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Relaciones manifiestamente mejorables
Carlos Malamud
El autor trata de describir las características centrales que tiene la política española hacia América Latina, además de proponer medidas que se pueden adoptar para mejorar las relaciones.
File: Relaciones manifiestamente mejorables.pdf
Número
Referencia
Carlos Malamud, “Relaciones manifiestamente mejorables,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/202.
Dublin Core
Title
Relaciones manifiestamente mejorables
Subject
América Latina y España
Description
El autor trata de describir las características centrales que tiene la política española hacia América Latina, además de proponer medidas que se pueden adoptar para mejorar las relaciones.
Creator
Carlos Malamud
Source
Nueva Revista 092 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426
Publisher
Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.
Rights
Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved
Format
document/pdf
Language
es
Type
text
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AMÉRICA LATINA Y ESPAÑA Relaci®nes manifiestamente meprables CARLOS MALAMUD ANALISTA DEL REAL INSTITUTO ELCANO 3 spaña es uno de los pocos países de la Unión Europea (UE) que tiene a una política de conjunto para América Latina. Por razones obvias, vinculadas a cuestiones históricas, culturales y lingüísticas, nuestra relación con las repúblicas latinoamericanas es intensa. Sin embargo, y pese a la buena voluntad de la mayoría de las partes implicadas (hay algunas sonadas excepciones, como Cuba o Venezuela), este vínculo es manifiestamente mejorable. En las próximas páginas intentaré señalar algunas de las características centrales de nuestra política hacia la región y propondré algunas medidas que, según mi punto de vista, se pueden adoptar para mejorarla. REFORMA DE LAS CUMBRES Como se acaba de señalar, España tiene una política global para la región, materializada básicamente en torno a las cumbres iberoamericanas. Se trata de un proyecto compartido con Portugal y con los restantes países de habla española y portuguesa de las Américas. Sin embargo, resulta bastante frecuente escuchar que las cumbres son básicamente una herramienta de la política exterior española, puesta al servicio de nuestro país. Por eso, recientemente se ha dado un paso importante con la reforma del sistema de cumbres, planteada en la última reunión de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), resultado de la gestión de la conocida como Comisión Cardoso, en alusión a la labor del ex presidente de Brasil, Fernando Heñrique Cardoso, el máximo encargado de coordinar los trabajos pertinentes. El principal logro de la misma fue la creación de una secretaría general, que permitiría actualizar el sistema e introducir la política, en su acepción más sana, en la agenda cotidiana de la comunidad iberoamericana. Se trata, indudablemente, del mejor método para que el conjunto de países que integran el sistema comiencen a vivir lo iberoamericano como algo propio y como algo que vate la pena impulsar, dejando de lado los remores de una cierta manipulación española. Por eso, la comunidad adquirirá plenitud sólo en el momento en que sus miembros compartan la idea de que se trata de un proyecto común, sin ninguna pretensión hegemónica de ninguno de sus miembros. Tres patas de una mesa y un tablero de ajedrez por Rafael de Arce y Ramón Mahia l,as colaboraciones agrupadas en el voluminoso Anuario del Instituto Elcano, recientemente publicado, tratan de abordar los aspectos más relevantes de la vida política y de la vida económica de América Latina, en el periodo seleccionado para ANUARIO ELCANO su estudio (20022003). AMÉRICA LATINA 20022003 Por lo que se refiere al primer grupo de temas, el CARLOS NI ALAMUD (COOFI.) Anuario se propone lograr una visión coherente del Real Instituto Elcano marco de las relaciones en el triángulo atlántico aquí Je Estudias Internacionales pertinente, es decir, la Unión Europea (UE), Estados y Estratégicos Madrid, 200Í, 58Í páginas IBEROAMÉRICA o AMÉRICA LATINA Para que esta situación se plasme es necesario que España dé los pasos necesarios a fin de dejar clara su voluntad de ser uno más. En este sentido, entiendo que sería sumamente beneficioso la adopción por parre del nuevo gobierno de la terminología de América Latina. En un país como España, que ya acepta sin grandes complicaciones denominaciones como A Coruña, Girona o Araba, resulta paradójico el empeño en seguir hablando de Iberoamérica. Al margen de la complicación que supone la utilización de un termino de significados disímiles (el que alude a la comunidad iberoamericana España y Portugal incluidos y el que se utiliza para no hablar de América Latina), lo que se vive al otro lado del charco es una especie de negación de la propia voluntad. Los latinoamericanos se llaman á sí mismos como tales y hablan de América Latina muy pocos de Unidos y América Latina y el Caribe (ALC), afrontando las perspectivas de las tres orillas. A continuación ahonda en dos de los temas políticos más recurrentes en la región: el de la gobernabilídad y el del marco institucional, ambos necesarias para afrontar con garantías de éxito en la región la global dación y la estabilidad económica y política. Finalmente, se repasan algunos procesos políticos especialmente significativos durante el año 2002, como han sido los de Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela. ACUERDOS EXITOSOS En el primero de los artículos que aquí comentamos, llama particularmente la atención la visión constructiva que el consultor del Banco Mundial, Francisco León, su autor, tiene acerca del «momento especial que viven las relaciones de Latinoamérica y la UE». Se aportan aquí ideas y vías para la profundización de las relaciones bilaterales, a partir de un análisis preciso de los principales puntos que parecen rehusar un acuerdo entre ambas orillas. En ellos subyace la ¡dea del valor de los acuerdos del Iberoamérica y el cambio en la denominación sería recibido como una señal clara de que nos interesa una relación entre iguales y no otra marcada por ta dominación. También es necesario afinar en nuestra política de cooperación. Más allá del esfuerzo que se está realizando para incluir a los países de renta media (la mayor parte de los latinoamericanos) como posibles receptores de la ayuda oficial al desarrollo, es conveniente redefinir el tipo de cooperación que se presta o se impulsa. Al margen de que la apertura comercial es mejor que cualquier forma de cooperación, es necesario no quedarse en una postura as is tencialista o paternalista y tener muy presentes las demandas de los gobiernos democráticamente elegidos de la región. Por ejemplo, tenemos el caso del Gobierno colombiano que, con insistencia creciente, demanda a Europa una mayor cooperación militar o policial, de modo que puedan acabar con el pasado, cuyas fórmulas positivas podrían ser aplicadas en la actualidad a las relaciones (hoy fundamentalmente bilaterales) en e¡ conjunto de la región. Este repaso sirve asismismo para subrayar algunos de los profundos vacíos que, en negociaciones anteriores, se han producido en materias fundamentales para el establecimiento de un marco institucional estable, relativos a la institucionalizactón de la democracia, respeto de los derechos humanos, sensibilidad al problema de la emigración, etc. ESPAÑA ALC EE. uu. En el campo de las relaciones entre la UE y Latinoamérica, España ocupa evidentemente un lugar de máxima importancia, como queda señalado por el profesor Celestino del Arenal. Su reflexión aborda ta doble característica del Gobierno Aznar respecto a ALC: el atlantismo de la mano de EE. UU por un lado, y la regionalización de las relaciones, por otra, frente a to que fue la política de «posición desde Europa» y el impulso de los acuerdos bilaterales que caracterizó a los gobiernos socialistas de la época terrorismo que azota el país. Hay en la UE pocos países dispuestos a dar un paso semejante, entre ellos España y el Reino Unido. Por eso, la postura española al respecto debe ser muy clara y rotunda. AGENDA DE RELACIONES Pese a todo, es necesario que el árbol BILATERALES no nos impida ver el bosque. En este caso el árbol es Iberoamérica y el bosque las relaciones con cada uno de los distintos países. Y aquí es precisamente donde radica el principal déficit de nuestras relaciones con América Latina: por primar el todo, carecemos de respuestas de políticas claras para cada una de las partes. Es urgente fijar la agenda de las relaciones bilaterales, al menos con los principales países de la región. En algunas circunstancias nos ocurre que determinadas decisiones de nuestra política exterior hacia la región tiene efectos no anterior. El autor cuestiona esta postura, entendiendo que los intereses de HE. UU. y de España en la región no son siempre los mismos. Asimismo analiza los motores de las relaciones hispanolatinoamericanas actuales. El autor encuentra excesiva la «economización» de estas relaciones, que repercute en un deterioro de la imagen de España en la región, pues se conforma en algunos países con !a imagen negativa de los nuevos conquistadores. EE. uu. ALC Cerrando el trío de los componentes del triángulo atlántico, Arturo Valenzuela, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la universidad de Georgetown (Washington D. C.) analiza las relaciones de EE. UU. con América Latina, con un esquema tripartito: gestión cotidiana, «gran estrategia» y gestión de crisis. En lo que concierne a ta primera, los vínculos ya existentes, formal o informalmente, entre el norre y el sur del continente, abarcan multitud de aspectos inmigración, comercio, seguridad, drogas, etc.. Entre ellos, el autor detecta un cierto continuismo a partir de una estrucdeseados en otros países de la zona. Esto ocurrió, por ejemplo, a Hnes de octubre pasado, cuando el presidente Aznar visitó Brasil y mostró su comprensión con la histórica reivindicación brasileña de contar con un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Más allá de la utilización de la noticia que pudo hacer ltamaratí (el ministerio brasileño de Asuntos Exteriores, que habló de apoyo y no de comprensión), lo cierto que la noticia causó un profundo desasosiego en Argentina y también en México, dos países con reivindicaciones similares y que comenzaron a quejarse amargamente del abandono en que los dejaba España tras establecer una alianza estratégica con el Brasil. Sólo con claras políticas bilaterales, que tengan presente los efectos no deseados en otros países de la zona, nuestra política de conjunto podrá tener la eficacia que merece. Es necesario llegar al todo por las partes y no viceversa. tura administrativa y social heredada de periodos anteriores. Introduciéndonos en el tema de la gran estrategia, el Gobierno Bush parecía inicialmente dispuesto a acometer un profundo ajuste sobre la regulación de la emigración ilegal o el desarrollo del ALCA; pero diversos obstáculos de política interna y de prioridades en otras zonas del mundo han hecho que asistamos al final de su mandato sin poder percibir grandes avances e, incluso, con una desalentadora percepción de sus posibilidades de éxito en el futuro. Respecto a la gestión de crisis, el bienio se cierta con una fractura en el modus operandi previo: el luisseí faire en la crisis argentina, frente al apoyo decidido a México en la crisis del noventa y cuatro; o el pronto reconocimiento del gobierno golpistaen Venezuela, frente al compromiso de apoyo a cualquier mandatario elegido democráticamente. RECURSOS DIPLOMÁTICOS Ef reconocimiento de esta realidad nos lleva enseguida a la certificación de un enorme déficit en nuestras relaciones con América Latina: el carácter limitado de los recursos diplomáticos a disposición de nuestras embajadas y consulados. Si comparamos el número de funcionarios y representantes de todo tipo presentes en las embajadas de Estados Unidos con los destinados en las legaciones españolas, el resultado puede ser francamente desolador. Para contar con una presencia y una influencia cada vez más importante en América Latina, de alguna manera proporcional al peso de unas inversiones cada vez más cuantiosas, es necesario dotar a nuestro servicio exterior tanto del capital humano que requiere como de las dotaciones correspondientes. También es necesaria una mayor coordinación entre la presencia del Estado y la actividad de las empresas, pero esta obligación no debe LA DEMOCRACIA COMO INSTITUCIÓN En otro orden de cosas, el Anuario se centra en el análisis de la política interior a partir del balance electoral en 2002, año en ef que se produjeron cambios fundamentales en Argentina, Brasil, Venezuela y Colombia, Señalan Daniel Zovatto y Julio Burdman, director y codirector, respectivamente, del Observatorio Electoral Latinoamericano, cómo la situación actual supone el proceso democrático más largo en la historia latinoamericana, aunque el último latí nobarómetro de la CE PAL concluye que un 50% de los encuestados aceptarían pasar a un sistema no democrático, si éste resolviera los problemas económicos y de trabajo a todos. Aun así, parece ratificarse el consenso sobre que, en Latinoamérica, no se quiere perder la democracia, sino deshacerse de los malos gobernantes. Sin embargo, una situación de difícil equilibrio (la CEPAL cifra un aumento de la incidencia de la pobreza en 2001 del 41% la pobreza extrema alcanza el 18%) genera un caldo de cultivo peligroso para el resurgir de populismos, búsqueda de «salvadores nacionales», etc. A esta visión pesimista de la situación del continente se recaer siempre en el mismo lado. Pero para ello, es necesario separar claramente los intereses públicos de los privados. Un problema que se ha planteado en alguna oportunidad es que se ha contundido la defensa de los intereses nacionales con la defensa de tos intereses de alguna empresa en concreto. Lo ocurrido con Aerolíneas Argentinas es sólo un ejemplo de cómo una situación semejante puede dañar la imagen de España en la región. ¿FIN DEL «CONSENSO América Latina estóatravesando una DE WASHINGTON»? coyuntura complicada. En algunos países asistimos a un preocupante reviva! populista, de marcados toques boli varíanos (aunque nadie sabe a ciencia cierta lo que semejante cosa significa). Se dice, sin gran constatación empírica, que el tiempo del «neoliberal ismo» ha acabado, y con él, el del le contrapone la «alternativa posible» que pueden representar gobiernos tipo Lula; en los que afrontar el problema social se enfoca desde la óptica de la reorganización interna salvando la economía de crisis de confianza de los inversores internacionales. Aun así, Carlos Pío nos hace reflexionar sobre tas fuertes restricciones y contradicciones internas en el objetivo de Lula y en su propio partido para evitar triunfalismos precipitados. ^ RAFAEL DE ARCE V RAMÓN MAHÍA «Consenso de Washington». Sin embargo, son muchos los convencidos de la necesidad de mantener un cierto rigor en el manejo de la economía, como evidencia la rigurosa política macroeconómica del gobierno de Lula. También dicen que estamos frente a un cambio de tendencia en la política regional y en la posibilidad de un giro generalizado a la izquierda. La cuestión es que hay izquierdas e izquierdas. Si por un lado encontramos a gente seria y responsable, como el propio Lula o Ricardo Lagos, presidente de Chile, a quien no se le ha cruzado por la cabeza volver a los viejos vicios del pasado, por el otro reaparecen algunos personajes perdidos en la noche de los tiempos. Un caso paradigmático es el de Shafik Nadal, el candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, de El Salvador, para las próximas elecciones presidenciales; o el uruguayo Tabaré Vázquez, alcalde de Montevideo y también candidato presidencial del Frente Amplio. En ambos casos encontramos una hostilidad manifiesta a la apertura comercial (léase ALCA o cualquier otra variación), pero también a las privatizaciones y a las inversiones extranjeras. Son estas cuestiones las que hacen más necesaria que nunca una política desagregada para América Latina. Cada país es una realidad aparte, como demuestra el hecho de que sólo Brasil, México y Chile concentran el 85% del total de la inversión extranjera directa que llega a la región. ANTES DE CRUZAR EL RÍO BRAVO Recientemente se ha dicho que la posición española en relación con la guerra de Irak y el acercamiento a Estados Unidos ha perjudicado nuestros intereses en América Latina. Esto es algo por demostrar, ya que las señales que llegan son contradictorias. La apuesta atlantista del Gobierno español, cualquiera sea su signo, implica un reforzamiento de la relación con América Latina y esto implica también definir en profundidad la apuesta por los hispanos, o latinos, de Estados Unidos. No basta sólo con tener buenas ideas o buenos objetivos, es urgente definir estrategias claras, dotar los medios para llevarlas a cabo y, sobre todo, saber explicar a nuestros amigos y aliados, especialmente a los situados al sur del río Bravo, lo que se pretende con algunas acciones que los pueden afectar directamente. AMÉRICA EN EUROPA El Atlántico es el océano natural de pertenencia de España, pero el Atlántico en su sentido más amplio. Por eso, la política europea de España debe tener mucho más presente las reivindicaciones latinoamericanas, aunque la correlación de fuerzas en el seno de la UE acabe archivando nuestras propuestas. Quizá sería beneficioso para nuestros objetivos impulsar reivindicaciones muy claras en Bruselas vinculadas con el desmantelamiento de la Política Agraria Común (PAC) y un acceso igualitario a los mercados europeos para los productos agrícolas y ganaderos de América Latina. También sería bueno favorecer una política migratoria que tuviera en cuenta los flujos de población provenientes de América Latina, que presentan la ventaja de pertenecer al mismo mundo occidental, con lenguas, culturas y religiones similares a las que se practican en Europa, todo lo cual favorece necesariamente su integración en nuestras sociedades. Este es el camino. Un camino reforzado recientemente con la llegada de fuertes inversiones directas en sectores importantes de las economías de algunos países. Ya no sólo se trata de lengua y cultura, ya no sólo se trata de la existencia de un pasado en común. En estos momentos España y América Latina deben comenzar a hablar en serio de cómo desarrollar un futuro en común, un futuro prometedor para todas las partes implicadas, un futuro en el que debería haber un solo ganador: los pueblos y los países que integran la Comunidad Iberoamericana de Naciones. CARLOS MALAMUD