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En condiciones de decidir el propio futuro

Rafael de Arce, Ramón Mahía

El autor hace referencia a la esperanza de cambio en el futuro económico latinoamericano, sino se quiere descender de nuevo al abismo.

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Rafael de Arce, Ramón Mahía, “En condiciones de decidir el propio futuro,” accessed April 20, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/213.

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En condiciones de decidir el propio futuro

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En condiciones de decidir el propio futuro

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El autor hace referencia a la esperanza de cambio en el futuro económico latinoamericano, sino se quiere descender de nuevo al abismo.

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Rafael de Arce, Ramón Mahía

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Nueva Revista 092 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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ha marcado un antes y un después en el mundo de la comunicación. Sus efectos se viven además con mayor intensidad en la montaña rusa de los contrastes latinoamericanos, en la llamada economía informal, que ha puesto patas arriba muchos análisis estadísticos sobre esta región del planeta, donde hay barrios sin asfalto ni alcantarillado que tienen televisión por cable desde hace muchos años. En un medio ambiente poco regulado y difícilmente regulable, los medios informativos no sólo han evolucionado adheridos a las sensibilidades consumistas de sus audiencias, a veces muy lejanas de los tópicos del primer mundo, sino que han interactuado decisivamente con la población en los vaivenes de la política y de las grandes cuestiones sociales, supliendo a menudo la falta de agentes o mecanismos institucionales adecuados. Con distintas variantes, los medios encierran una de las claves para entender la evolución política En condiciones de decidir el propio futuro por Rafael de Arce y Ramón Mahía Cualquiera que conozca la esperanzadora previsión económica para 2003 y 2004, referido a América Latina, no podrá por menos que preguntarse una vez más: ¿hay alguna esperanza de cambio en el futuro económico latinoamericano o estamos sólo ante una fase ascendente del ciclo de la que, más pronto que tarde, descenderemos de nuevo hacia eí abismo? Para responder con criterio a esa pregunta, sin dejarse llevar por un irreflexivo optimismo, ni tampoco por su contrario, resulta pertinente la lectura de la sección sobre la situación económica deí Anuario de América Latina, del Real Instituto Elcano. La pluralidad de enfoques de los distintos autores que colabolatinoamericana de las últimas décadas y algunas de sus más notables peculiaridades. Guando, hace no mucho, una cuarta parte de la población entre la Patagônia y el río Bravo era analfabeta, se publicaban más de doscientas cabeceras de diarios. El periodismo impreso, de tradición liberal y vinculado a familias más que a gobiernos, fue uno de los factores más dinámicos a la hora de arrancar las libertades civiles a las dictaduras del siglo XX y un impulso del renacer democrático que vivieron la mayoría de las naciones en las dos últimas décadas de la pasada centuria. En los periódicos se refugiaron los únicos vestigios de oposición pública que permitían ias dictaduras más severas de América. ABC Color en el Paraguay de Alfredo Stroessner, que gobernó entre 1954 y 1989; Presencia, en la Bolivia de las juntas de militares golpistas y narcotraficantes; La Prensa de la Nicaragua somocista (y luego de la sandinista) y el rotativo del mismo nombre del Panamá del ran en el número no impide tener una visión ANUARIO ELCANO clara del panorama subcontinental sino, muy al AMÉRICA LATINA 20022003 contrario: esta segunda parte facilita comprenCARLOS MALAMUD (CODR.) der como un todo el complejo sistema econóReul Instituto Eicano mico en el que se debaten los deseos de progredt Estudios Internacionales so y las restricciones propias y ajenas que y Estratégicos experimentan los países de América Latina. Madrid. 2003, 583 páginas Resulta muy indicado iniciar este viaje con la visión siempre completa de la CEPAL. Transcurridos casi dos años del inicio de la crisis económica en la región, José Antonio Ocampo (CEPAL) ofrece un cuidado análisis técnica sobre la gestación y maduración de la misma. Pese a las notables diferencias en el modo de afrontar y superar las crisis los distintos países del subcontinente, el artículo documenta la existencia de un hecho común: la pérdida de grados de libertad en la aplicación de políticas económicas. Esta cuestión no es nueva para ninguna nación del planeta, en eí contexto de una economía general Noriega, incluso hoy en día la oposición más fuerte en la Venezuela sin partidos de Hugo Chave: emana de los medios de comunicación. Y quizá por ese síntoma de falta de prensa independiente del poder político se entiende que sea Cuba el único país donde las reformas del pluralismo democrático no han logrado prender. PERIODISMO Y DEFENSA La historia reciente de las jóvenes demoDE LAS LIBERTADES cracías latinoamericanas está plagada de ejemplos de la simbiosis entre periodismo y defensa de las libertades, tanto en la consecución de los regímenes democráticos como en su defensa. En los años noventa, en el Perú de Alberto Fujimori o en la Guatemala de Jorge Serrano la cnizada contra el «autogolpe» presidencial desde los medios de comunicación, a veces en una especie de carrera de relevos, fue determinante para alimentar la objemundial cada vez más globaliiada, y afecta en mayor o menor medida a todas las regiones económicas, con independencia de su nivel de desarrollo. El problema surge, sin embargo, cuando el inevitable ajuste a un periodo de menor dinamismo (común en casi todo el mundo duran te el 2002), deja secuelas permanentes, esto es, se traduce no sólo en desajustes cíclicos sino en desequilibrios estructurales que, aún recuperado el ritmo económico internacional, impiden retornar con fuerza a la fase de recuperación. En este sentido, preocupan algunas evidencias apuntadas en el examen de José Antonio Ocampo, como la pérdida de peso de la inversión sobre el producto, unida a la caída del ahorro externo o el deterioro estructural del empleo. El diagnóstico invita, por tanto, a revisar las restricciones estructurales —«los siete pecados capitales»— que lastran el despegue de la región, más allá de vientos a favor o en contra. Ese es el objetivo del estudio de José Juan Ruiz, director del área de estrategia y análisis del BSCH, que propone el complicado ejercicio empírico de aproximar, en un índice sintético, la vulnerabilidad política ción ciudadana* en un caso durante diez años y en otro (con ejemplos como Sigío XXÍ en Ciudad de Guatemala) durante diez días. El acoso mediático, o el eco informativo de una presión popular que sin ese altavoz hubiera sido más fácilmente sofocada, sirvió también de catalizador en las revueltas cívicopolíticas que acabaron con la caída prematura de Femando Qrllor de Mello en Brasil (1992), Abdalá Bucaram (1997) y Jami! Mahuad (2000) en Ecuador, Fernando de la Rúa en Argentina (2001) o Gonzalo Sánchez de Lozada, en Bol i vía (200.3). En estos procesos los gobernantes destituidos gozaban al principio de la crisis de un apoyo institucional suficiente para mantenerse en el poder, pero a diferencia de otras épocas y regímenes, no contaban con medios de comunicación avorables capaces de interrumpir la retroalimentación de la protesta popular. La televisión, que fue en los últimos veinte años mucho más rápida que los organismos electorales a la hora de proclamar presidentes en y económica de los principales países latinoamericanos, con la sana intención de desmitificar el recurso tópico a la «maldición latinoamericana». El artículo despliega un excelente esquema técnico pata entender la estructura políticoeconómica de la región, tejido con los mimbres de una cuidadosa selección de referencias teóricas, acompañadas de acertadas ilustraciones empíricas de cada uno de ios lastres estructurales señalados por el autor. Sin embargo, y salvo algunos resultados parciales de gran interés, los logros son finalmente escasos y uno echa de menos el «gran final» que las intenciones del autor hacen prever al inicio. No obstante, algo queda meridianamente claro gracias a la precisa capacidad del autoT para la disección de la realidad económica: las cosas en Latinoamérica están cambiando a mejor y, quizá por vez primera, buena parte del continente está preparado para decidir su propio futuro y competir con méritos en la global izada lucha por la financiación del crecimiento de las áreas en desarrollo. Algunos de los aspectos tratados por José Juan Ruiz son contrastados por Sebastián Edwards, el autor del último estudio de los que componen la sección Iberoamérica, se adelantó también en muchos casos a los parlamentos, los tribunales e incluso a los militares, en la decisión de destituir!os. Esos y otros muchos ejemplos no tan drásticos del empuje político de los medios de comunicación en Latinoamérica marcan dos etapas en su capacidad de influir en la gpbemabilidad de las naciones. La primera, de predominio de los medios impresos, se resume en una influencia moderada y una capacidad limitada de hostigar til poder fáctico de turno, el cual solía tener pocos escrúpulos y aún menos cortapisas nacionales e internacionales a la hora de perseguir abiertamente a los periodistas. Uno de los ejemplos más vigorosos de este modelo es Pedro Joaquín Chamorro, asesinado por la dictadura nicaragüense en 1978. La segunda etapa se fragua en los años ochenta, en forma paralela al avance de los procesos de cooperación política y de integración en la región. Las conferencias y declaraciones de iniciativas supra nacional es, de economía. Pese a su aparente carácter fragmentario, su artículo presenta una interesante selección de asuntos clave en materia de política económica. No sin cierto asombro descubrimos cómo las cuestiones que hoy en día parecen decisivas para afrontar el futuro económico de la región, siguen siendo las mismas que vienen ocupando a ios académicos desde hace veinte años y, de nuevo asombrados, observamos que algunas de estas cuestiones requieren todavía un juicio matizado. Edwards aborda en primer lugar un tema de actualidad crónica: la utilidad de los controles a la movilidad de capitales a corto plazo como mecanismo de prevención del contagio financiero. Sin los habituales prejuicios sobre esta materia, Edwards pretende aportar preguntas más que respuestas y con esa intención reflexiona sobre la experiencia chilena, proponiendo a académicos y analistas la comprobación empírica, sin complejos ni prejuicios, de los verdaderos efectos de este tipo de medidas y la conveniencia de que sean impuestas con carácter temporal o permanente. como el grupo de Contadora y luego el Grupo de Río, el Sistema Centroamericano de Integración (SICA) o el Grupo Andino y Mercosur, proporcionan un nuevo marco conceptual y un soporte internacional inédito a la singladura de la democratización. Los jefes de Estado, con las cámaras de la televisión y tas grabadoras arracimadas como testigos, se reúnen con frecuencia y firman varias declaraciones por año en las que la libertad de expresión y tas alianzas en defensa de la democracia salen a relucir una y otra vez. Las autarquías políticas que habían pervivido durante decenios parecen definitivamente muertas en la América Hispana y el tactor de la credibilidad internacional, divulgado a los cuatro vientos por los periodistas, se instala como un sólido valor en la vida política nacional de cada país. Algo debió ayudar también en este proceso el que, tras la amarga y mal superada experiencia de la crisis de ta deuda externa, los organismos Aborda también, aunque brevemente, la cuestión, hoy ampliamente aceptada, de los efectos económicos contractivos derivados de las devaluaciones cambiarias, invitando de nuevo al estudio reposado de los canales de transmisión de estos efectos. En tercer lugar, recuerda a los lectores la necesidad de una reflexión seria sobre tos canales de transmisión del ciclo económico internacional a los países latinoamericanos aportando, como punto de partida, una revisión personal sobre el caso de El Salvador. El artículo de Edwards tiene la virtud de provocar en el lector cierta inquietud, toda vez que algunas bases analíticas que pueden suponerse más o menos sólidas, admiten y merecen un enfoque más meditado. En este sentido, es recomendable la lectura del análisis realizado por Domingo Cavallo sobre régimen monetario y política cambiaria en Argentina. Pocas cosas están tan claras como que, de cara al exterior y a los propios ciudadanos argentinos, ta crisis de aquel país fue políticamente manejada a conveniencia internacionales de crédito, siguiendo la nueva orientación de Washington y la más tradicional de los gobiernos europeos, adoptaran igualmente nuevos filtros democráticos a la hora de otorgar fondos. LAS EMPRESAS AUDIOVISUALES En el mundo de la comunicación, esta evolución coincide con la consolidación de la explosión audiovisual. La radio había dejado de ser la reina de la difusión en países donde el analfabetismo, la orografía y el bajo precio de los receptores y los costos de operación de las emisoras le habían dado grandes ventajas frente a los periódicos. La radio había hecho ya en esta etapa su reconversión informativa (aunque todavía se emitían radionovelas en los años noventa en muchos países latinoamericanos) y sus noticieros barren las aglomeraciones automovilísticas de los grandes núcleos urbanos. para edificar juicios (más aún, prejuicios) contra quienes, en realidad, poco o nada tenían que ver con la debacle: el neoliberalismo, las empresas extranjeras, los multilaterales, los competidores países vecinos; y enrre estos monstruos de ficción, aparece también regularmente la figura de Domingo F. Cavallo. Por eso resulta gratificante que el Instituto Elcano, haciendo oídos sordos a palabras necias, incluya entre sus colaboradores a este académico y profesional, que durante tantos años fue ministro de Finanzas, para ilustrar el papel jugado por el Currency Board y su posterior abandono en la crisis argentina. La lectura del texto es por ello muy recomendable para todos aquellos que reconozcan tener una visión estereotipada de los desencadenantes de la crisis y, sobre todo, de su manejo. A modo de conclusión, adelantaremos aquí que Domingo F. Cavallo exime de culpa al Currency Board y defiende que, una vez desencadenados los problemas de insostenibilidad fiscal, el mayor error fue precisamente el cambio en el régimen monetario que, de forma brusca, alteró los derechos de propiedad de los ahorristas y acreedores. El autor acusa explícitamente a Duhalde y a Alfonsín no Con todo, en la América Latina emergente, aunque sea salpicada de favelas, villas miseria y cinturones marginales de São Paulo, México D.F., Buenos Aires, Caracas o Bogotá, la televisión se había erigido en e¡ nuevo e indiscutible arbitro de la noticia. En la mayoría de los países, incluyendo a los más pequeños, menudeaban las cadenas nacionales y locales con un dominio del lenguaje informativo y una capacidad de gestionar la actualidad —aprendidos de las estaciones norteamericanas— más que suficiente para influir decisivamente con sus mensajes en la vida política y social. En este escenario muchos gobiernos se juegan su estabilidad en los telediarios. Atrás han quedado los atribulados tiempos en los que la crítica se parapetaba tras los artículos de opinión o cuando los rotativos sólo publicaban noticias adversas al régimen, disimuladas bajo el crédito de las agencias internacionales de prensa, como en los regímenes de facto de los años ochenta en la zona andina y centroamericana. sólo de propiciar la crisis, sino de hacerle frente de la peor manera posible. En todo momento, sin embargo, el artículo mantiene un tono académico alejado del discurso político y propone siempre, tras la crítica, alternativas razonadas para evitar (o haber evitado) la actual situación argentina. Sin abandonar el escenario argentino, Jorge Blazquez y Miguel Sebastián, del servicio de estudios del BRVA, abordan la cuantificación de la crisis de este país sobre la economía española. La exploración se justifica por el enorme compromiso de las empresas españolas en esas tierras: el 33% de las inversiones exteriores españolas entre 1992 y 2001 se dirigieron a Argentina, donde se crearon setenta mil puestos de trabajo, contribuyendo al 11% de ¡a recaudación tributaria, casi al 6% de la formación bruta de capital y a alrededor del 3% del PIB. Los autores descomponen el efecto de la crisis en seis canales e intentan, en casi todos ellos, una medición cuantitativa de los impactos sobre la economía española. Como el propio autor reconoce, la aproximación cuantitativa es analíticamente pobre y, en ocasiones, conceptualmente simplista y por ello arriesgada y Conquistada la democracia, y defendida con éxito en algún que otro intento civil o militar de tergiversarla, los medios de comunicación social asumieron también, en la última década, un papel protagonista habitual en la denuncia de problemas y conflictos sociales y suplieron en esa función la falta de mecanismos administrativos adecuados o suficientemente vigorosos. En Colombia con el narcotráfico, que ha dado más mártires al periodismo que varias dictaduras juntas; en Brasil con los excesos de los terratenientes, o en Argentina con las huellas del régimen militar, los medios de comunicación han articulado una repulsa social que sin ellos hubiera pasado desapercibida, en muchos casos, incluso para los jueces. En las posguerras centroamericanas y en periodos posdictatoriales sudamericanos, como el de los últimos años en Perú, cumplieron también un papel catalizador de la asunción pública de ta verdad, del reconocimiento de las atrocidades del conflicto o las corruptelas del régimen, puestas en poco confiable. Los tres efectos transmitidos por canales de «economía real» hacen referencia a la reducción de exportaciones, el menor gasto en inversión nacional derivado de la pérdida patrimonial de las empresas españolas con filiales en Argentina y el efecto positivo derivado de la incorporación de mano de obra cualificada argentina emigrada a España. Los canales financieros se centran en el posible efecto contagio desde los activos argentinos a la deuda soberana española, la pérdida patrimonial de los tenedores españoles de bonos argentinos y la pérdida de riqueza derivada de una peor evolución de la bolsa española. Con todas las salvaguardas posibles (debemos insistir en la inmediatez de muchos cálculos y asunciones teóricas y empíricas), el efecto global habría supuesto un menor crecimiento del P1B de 0,8 décimas, señalándose como e! más importante el efecto derivado de la pérdida de valor de los activos de renta variable en la bolsa española. Finalizado el recorrido por 1a evolución de la economía latinoamericana de los últimos diez años (diagnóstico mixto de logros y decepciones), conviene adentrarse en el estudio sobre pobreza, desarrollo sostenible y medio ambiente elaborado por José evidencia por comisiones nacionales o informes de organismos cuya divulgación quedó en manos, sobre todo, de los periodistas. LA REVOLUCIÓN DIGITAL La región y sus mediosde comunicación se meten en el siglo XXI con una amplia experiencia en lidiar con todo tipo de situaciones políticas y problemas sociales y con el tradicional contraste entre capacidad de información y desarrollo económico y social más acentuado que nunca. La pujante Latinoamérica se topa con Internet en un momento en que las clases medias —que son sus mejores audiencias— están empobrecidas por varios años de crisis y la gtobalización despierta más temores que ilusiones. Pero esta revolución comunicativa trae consigo una opción de progreso para una sociedad tan dinámica y al mismo tiempo tan enfangada en la superación de contradicciones políticas y carencias sociales y Antonio Alonso. Debemos anticipar que el análisis no contiene demasiados elementos novedosos. No hay, por tanto, buenas noticias: en suma, aunque la heterogeneidad del continente dificulta la percepción global, se revela, tina vez más, un diagnóstico de moledor. En el 2002, un 43% de la población latinoamericana es «pobre», lo que supone 214 millones de personas (92 millones de indigentes), pese a la moderada reducción de la pobreza en términos relativos, logrados en los últimos años. A algún lector poco familiarizado con el subcontinente le sorprenderá comprobar que estas cifras son preocupantes también en países que gozan de cierto reconocimiento internacional en materia de progreso económico (en Chile, un 20% de la población puede considerarse pobre) lo que, de manera evidente, sugiere una valoración más matizada del éxito de un determinado modelo económico. En este sentido, eí autor apela, como tanto otros, a la lucha contra la desigualdad como medio indispensable para traducir el crecimiento en reducción de la pobreza. La desigualdad nace, seminalmente, de la falta de equidad en el acceso a la le ofrece una doble oportunidad: la oportunidad tecnológica de conseguir rápidamente beneficios en forma de producción, competitividad, mejoras sociales o educación y hacerlo, además, en saltos cualitativos, sorteando escalones evolutivos que fueron obligatorios para países más industrializados; y la oportunidad informativa, de implantar nuevos, más asequibles y eficaces modelos de comunicación en sociedades con dificultades de cohesión pero en las que la información periodística figuraba ya entre sus principales activos intelectuales. La revolución digital es, no obstante, producto de dos factores: redes de comunicación y equipos para utilizarlas, y ambos tienen un coste que hoy por hoy rebasa las necesidades elementales que pueden satisfacer sólo seis de cada diez latinoamericanos con su reducida renta per cap i ta. En ayuda de los menos pudientes puede venir el constante abaratamiento de la tecnología y su creciente facilidad de acceso que, unida al educación y es por ello que se revisa también con detalle en este estudio el avance registrado en matera educativa. En este punto, el autor maneja con cierto optimismo las crecientes tasas de matriculación en los diversos ciclos de enseñanza pero, como señalaría José Juan Ruiz en un artículo previo de este mismo Anuario, las cifras son engañosas si se considera el decreciente gasto invertido en educación, lo que, en buena medida, redunda en una peor calidad de la educación y, con ello, mayores tasas de abandono. A la desigualdad que nace de la dificultad de acceso a una enseñanza de calidad, el autor muestra que un mercado laboral con escaso dinamismo, creciente informalidad e intensiva industrialización contribuye a «consolidar la desigualdad»; una perspectiva interesante que complementa la visión tradicional asociada con deficiencias estructurales y educacionales de la organización social. La escasa madurez del sistema de protección social impide que, en momentos de declive económico, se acentúen la pobreza y exclusión económica y social. Ello convierte en urgente la tarea de rediseño de la estructura y alcance del gasto social. interés de los fabricantes por acceder a los populosos mercados de consumo de las naciones en desarrollo, estimulará su implantación. Según los informes de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (U1T) ante la conferencia sobre la Sociedad de la Información celebrada en diciembre de 2003 en Ginebra, los factores de riesgo par3 ta inversión en tecnologías de la comunicación son, en general, mayores en los países en desarrollo. Pero los beneficios <.]ue pueden obtenerse son comparativamente mucho más altos por el crecimiento potencia! de esos mercados. En la zona avanzada de una clasificación mundial de la U1T sobre penetración tecnológica —con España en la posición 29 y Portugal en la 33— hay seis países latinoamericanos: Chile (43), Uniguay (51), Argentina (54), Costa Rica (58), México (64) y Bmsil (65). En el grupo de acceso medio a las tecnologías de la información se sitúan Panamá (72), Venezuela (73), Colombia (79), Perú (83), República Dominicana (94) y Ecuador (96). Es en el último tramo del artículo donde el autor aporta, a nuestro juicio, la dimensión más interesante del diagnóstico, deteniéndose en la dimensión ambiental de la actividad productiva. La conclusión es, de nuevo, poco alentadora. El modelo de crecimiento adoptado es clara y deliberadamente lesivo para los intereses medioambientales de la región; pese a los esfuerzos en materia política nacidos de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, los recursos financieros invertidos en materia ambiental son escasos y, por ello, también los avances reales. RAFAEL DÉ ARCE Y RAMÓN MAHÍA