Nueva Revista 107 > La cooperación española en América Latina

La cooperación española en América Latina

Aurora Díaz-Rato

Opinión del autor sobre las razones por las que la cooperación española debe permanecer y reforzar su compromiso con América Latina.

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Referencia

Aurora Díaz-Rato, “La cooperación española en América Latina,” accessed March 29, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/2876.

Dublin Core

Title

La cooperación española en América Latina

Subject

Una cooperación eficaz y honesta

Description

Opinión del autor sobre las razones por las que la cooperación española debe permanecer y reforzar su compromiso con América Latina.

Creator

Aurora Díaz-Rato

Source

Nueva Revista 107 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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UNA PRESENCIA CONSTANTE Y REFORZADA La cooperación española en América Latina AURORA DÍAZRATO DIRECTORA GENERAL DE COOPERACIÓN CON IBEROAMÉRICA mérica Latina es un referente esencial para España y una prioridad Aabsoluta para la cooperación española. Esta realidad se mantiene inalterable con el paso del tiempo. Si acaso, el paso de los años no hace sino reforzar la dimensión latinoamericana de la política exterior española. Esta opción de cooperación al desarrollo no está únicamente motivada por razones políticas o basada en la existencia de una comunidad de valores. Esta opción es un elemento esencial del compromiso solidario de España con la lucha contra la pobreza y por la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Mi interés se centra en la exposición de las razones por las que la cooperación española debe permanecer y reforzar su compromiso con América Latina; en contra de algunas corrientes de pensamiento que abogan por la concentración exclusiva y excluyente de los esfuerzos de la cooperación en los países de renta más baja. Todos somos conscientes de las estrechas relaciones de toda índole que aproximan nuestro país a la realidad de América Latina. Algunas de ellas han sido muy manidas y podrían considerarse como excesivamente abstractas. Pero no por ello son menos ciertas. Así que, en primer lugar, conviene recordar el compromiso político de España hacia la región. Cimentado sobre raíces históricas muy fuertes, se renovó con la vuelta de la democracia en España. Un compromiso que se centró, en un primer periodo, en la pacificación y el desarrollo socioeconómico de la región. Desde ese momento, España, además del empeño en fortalecer las relaciones bilaterales que existen con cada uno de los países latinoamericanos, ha trabajado también intensamente en la consolidación del multilateralismo concertado que encarna el Sistema Iberoamericano y ha promovido la asociación eurolatinoamericana como vía preferente de una cooperación multilateral ampliada. España busca una presencia equilibrada de todos los actores en la región y apuesta por el multilateralismo como la mejor manera de lograr los objetivos que un país por sí sólo no puede alcanzar y como vía de fortalecimiento de la concertación internacional. En este sentido, debe resaltarse el punto de inflexión que para el sistema iberoamericano supuso la Cumbre de Salamanca, celebrada en octubre de 2005. Además de institucionalizar la Secretaría General Iberoamericana como organismo internacional, los Estados miembros centraron sus discusiones y compromisos en aquellos ámbitos prioritarios para la región: lucha contra la pobreza y la exclusión social, migraciones y proyección internacional. En segundo lugar, la prioridad latinoamericana responde claramente al sentir de la sociedad española. El compromiso de la sociedad civil española ante las situaciones de catástrofe natural o de pobreza en América Latina es patente. Así quedó consagrado en la Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo de 1998. Esta ley aglutinó un gran consenso político. La cooperación española en América Latina constituye un binomio formado por un sector, la ayuda al desarrollo, y una región, América, que goza de un amplísimo consenso social y político. Esta actitud de los españoles se refleja de distintas maneras. Por un lado, las encuestas de opinión pública muestran que más de la mitad de los españoles afirman que América Latina debe ser uno de los destinos preferentes de la cooperación española. Por otro lado, se observa en la respuesta generosa de los ciudadanos ante emergencias humanitarias en la zona, mediante la acción solidaria de cientos de municipios y de todas las comunidades autónomas, y desde luego a través de nuestras organizaciones no gubernamentales, verdaderos instrumentos del compromiso de la sociedad civil. Por último, la presencia creciente de inmigrantes latinoamericanos en España ha permitido un acercamiento humano a la realidad de este continente, lo que también conlleva nuevas propuestas de cooperación. En este año 2006, por poner un ejemplo de actualidad, la mayoría de los trabajos que se realizan en el seno de la comunidad iberoamericana giran entorno al lema «Migraciones y desarrollo». Esta realidad se complementa con la fuerte presencia de empresas españolas en esta región, lo que supone —más allá de las oportunidades económicas que les brinda— una creciente responsabilidad del país en el desarrollo futuro de Latinoamérica. Finalmente, se debe señalar el impulso que deriva de los principios generales de nuestra política de desarrollo. Al respecto, debemos recordar que casi un tercio de la población latinoamericana —180 millones de personas— vive bajo el umbral de la pobreza. De estas personas, cerca de 60 millones se encuentran en la pobreza extrema, viviendo con menos de un dólar al día. Al margen de todo lo enunciado anteriormente ¿No justifican por sí solas estas cifras la presencia de la cooperación española allí? Con relación a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (odm), aunque se han observado algunas mejoras en varios indicadores, América Latina está rezagada en cuanto al cumplimiento del primer objetivo, la reducción de la pobreza en la mitad, y si se mantienen las actuales tendencias de crecimiento económico modesto es probable que no haya mejoras sensibles en este indicador. Aunque el Índice de Desarrollo Humano promedio de la región (0,77) es relativamente alto, esconde grandes disparidades en capital humano, condiciones sociales y niveles de vida entre regiones de un mismo país, entre ricos y pobres, hombres y mujeres, grupos étnicos y otros, población urbana y rural, etc. Así, en algunas zonas de Latinoamérica, el nivel de desarrollo humano es similar al de los países más pobres de África o Asia. Fundamentalmente, el gran desafío de América Latina es la necesidad de reducir la enorme desigualdad existente. Los desequilibrios de todo tipo, sin parangón en otras regiones del mundo, son la causa fundamental de la pobreza existente, de las dificultades para consolidar instituciones fuertes y eficaces y de la imposibilidad de poner freno a las situaciones de exclusión económica y social. GRÁFICO 1 Progreso en meta de reducir la pobreza en un 50% en América Latina entre 1990 y 2015 40 — 35 30 — 25 — 20 — 15 — 10 — 5 — 0 1990 1999 2015 O Observado á Requerido (50%) UNA POLÍTICA CON UN CLARO ENFOQUE Una vez identificadas DE DESARROLLO HUMANO las razones de la presencia de la cooperación española en América Latina, se debe ser consciente de las peculiaridades de la región y ser capaces de articular una política adaptada a los enormes cambios que la región ha experimentado y a la necesidad de aumentar la calidad y la cantidad de nuestra ayuda. La política de cooperación al desarrollo con América Latina ha pasado a ser menos asistencialista y más dirigida a la creación y fortalecimiento de las capacidades endógenas, y con un claro enfoque de desarrollo humano para que sean los propios gobiernos los que logren las metas del desarrollo. Todo ello siendo conscientes de que no actuamos en solitario. La apuesta por un multilateralismo activo, selectivo y estratégico que hace GRÁFICO 2 Desigualdad del ingreso por regiones (Coeficiente GINI). 1990 Fuente: BID el plan director de la cooperación española es fundamental. Como comenté anteriormente, España, además del interés en el fortalecimiento de los vínculos y relaciones con cada país de la región, ha trabajado en la consolidación del multilateralismo concertado que encarna la Comunidad Iberoamericana de Naciones y ha promovido una política activa y comprometida de la Unión Europea hacia la región de América Latina. Sobre estas bases se establecen las prioridades sectoriales de la cooperación española en la región. Adaptadas a las necesidades de desarrollo de cada país y centradas en los sectores donde más necesario es el fortalecimiento de capacidades. Sabemos que los países socios de la región son capaces de lograr un desarrollo social y económico sostenido e incluyente. La función de la cooperación es ayudarles y acompañarles en este empeño. El primer sector al que me referiré es la colaboración en el ámbito de La política de cooperación al la gobernabilidad democrática. Endesarrollo con América Latina tendida no sólo como apoyo al fortaha pasado a ser menos asistenlecimiento institucional para la reforcialista, y sí por el contrario ma y modernización del Estado, sino más dirigida a la creación y fortambién de legitimación, reconocitalecimiento de las capacidamiento de derechos, creación de ciudes endógenas. dadanía y construcción de espacios de encuentro, prevención de conflictos, etc. Se traduce en acciones de apoyo a procesos de reforma y modernización de las instituciones, capacitación técnica y el apoyo al diseño de políticas. En 2005 se destinaron más de 84 millones de euros a este sector. Destaca en este ámbito la novedad del esfuerzo orientado hacia la promoción de la democracia representativa y al pluralismo político en América Latina. Otro sector fundamental es el que gira en torno a la cohesión social, concepto central para luchar contra las desigualdades. Se refiere a la atención de las necesidades sociales básicas, el acceso al agua potable y el saneamiento, la educación primaria y secundaria, la salud básica, la habitabilidad... y en especial la inserción de los sectores más desfavorecidos. Se traduce en actuaciones dirigidas a mejorar los índices de bienestar e inclusión social y el estímulo al crecimiento de una base social amplia. En 2005 el sector de las necesidades sociales recibió casi el 50% de la cooperación oficial con América Latina, destinándose a sectores tan prioritarios como la educación algo más de 57 millones de euros. Como tercer sector fundamental de actuación, se deben incluir las acciones dirigidas a fortalecer el tejido económico. Especialmente en una región con tantos recursos y posibilidades de crecimiento. Se traduce en actuaciones orientadas hacia las víctimas de diversas crisis, como por ejemplo el Programa de Apoyo a los Productores de Café en Centroamérica; en apoyo al tejido microempresarial, facilitando el acceso al crédito y la democratización del mismo, y en el empuje de sectores emergentes que contribuyen a mejorar la competitividad de las economías latinoamericanas, como por ejemplo las líneas centroamericana y andina de turismo. En 2005, doscientos millones de euros se destinaron a la promoción del tejido económico empresarial. Estas líneas de actuación se complementan con criterios de intervención y prioridades que se deben tener en cuenta en todo programa y acción. Me refiero a la igualdad de género, a la sostenibilidad medioambiental, a la defensa y protección de los derechos humanos y al apoyo a los pueblos indígenas. Elementos que todos los actores deben considerar a la hora de negociar un documento en una conferencia internacional, formular un programa de cooperación, departir con colegas de otras agencias de cooperación, ejecutar un proyecto sobre el terreno... o cualquier otra acción en que se concrete el quehacer diario de todos aquellos que trabajamos en el sector. CONCLUSIÓN Estas líneas se quedan cortas para explicar un sector tan apasionante y complejo como la cooperación al desarrollo en América Latina. Todavía quedarían por analizar elementos fundamentales del diseño de una política de cooperación como son las prioridades geográficas, la decisiva función de todos los actores involucrados: empresas, sindicatos, universidades, etc., y muchos otros. En esta aproximación he querido recalcar dos aspectos cruciales. El primero de ellos: las poderosas razones por las que la cooperación española se mantiene en América Latina; y el segundo: los principales sectores de actuación, que hacen que la presencia española allí se refuerce de manera creciente y constante. Como recientemente dijo Kemal Dervis, administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, América Latina es un banco de pruebas para la cooperación internacional. España, primer donante europeo en la región, refuerza su compromiso allí, consciente de las necesidades de América Latina y con el deseo de ver cumplidos los Objetivos de Desarrollo del Milenio. «• AURORA DÍAZRATO