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Nacional, pero abierto al mundo

Fernando Lanzas

De su labor como director técnico en la Biblioteca Nacional y sus relaciones con otras bibliotecas extranjeras. El papel de Antonio Fontán como presidente del Real Patronato de la Biblioteca Nacional.

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Referencia

Fernando Lanzas, “Nacional, pero abierto al mundo,” accessed April 18, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/153.

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Title

Nacional, pero abierto al mundo

Subject

Una docta institución

Description

De su labor como director técnico en la Biblioteca Nacional y sus relaciones con otras bibliotecas extranjeras. El papel de Antonio Fontán como presidente del Real Patronato de la Biblioteca Nacional.

Creator

Fernando Lanzas

Source

Nueva Revista 089 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

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UNA DOCTA INSTITUCIÓN Nacional, pero abierta al mundo POR FERNANDO LANZAS l cabo de bastantes años de ejercicio profesional en el mundo de Ala economía, y más concretamente, en el del comercio exterior, inesperados avatares dieron conmigo en la Biblioteca Nacional, en la que mi querido Luis Alberto de Cuenca, flamante director general de la casa, me nombró director técnico, para sorpresa tanto de mis hasta ahora colegas en Comercio —alguno de los cuales llegó a calificar mi aventura de «período sabático»— como del mundo bibliotecario, en el que se recibió con cierta inquietud el desembarco de «alguien de fuera» en la dirección técnica de la institución. Estas reacciones eran, sin embargo, reveladoras de una realidad a tener en cuenta: por parte de las personas desconocedoras de la Biblioteca Nacional, ésta en general era considerada como una casa un tanto misteriosa, santuario de arcanos mundos contenidos en un mar de letra impresa y acumulada a lo largo de muchos siglos y más bien alejada del mundo actual y real, de la calle, de los ocios y negocios que ocupan ál respetable público. Por otra parte, la propia Biblioteca, su personal, sus visitantes, configuraban a su vez un mundo más bien cerrado en sí mismo, un universo en miniatura con su propia dinámica social y política, su entramado de relaciones profesionales y personales, sus conflictos y sus alianzas, y que limitaba sus vínculos con el exterior casi a lo imprescindible. Los contactos que muy pronto establecimos con instituciones bibliotecárias de otros países europeos y americanos nos descubrieron unas situaciones en parte similares pero en parte bastante diferentes a la nuestra, y una de las diferencias más apreciables era la mayor integración de las bibliotecas y de sus responsables en la sociedad civil, hasta el punto de que era habitual el trasvase de directivos desde el mundo de la empresa al de la gestión cultural, o del de las bibliotecas a otras áreas de la administración pública. Pronto nos convencimos de que uno de los retos que la Biblioteca Nacional tenía ante sí era precisamente ése: salir a la calle, convertirse en una institución abierta dentro y fuera de España. Era preciso que en su seno se pudieran admitir con toda naturalidad modos de trabajo habituales en otras esferas y personal proveniente de otros ámbitos, y al tiempo incrementar su presencia no sólo en la vida cultural sino también en la vida económica de la sociedad. Para eso, había que pensar en proyectos conjuntos con el sector empresarial, en especial en el ámbito de las industrias de la información, haciendo uso de la gran baza del valiosísimo patrimonio bibliográfico de la biblioteca y por tanto su condición de gran activo cultural de la nación. El despacho que me asignaron era contiguo a otro, habitualmente vacío, en cuya puerta rezaba el siguiente letrero: «Presidente del Patronato». Al poco tiempo el Consejo de Ministros nombró a don Antonio Fontán para ese puesto. Unos días después el nuevo presidente llegó a su despacho, pidió los instrumentos de navegación imprescindibles, e inició su singladura. Estábamos en 1996. Muy pronto supimos que Antonio Fontán iba a ser algo más que un presidente honorífico. Curtido en todos los frentes —la política, la empresa y los medios de comunicación—, muy bien relacionado en estos y otros ámbitos, y deseoso de poder aportar todo su caudal de experiencia y capacidad a una institución muy necesitada de un impulso fuerte que la sacase de su posición retirada y la situase en medio del mundo, Fontán comenzó enseguida a pedirnos informes, a convocar reuniones,.a preparar el trabajo del patronato como órgano rector de la biblioteca. La composición del patronato respondía perfectamente a los objetivos que se buscaban. Empresarios, abogados y economistas de reconocido prestigio en nuestra sociedad integraban su trabajo con el de personalidades de la mayor relevancia en el mundo de la cultura, y con los máximos El presidente del Real Patronato de la Biblioteca Nacional durante el acto de firma del convenio con la Library of Congfess de los Estados Unidos, que se celebró el 24 de febrero de 2000, en presencia de Sus Majestades los Reyes. responsables políticos del ministerio, bajo la dirección tenaz, comprometida, pero siempre amable y flexible de nuestro presidente. Antonio Fontán supo generar desde el principio un clima de confianza, de naturalidad en las relaciones y de respeto mutuo que fue decisivo para permitir que el ambiente de trabajo en la biblioteca fuese el más favorable para poder acometer con éxito los grandes retos que ya estaban planteados y otros más ambiciosos en el futuro. Todos los que allí trabajamos encontramos por parte del presidente el justo reconocimiento de nuestra labor, el lugar y el momento para manifestar nuestras opiniones, la oportunidad para presentar nuestras iniciativas al patronato y desarrollarlas con su apoyo. Nuestro presidente sabe sacar lo mejor de cada uno de sus colaboradores, hacerles útiles y hacer que se sientan útiles, y esto se aplica tanto al equipo directivo de la biblioteca como a los miembros del patronato que, además de su asistencia a las reuniones del pleno y de la comisión permanente, con frecuencia se integran en las comisiones de trabajo específicas para tareas concretas. Yo he tenido la suerte de vivir la experiencia de trabajar con Antonio Fontán desde los dos lados:como director técnico durante los dos primeros años y después como miembro del patronato de la biblioteca. Y así, poco a poco, la Biblioteca Nacional ha ido coronando etapas, cumpliendo objetivos, creciendo y reafirmando su papel central en la vida cultural española. La inauguración por los Reyes de España de la sede del paseo de Recoletos, totalmente reformada y modernizada; la automatización completa del catálogo y la recuperación del retraso histórico en las tareas de catalogación; la mejora de las dotaciones presupuestarias y de personal hasta llevarlas a los niveles adecuados; los proyectos de colaboración con la Fundación Telefónica y con la Biblioteca Virtual Cervantes para la digitalización y puesta en red de fondos bibliográficos, han sido algunos de los logros más notables correspondientes al periodo de mandato de Antonio Fontán al frente del patronato. En el ámbito internacional, su gestión también se ha dejado sentir notablemente. Valga como ejemplo el acuerdo alcanzado con la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos para la digitalización conjunta de los materiales que ilustran nuestra historia común, proyecto conocido como Parallel Frontiers y a cuya firma asistieron los Reyes de España junto con el propio Antonio Fontán, gran impulsor del acuerdo. Creo sinceramente que la Biblioteca Nacional se ha transformado profundamente durante estos ocho años y que ha cambiado para bien —para el bien de la propia institución, de sus trabajadores, de sus usuarios y de toda la sociedad—. La indudable capacidad de nuestro presidente, su sagacidad política, su talante conciliador y su trato afectuoso, son virtudes que saltan a la vista, pero que se han visto superadas con creces por otra . Una que es la principal para trabajar y para vivir, y que es mucho más meritoria precisamente en una persona mayor y experimentada, como lo es él. Gracias por todo, presidente, pero gracias, sobre todo, por tu enorme ilusión. FERNANDO LANZAS