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Shakespeare

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“Shakespeare,” accessed April 27, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1734.

Dublin Core

Title

Shakespeare

Source

Nueva Revista 129 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

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SHAKESPEAREEN MIL PALABRASManuel Ángel Conejero¿Quién o qué es Shakespeare? Puede parecer fácil hablarsobre Shakespeare cuando hay tanto escrito sobre su obra,cuando es un autor tan estudiado, tan representado y leído,quizá el más estudiado y traducido en todo el mundo (y digoquizá porque tales superlativos ciertamente se aplican a laBiblia), pero con toda seguridad el más escenificado y leídoen todas las latitudes e idiomas. Sin embargo, no deja deser un desafío intentar definir una figura de tal magnitud yjustificar tal canonización a las alturas del arte. ¿A qué viene tanta loanza? Es fácil sospechar que la mitificación shakespeariana es fruto de un concienzudo y eficaz plan demarketing. Shakespeare es, ciertamente, objeto de consumo(pongamos como ejemplo las gomas de borrar y lápices conla efigie del «cisne del Avon» que se venden en los puestosturísticos) y materia prima de la industria editorial (todo unfilón inagotable para llenar papel impreso y bitselectrónicoscon su obra y con lo dicho sobre su obra). Podemos decirque si hoy Shakespeare vende, si miles de turistas invadensu villa natal (ticket para función vespertina incluido), sedebe a su aureola de mito y a ese mecanismo que lleva alnueva revista· 129114shakespeare en mil palabrasgénero humano a hacer largas colas para ver lo que hanconseguido presentarle como un mítico transatlántico y sumítico hundimiento. Pero si Shakespeare vende es porqueel mito se sustenta en algo a todas luces admirable e imposible de hundirse mientras el hombre sea hombre y, por tanto, nunca defrauda ni al lector ocasional, ni al aficionadoespectador (aunque ahora pienso en aquel amigo que se decepcionó con Hamletdespués de ver la versión de Zeffirelli—el Hamletde Mel Gibson, como me decía él—). Ese algoadmirable lo podemos llamar genio, grandeza, milagro (divinidad ya se la adjudicaron a la Commediade Dante), yaunque puedan sonar a palabras trilladas, a retórica de marketing, el de Shakespeare es de los pocos, poquísimos, casos en los que no son exageración, en los que el «mito» secorresponde con la realidad. ¿Y por qué es tan grande? Losestudiosos saben explicarlo como confluencia de varios dones y cualidades artísticas, y les podrán decir que sus obrasdemuestran agudeza de ingenio, fuerza poética, maestría conlas palabras y las imágenes, intuición; que esta rareza técnicaestá al servicio de temas y situaciones plena y profundamente humanos (impulsos, conflictos, deseos, emociones...);yque, además, todas estas mezclas se presentan admirablemente en una forma artística tan mágica, tan viva y tan humana como es el teatro; poner sobre un escenario ante seres humanos a unos seres humanos que fingen ser personaspara hacer de seres humanos y hablar bellamente, estremecedoramente, sobre ello. Sí, los estudiosos tienen razón. Nosé dónde escribí que quizá el secreto de la magia de Shakespeareresidía en que no hay nada en Shakespeare que nosepamos nosotros mismos: suspersonajes y sus obras nosnueva revista· 129115manuel ángel conejeroconfirman que desde la mirada que confiere el teatro, lossentimientos inconfesables que nos turban son viejos comola farsa misma, que todo es un juego, una provocación, una«comedia de errores», donde todo es posible. Ahoraexplicaría además su grandeza diciendo simplemente que es elmayor fabulador, el mayor genio en juntar palabras que llenan un escenario, en sintaxis dramática. No es un escritor,aunque lo sea; no es poeta, aunque lo sea (innecesario esrecordar sus sonetos o «El Fénix y la tórtola»). Es un poetadramático, que no es lo mismo. Es poesía, arte de la palabra,y teatro, arte del espejo de lo humano. Con sus sonetos, Shakespeare era famoso y venerado en su época, al igual queLope. Pero su obra dramática es tan grande que es inconmensurable. Todos los grandes dramaturgos saben hacer teatro(Lope, Marlowe, Calderón, Molière), pero ninguno haconseguido la forma de alta artesanía escénica. Con sólo loescrito hasta la mitad de su carrera dramática —pongamosun término medio en Hamlet, escrita entre 1600 y 1601—,Shakespeare habría dado suficientes muestras de genialidad: como reescribir, como hiciera su maestro Marlowe, lacrónica de un rey medieval en tragedia personal con versossonoros en Ricardo III(maravillosa lección retórica en laque un asesino consigue seducir a la mujer de su víctima);el espectáculo de ingenio en Trabajos de amorperdidos;comoconvertir una historia popular de amantes que pertenecena familias enemigas en una de las mejores tragedias en Romeo y Julieta;el lirismo y la fantasía de Sueñode una nochede verano;el equilibrio entre lo trágico y lo cómico y la indefinición entre el malvado o la víctima en Shylocky El mercaderde Venecia; la bondad profunda de Falstaff; Julio César;nueva revista· 129116shakespeare en mil palabraslos deliciosos juegos de ambigüedad en Como gustéis, y Noche de Reyes;o la manera inimaginable de transformar unahistoria de venganza al estilo senequista (en la que muerehasta el apuntador en la última escena), en el drama dialéctico del hombre cuando quiere saber el porqué de lo quehace o debe hacer, en Hamlet. Con todas ellas tendríamosa un gran autor y a una gran obra tratando cuestiones imperecederamente humanas: la relación entre realidad yapariencia, entre lo privado y lo público, el amor en sus diversasexpresiones, el odio, la perfidia, el tiempo, la venganza y elresentimiento, la falta de conocimiento y dominio de sí mismo.Pero aún quedan Lear, Ote lo, Macbeth, Antonio y Cleopatra, Coriolano,tremendas obras en las que ahondaría comonadie en las paradojas de la imperfección humana, y en lanecesidad de aceptarla, o El cuento de invierno, La tempestad,enternecedoras historias que rebosan esperanza en elhombre cuando actúan la reconciliación y el paso del tiempo para permitir que la renovación generacional supere loserrores de los padres. Y no sólo esto, no, no sólo es filosofía;es expresar todo esto en sintaxis y decorados de palabras dela manera prodigiosa en la que está expresado (por eso recordamos hoy a los jóvenes amantes que Shakespeare moldeó en Romeo y Julietay no a los Mateo Bandello, Luigi daPorto o Lope de Vega). No me extraña que el polémico Harold Bloom afirme que Shakespeare está en el centro delcanon literario occidental, e inclusoque Shakespeare es elcanon. No sé si yo llegaría a esosextremos, pero a mí no meresulta exagerado afirmar que Shakespeare es el teatro. PUBLICADO EN NUEVA REVISTA N.º 58 (1998)nueva revista· 129117