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La transicion y la prensa

Varios Autores

Varios autores responden a una encuesta sobre los veinticinco años de democracia y monarquía. La influencia de la transición en la prensa española.
Miguel Ángel Aguilar, Alejandro Fernández Pombo, Carles Sentís y José Antonio Zarzalejos.

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Varios Autores, “La transicion y la prensa,” accessed March 29, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1561.

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La transicion y la prensa

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Varios autores responden a una encuesta sobre los veinticinco años de democracia y monarquía. La influencia de la transición en la prensa española.
Miguel Ángel Aguilar, Alejandro Fernández Pombo, Carles Sentís y José Antonio Zarzalejos.

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Varios Autores

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Nueva Revista 072 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

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Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

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Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

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La transición y la prensa Miguel Ángel Aguilar, Alejandro Fernández Pombo, Caries Sentís y José Antonio Zarzalejos responden a una encuesta de Nueva Revista. i alguna vez hubo un éxito proclamado a voces en la transición espaSñola, éste ha sido, sin duda, la consecución pacífica de los cambios culturales, políticos y educativos que trajeron consigo el ejercicio de nuestra libertad. Entre los protagonistas de este último cuarto de siglo, hemos querido subrayar la importancia de los medios de comunicación en el desarrollo de una sociedad libre y plural y de una opinión pública garante de esta transición. Para obtener una imagen clarificadora de la actuación de los medios desde el fin del franquismo hasta la actualidad, hemos hablado con una serie de personas representativas de la prensa, para que aportaran su visión histórica y analítica sobre el tema: Miguel Ángel Aguilar (director de Diario 16 entre 19761980 y actual secretario general de la Asociación de Periodistas Europeos), Alejandro Fernández Pombo (director del diario Ya entre 197480 y actual presidente de la Asociación de Prensa de Madrid), Caries Sentís (antiguo miembro del Consejo de Dirección de La Vanguardia y actual presidente de la Fundación Centro Internacional de Prensa de Barcelona) y José Antonio Zarzalejos (director adjunto de El Correo Español, El Pueblo Vasco en 1990 y actual director de ABC). El resultado de esta colaboración conjunta se refleja a continuación con este cuestionario, en el que cada autor reflexiona en voz alta y nos transmite su experiencia en la difícil relación de equilibrio entre el periodismo y las necesidades de la nueva Monarquía parlamentaria. ¿En qué sentido contribuyeron los medios al desarrollo de una transición pacífica? MIGUEL ÁNGEL AGUILAR • Los medios contribuyeron al desarrollo de una transición pacífica en el buen sentido, es decir que promovieron la recuperación de las libertades públicas y el establecimiento de un sistema democrático constitucional, que sustituyera al Régimen de las Leyes Fundamentales y del Movimiento Nacional, surgido del 18 de julio de 1936, y de la victoria por las armas de los sublevados. Un régimen que se definía a sí mismo en la Ley de Principios con pretensiones de permanente e inalterable. Soy consciente de que la anterior afirmación pudiera resultar excesiva, por ello se impone aclarar cuál es el periodo de referencia. Se entiende, por la concepción de este número extraordinario de Nueva Revista, que el cómputo temporal al que esta primera cuestión se refiere empieza el 20 de noviembre de 1975. Porque mientras Franco estuvo en el poder, los medios fueron de una gran docilidad y se prestaron al más amplio colaboracionismo, exceptuadas unas contadas publicaciones como el diario Madrid, los semanarios Triunfo, Cambio 16 o Destino y el mensual Cuadernos para el Diálogo. Su actitud de disidencia o de falta de calor en el elogio a Franco les causó sanciones, cierres temporales o incluso la suspensión definitiva, como en el caso del Madrid cuyos trabajadores prefirieron el cierre a la continuidad ofrecida como mediopensionistas del sistema con un director impuesto que hubiera sustituido al que tenían: Antonio Fontán. En cuanto a los profesionales, sólo una veintena mal contada había tomado antes del 20N distancias apreciables de la actitud laudatoria hacia un régimen que negaba las libertades básicas para el oficio del periodismo. Especialmente despreciable resultaba observar cómo el panegírico a los del sistema o la denigración a sus oponentes democráticos se convertía en un deporte bien retribuido al que tantos se apuntaban. Además, hay que precisar que, si bien después del 20N proliferaron las lanzadas a Franco muerto y muchos periodistas desarrollaron habilidades sin cuento para arrimarse a toro pasado y reescribir sus biografías como las de valerosos combatientes democráticos, hubo un activo sector profesional alistado en diarios como El Alcázar o El Imparcial o revistas como Fuerza Nueva, que optó por encerrarse en el bunker con la esperanza de instrumentalizar a los militares para que todo siguiera atado y bien atado bajo su guardia fiel como el Generalísimo les había encomendado en el cerro de Garabitas en 1962. ALEJANDRO FERNÁNDEZ POMBO • Creo que, en general, los medios apoyaron poderosamente la transición pacífica. Todos ellos, o por lo menos los de mayor influencia, admitieron el cambio y contribuyeron a su establecimiento evitando la defensa a ultranza del franquismo y el revanchismo del antifranquismo. Incluso los que ideológicamente se fueron situando en los extremos de la derecha y de la izquierda, salvo raras excepciones, lo hicieron dentro del juego democrático que se iba aceptando poco a poco. CARLES SENTÍS • Contribuyeron a ello de manera muy efectiva, y quizá más antes que después de las elecciones generales de 1977. En el mundo de la prensa se llenó de debate político, a falta de un campo más adecuado para ella. Ya en el 73, la entonces Asociación de la Prensa de Barcelona eligió en una Asamblea General una Junta plural —de la cual formé parte— donde se contemplaban las diferentes vertientes políticas, aquéllas que después cuajarían tras las elecciones generales. No en vano se llamó a la prensa de entonces el Parlamento de papel. Lo fue, ciertamente, antes de los comicios para el Congreso y el Senado. En todo caso, antes y después de 1977 la prensa contribuyó al diálogo, tanto en el terreno ideológico como en su formulación democrática. JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS • Los medios supieron proyectar ilusión, evitaron el revisionismo del pasado, alentaron el debate, lideraron la tolerancia y fueron exigentes con la autenticidad del sistema democrático que se estaba construyendo. ¿Cómo discurrió la relación entre el poder político y los medios de comunicación durante la transición española? ¿Qué política editorial siguió usted para afianzarse en la nueva opinión pública? MIGUEL ÁNGEL AGUILAR • Al principio todo fueron tanteos porque se trataba de ganar espacios nuevos para el ejercicio de las libertades. Se trataba de llevar el poder hacia la tolerancia mientras se preparaba el cambio de las leyes. Sin partidos políticos organizados, los medios tuvieron una función sustitutoria como parlamento de papel. Todo terminó bien, pero hubo todavía disgustos y procesamientos ante la jurisdicción ordinaria y la militar, que siguió en activo para cuestiones de prensa hasta 1984 y de la que fui cliente permanente. Además del diálogo Gobiernooposición de aquella Comisión de los Nueve, que el presidente Suárez recibía en la Moncloa, se inauguró otro diálogo tanto del Gobierno como de la oposición con los medios informativos. En particular, el Gobierno intentaba hacerse comprender y pretendía ganarse la colaboración de la prensa para vencer la resistencia de los poderes fácticos, incitados por el terrorismo, para llevarles al golpismo y la reacción. La prensa prestó al naciente sistema apoyos decisivos en momentos muy delicados, como cuando los directores de los diarios de Madrid suscribieron editoriales conjuntos, al producirse el secuestro de los presidente del Consejo de Estado y del Consejo Supremo de Justicia Militar en enero de 1977, o cuando tuvo lugar la grave reacción militar ante la legalización del Partido Comunista, en abril de 1977. Otras ayudas, como la denuncia de la intentona militar del general Torres Rojas que yo escribí en Diario 16 el 25 de enero de 1980, hubieran podido evitar por ejemplo el golpe del 23F, pero no quisieron ser aceptadas En cuanto a la política editorial que seguí para afianzarme en la nueva opinión pública, he de decir que fui director de Diario 16 desde el 16 de marzo de 1977 hasta el 30 de mayo de 1980. Mi nombramiento fue tan abrupto como mi destitución y está claro que con la política editorial que seguí fui incapaz de afianzarme ni siquiera en mi propia empresa. Baste decir aquí que intenté una línea editorial de compromiso con las libertades, de impulso activo a la naciente democracia y de denuncia y enfrentamiento a las amenazas de los fácticos, todo ello inundado de grandes precariedades empresariales, atravesadas por rumores permanentes de venta de la publicación a muy dispares compradores, que ayudaban poco a mi labor como director. Otra línea muy activa fue la de acreditar y lanzar nuevos periodistas que, una vez prestigiados en Diario 16, recibían ventajosas e irresistibles ofertas de El País a cuya redacción se incorporaban. Cuántos asuntos lanzamos desde Diario 16, cercados por el silencio, hasta que luego acababan siendo exhibidos como logros por la competencia, pero es inútil llorar por la leche derramada. ALEJANDRO FERNÁNDEZ POMBO • Al comienzo de la transición, yo era director de Ya, el diario de mayor venta en Madrid. Para mí, que compartía la inquietud general de qué podía pasar tras la muerte de Franco, fue un objetivo, —casi diría una obsesión— el que se mantuviera la convivencia entre los españoles, que se evitaran los enfrentamientos violentos y que se mantuviesen las normas democráticas, tratando de mejorarlas sin romperlas. Había que aprovechar lo posible para alcanzar lo mejor. Nuestro periódico fue uno de los que iniciaron la transición cuando todavía vivía Franco, intentando que ya dentro del franquismo se abriese el camino hacia la libertad y la democracia, sin rupturas. Para ello, se agotaron hasta el máximo las posibilidades de la ley de Fraga, a la que le faltaba mucho para ser la ideal (¡aquel artículo sagrado!), pero que suponía un avance con respecto a la época anterior. Curiosamente, esa actitud del Ya, llena de estrategia, pero también de prudencia, no pudo impedir que yo fuese, me parece, el último director expedientado bajo el régimen de Franco. El día 15 de noviembre de 1955, yo estaba en libertad condicional por un artículo de los Tácitos que se titulaba «Los Sucesores» y que fue prohibido por la censura (posterior a la impresión, pero anterior a la distribución que nosotros ya habíamos iniciado). CARLES SENTÍS • En este apartado, se contemplan dos preguntas muy distintas. En la primera, que es impersonal, me permito apuntar que el poder político y los medios de comunicación durante la transición española dejaron de andar en ciertos momentos por caminos paralelos. Ha habido alguna interrelación incorrecta por una y otra parte. En cuanto a la segunda pregunta: «¿Qué política editorial siguió usted para afianzarse en la nueva opinión pública?», debo decir que mi ejercicio de la política fue mucho más de orden parlamentario que periodístico. Fui Director General de Coordinación Informativa en el Primer Gobierno de la Monarquía. Desde mi puesto debía hacer casi lo contrario a lo que se hacía en el régimen anterior. Estaba al servicio de los medios de comunicación como, en realidad, todo el Ministerio de Información. El ministro, Adolfo Martín Gamero y los subsecretarios —Cañadas Novell y Aguirre Borrell— facilitaron la creación de nuevos periódicos, como El País en Madrid y Avui en Barcelona. Fui elegido diputado por Barcelona en las Constituyentes del 77, así como en las posteriores elecciones de 1979. También fui Conseller en el Gobierno provisional de la Generalitat, presidida por Tarradellas. Por consiguiente, hasta 1982 mi dedicación fue eminentemente política desde las filas de UCD en Cataluña (después CentristesUCD). A partir de 1982 volví a las tareas periodísticas de variada intensidad y en las cuales continúo. JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS • Vista desde hoy, la relación entre periodistas y políticos quizás fuese promiscua y de excesivo compañerismo. Eso explica sonoros despechos posteriores. Pero en su momento, políticos y periodistas se percibieron como compañeros de un mismo viaje. Por otra parte, en aquellos años yo no tenía responsabilidades editoriales. Era un periodista de opinión que seguía apasionadamente lo que ocurría. ¿Cuál ha sido la respuesta de los medios —tanto en noticias como en editoriales— hacia el conflicto nacionalista del País Vasco y al origen de ETA? ¿Cómo ha variado su postura entre 1975 y el 2000? ¿En qué medida ha influido dicha postura en la opinión pública y en la mayor movilización pacífica de la sociedad civil contra ETA? MIGUEL ÁNGEL AGUILAR • Los medios se han ocupado del conflicto nacionalista y del origen de ETA con intensidad y acierto discutible en sus páginas informativas y editoriales. Muchos de los más dóciles esbirros del régimen anterior intentaron utilizar las historias de ETA como una palanca para convertirse en antifranquistas retrospectivos. Fueron incapaces de asimilar que cuando se niegan las libertades públicas, los medios informativos que no traicionan sus deberes han de acampar extramuros del sistema, pero que cuando se instaura un sistema democrático los medios forman parte del mismo y le deben una lealtad básica. Mi postura al respecto habrá tenido variaciones pero básicamente se ha mantenido constante en el periodo 19752000. Siempre pensé que en un sistema democrático de libertades públicas los medios informativos no debían luchar contra el sistema sino contra sus corrupciones. Porque las libertades no se dan de una vez para siempre, están sometidas a los agentes de la intemperie y deben ser preservadas de la corrosión como sucede con los metales que permanecen al exterior. Entre las corrupciones frente a las cuales los medios deben ser beligerantes está la degradación de las libertades, la primera de las cuales hace relación a la vida. Por eso, siempre he mantenido que del terrorismo debe informarse de la forma en que mejor queden preservados los derechos y libertades y la vida de todos, y de la forma en que mejor se superen las amenazas que sobre ellas se ciernen y se dificulte la acción de quienes pretenden anularlas. Respecto a la medida en que mi postura haya podido influir en la opinión y en las movilizaciones públicas, debo decir que fue muy escasa. Mi posición antes descrita encontró obstáculos insalvables. Nunca fue posible un acuerdo de mínimos sobre el tratamiento informativo y editorial del terrorismo entre los periodistas y editores de los medios. Prefirieron, hasta fechas muy recientes, el pisotón informativo a la salvaguardia de los intereses de todos. Por fortuna, los que antes exhibieron la entrevista con la cúpula encapuchada de la banda etarra en su palmarés periodístico y se pensaban facedores de no se sabe qué paz ni con qué precio, han entrado ahora en la práctica del buen sentido. ALEJANDRO FERNÁNDEZ POMBO • Creo que desde el primer momento (y sobre todo desde la muerte de Franco, pues antes no faltaron increíbles opiniones de quienes miraron con simpatía al terrorismo por lo que tenía de antifranquista) no ha variado en gran forma la actitud de condena a ETA, aunque puedan haberse dado discrepancias o cambios de actitud en la manera de combatirla. CARLES SENTÍS • Considero que la prensa en general ha tratado correctamente el conflicto suscitado por el terrorismo de ETA, teniendo en cuenta los matices propios del problema. Mi postura respecto a ETA no ha variado un ápice, la mantenía ya antes de 1975. JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS • Inicialmente, la respuesta no fue la adecuada respecto al terrorismo de ETA y sobre todo a los posicionamientos nacionalistas del PNV. Creo que esa es una autocrítica general y no sólo de los medios. La variación de las posiciones editoriales es obvia: el terrorismo etarra no tiene paliativo alguno. La consecuencia ha sido que la movilización social es protagonista en la lucha contra ETA y los medios han tenido mucho que ver. Que se lo pregunten a los dirigentes del entorno de ETA. ¿Cuáles, en su opinión, han sido los mayores errores de los medios informativos en su actuación durante el último cuarto de siglo? MIGUEL ÁNGEL AGUI LAR • Pérdida del sentido autocrítico. Gusto por el victimismo cuando en tantos y tantos casos los medios son los agresores de unos inermes ciudadanos particulares, inválidos para defender sus derechos, a quienes se causan daños irreparables sin que apenas se practique la nobleza de rectificar de manera proporcionada los errores advertidos. ALEJANDRO FERNÁNDEZ POMBO • En los últimos años ha habido actitudes crispadas y enfrentamientos, no competitivos, sino de rivalidades empresariales, que han enturbiado el buen entendimiento que, a mi juicio, puede y debe haber entre los diferentes medios, que puede darse dentro de la máxima competencia. CARLES SENTÍS • Como he apuntado más arriba, los errores (muchos menos que los aciertos) pueden haber surgido de la politización excesiva de los periodistas a la hora de desarrollar su profesión, considerados personalmente más que en relación a sus empresas. También determinados políticos y partidos se han introducido más de la cuenta en algunos medios de comunicación. JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS • En algunos momentos y en algunos medios, el gran error ha sido el de no saber desempeñar el papel que corresponde a éstos en una sociedad democrática bien articulada. Han abundado, en definitiva, propósitos más o menos confesados de suplantar la función de instancias públicas. El incremento de concentración empresarial en grandes grupos multimedia es un hecho característico de los últimos años. ¿Cómo ha influido dicha concentración de la propiedad en el derecho a la información del ciudadano y en la objetividad de la noticia? MIGUEL ÁNGEL AGUI LAR • La concentración, los negocios multimedia, las sinergias, potencian las capacidades empresariales pero reducen las aristas críticas de los medios, que han de evitar fricciones entre quienes forman parte del mismo grupo. Es decir, que esas buenas avenencias se hacen a costa de los propios destinatarios de los medios, a quienes se priva de estímulos críticos. ALEJANDRO FERNÁNDEZ POMBO • La concentración empresarial es buena en cuanto que supone acumulación de recursos y, por lo tanto, de aumentar la capacidad informativa y fortalecer la fuerza informativa. Pero es mala si supone la desaparición de medios que representan a sectores no siempre minoritarios, que pueden quedarse sin voz. Precisamente una de las ventajas de la libertad de expresión es que todos pueden expresarse en libertad. Si la globalización impide que esto sea posible, deja de ser beneficiosa. CARLES SENTÍS • La concentración empresarial, en efecto, ha caracterizado los últimos años del periodismo. No se ha hecho más que introducir planteamientos parecidos ya existentes en otros países importantes del ámbito democrático occidental. Estas concentraciones obedecen a la competitividad empresarial, pero no deberían ser así las pertenecientes al área de la información. Si bien es cierto que no afectan necesariamente a la libertad de expresión, tampoco la elevan a su mejor nivel. JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS • La concentración empresarial en España no es preocupante. Se dan muchas fuentes informativas diversas. La mayor preocupación consiste en la irrupción en el sector de editores no profesionales que quieren colonizarlo al servicio de intereses que no son los propios de la información. ¿Cómo ha influido el avance de la técnica —la instantaneidad de Internet, de la televisión en directo, etc.— en el papel tradicional que los medios desempeñan en nuestra sociedad? ¿Cuál será, en definitiva, el papel de las nuevas tecnologías en la España del siglo que comienza y de qué modo deben actuar para preservar una democracia ya consolidada? MIGUEL ÁNGEL AGUILAR • Es pronto para decirlo. Podría pensarse que la capacidad de acceso directo elimina el papel de los profesionales, pero en mi opinión una cosa es que cualquiera pueda poner su buque rumbo a Rotterdam y otra que pueda atracar en el muelle debido sin el recurso al práctico del puerto. Estamos inundados de información, pero como sucede en las inundaciones, nos falta el agua potable de lo inteligible. En España debería evitarse que surja una nueva clase de excluidos, los desconectados de la red. Pero de eso queda mucho por decir. ALEJANDRO FERNÁNDEZ POMBO • Afortunadamente, las tecnologías están todavía al servicio del pensamiento. Los medios de comunicación han de adaptarse a esos cambios, como lo hizo cuando fueron surgiendo la radio, la televisión, y ahora Internet. Las tecnologías están al servicio del hombre y no el hombre al servicio de las tecnologías. Lo importante es que el hombre sea siempre defensor de la libertad y de la democracia y, para el periodista, hacer esa defensa desde los medios de que disponga; el que lo haga con una tecnología u otra, es accesorio y sólo cuestión de aprendizaje. CARLES SENTÍS • La televisión ha afectado al número de lectores de prensa, pero también ha hecho que el diseño de los actuales diarios sea más ágil e imaginativo. Hoy es inconcebible un periódico compuesto únicamente por pan de letra. Se han abierto ventanas: diseño e imágenes fotográficas, dibujo y color. También, unos más y otros menos, los grandes diarios se han subido al tren de Internet. El hecho de que sus cabeceras y contenidos aparezcan en la web no les hará desaparecer, por ahora. JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS • Influye de manera determinante. Hablamos ya de profesionales multimedia, de redacciones multimedia, etc., todo lo cual está provocando una nueva concepción del periodismo. Sin embargo, las esencias son las mismas. Lo preocupante es que las nuevas tecnologías, fuera del control de leyes y normas, se muevan en sus contenidos en función de intereses que son opacos. Pero esta cuestión no sólo afecta a los medios; más bien es un reto para los sistemas democráticos porque, a muy corto plazo, se va a plantear dónde y cómo se ejerce realmente el poder: ¿en la red o en los parlamentos y gobiernos?