernismo brasileño (2000), Una semana en São Paulo (2001) y Una temporada de poesía, (2004). Nada más lejos de Paredes que una actitud profesoral, no obstante. En él hay un sabio sereno y un fino observador de la literatura, preocupado en particular por las cuestiones más artesanales —métricas, prosódicas, retóricas— de la escritura, pero que utiliza su conocimiento del artificio para ocultarlo, disfrazarlo de naturalidad: quien se asome a sus versos no encontrará una fría materia cincelada con irreprochable perfección, sino vida encarnada. El propio poeta da cuenta de su quehacer —ese tránsito de la vida a la palabra y viceversa— en el poema titulado Sencillamente. Los poemas que completan la selección que aquí ofrezco confirman en parte la idea ya clásica de que la poesía hispanoamericana bebe de una doble fuente: todo lo que no es Mallarmé es, en último término, Whitman. Sencillamente, con su exploración metapoética, su olvido de la puntuación, su ausencia de mayúsculas, su disposición espacial, su abandono de la columna única, su idea no sólo acústica sino visual del poema, etc., nos lleva a recordar al último de los simbolistas franceses (y su trasvase a tierras americanas a través de una vanguardia parisina difundida por personajes como Huidobro). Mediodía obliga a recordar el segundo término de binomio: el profetismo y el adanismo de Whitman (nuevamente, filtrado a través de docenas de poetas en lengua castellana, desde Neruda o Rokha hasta Ercasty o, de nuevo, el propio Huidobro); una visión genesíaca de la naturaleza, que parece levantar una inquietante pregunta en un mundo donde se ha decretado la muerte de lo sagrado. Retrato con palabras, de corte más experiencial, completa este bosquejo general de la poesía de Paredes con una visión más moral de la escritura y una aproximación al ser desde lo cotidiano. Sencillamente escribo para que las palabras sean aire y se desvanezcan en la bruma de la página míralas como flamas leves lascas azules por un instante en la hoja ahí tan cerca y después casi nada danzan una nostalgia dedos negruzcos de una caricia tardía que no insiste moldean el viento el blanco azoro un ala perdida ésta y después el tiempo infinito ola tenaz otorgando calma un pequeño vacío eximiendo aquellos deseos (con sus palabras) aligerándolos los nudos de la carne y del sueño desatados en un blanco esplendor Retrato con palabras Cuarenta años has cumplido; y tantos más. Cuántos afanes obediencias y argucias (si numerables son) has tramado como hormiga cobarde y laboriosa para tener tu trozo de mundo? No lo olvides: todos los esplendores son viento colorido franjas de arcoiris como Helena deshaciéndose en aire y ruinas. Hurta este fin de semana al viejo agrio el Tiempo. Festina pronto llama a los amigos encarga flores y música colma la mesa excédete si puedes desamordázate un día (y el amor y el deseo tal vez) y cuando empiecen a cabecear a urdir desatinos abre la puerta a la noche déjate abofetear por la intemperie que Arturo y su cohorte te sacudan como espiga silvestre tal si fueras una espada blandida por un niño danza con las estrellas palpita entre sus luces por un instante por el tiempo que dura un instante Y mañana? En verdad lo ignoras? Te inquieta? Los dioses prudentes han dictaminado desde su distancia: Si algo has trabajado y tus manos y tu pecho están ateridos porque hubo faena festeja y canta desfallece bebe la noche hasta ver el filo de la dulce Aurora eres hierba al viento (al frío viento del otoño) para ti no hay «mañana». Mediodía Un águila del tamaño de un dios lanzó su sombra a la orilla del mar no playa ni palmeras, rocas crestas lacerantes, residuos de cuando las aguas y la Tierra dirimieron sus reinos desde entonces enemigos El águila recorrió el páramo lo abarcó, con alas de fuego, bajo el ojo del equinoccio Su paso recordó aquella era inaccesible a todas las criaturas que sucumbirían si tan sólo las rozara una brizna de aquel fragor caeríamos como pétalos en una tormenta de lava Era una profecía o el anuncio de una raza nueva lo que descendió del éter bajo esa forma intolerable y majestuosa? Entretanto aguas y peñascos proseguían también ellos titanes hiriéndose, triturándose en espuma y arena El ave graznó infinitamente fue el grito de un volcán o toda la pólvora de un navío de cien ejércitos en un golpe instantáneo pero no hubo cenizas ni cataclismo sólo el inmenso rugido el fortísimo saludo de aquel monstruo celeste Desapareció vaciando con el fin de su eco el territorio de su iluminación fue una luz en ave de rapiña No hubo memoria, no hay huella, aconteció más allá de todo tal un espasmo entre astros remotos lejos de testigos que hubieran temblado de pavor y vagarían hoy, entre nosotros, protegidos por la ceguera con que tales visitas se escudan aunque provistos del don de lenguas para balbucear entre los pueblos que un misterio apareció, estalló y ya no existe, en el mediodía perfecto del verano, en el abismo del cielo, nuevamente sellado