Nueva Revista 089 > Un referente para la España contemporánea

Un referente para la España contemporánea

Esperanza Aguirre

Homenaje a Fontán en el que se recuerda algunas de las cosas que mejor hizo: ser maestro de liberales y haber sido presidente del Senado.

File: Un referente para la España contemporánea.pdf

Referencia

Esperanza Aguirre, “Un referente para la España contemporánea,” accessed November 22, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/151.

Dublin Core

Title

Un referente para la España contemporánea

Subject

Al fin los liberales

Description

Homenaje a Fontán en el que se recuerda algunas de las cosas que mejor hizo: ser maestro de liberales y haber sido presidente del Senado.

Creator

Esperanza Aguirre

Source

Nueva Revista 089 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

Document Item Type Metadata

Text

AL FIN LOS LIBERALES Un referente para la España contemporánea por ESPERANZA AGUIRRE scribir de don Antonio Fontán y para don Antonio Fontán en este Enúmero de su Nueva Revista con motivo de su LXXX cumpleaños es un honor y un motivo de alegría. Es un honor porque don Antonio es una de las personalidades más importantes, interesantes y decisivas de nuestra época; y como un honor considero tener la oportunidad de dejar mis palabras en una publicación de reconocimiento y de admiración hacia su persona, su obra y su ejemplo. Y es un motivo de alegría porque haber conocido a don Antonio, tratarle, y tenerle por amigo y por consejero siempre lo he considerado como un auténtico regalo que me ha entregado el destino. Son muchas las facetas de la biografía de Antonio Fontán y en todas ellas ha alcanzado un altísimo nivel de protagonismo y de excelencia. En su vida, don Antonio ha acometido muchas empresas y ha impulsado muchos proyectos y siempre se ha esforzado, con éxito, para hacerlo todo muy bien. Hoy, en esta hora del homenaje por sus primeros ochenta años, creo que a él como a pocos puede aplicársele la sentencia de Eugenio dOrs de que «una sola cosa te será contada y es la obra bien hecha». Hoy, en la hora del homenaje, son muchas las cosas que le pueden ser contadas a don Antonio porque han sido muchas las cosas que ha hecho bien y son muchas las razones para que todos los españoles, y más los que tenemos la suerte de ser sus amigos, le estemos agradecidos. En estas líneas de mi homenaje a Fontán quiero fijarme y recordar dos de esas cosas que ha hecho muy bien y que han tenido que ver directamente con mi actividad política: una es la de ser maestro de liberales y la otra la de haberme precedido en la presidencia del Senado. En España, a pesar de que Cádiz fue la cuna de la palábra «liberal», siempre ha sido difícil que se consoliden partidos y actitudes políticas inspiradas en el liberalismo. Por eso creo que tiene especial importancia y mérito excepcional la trayectoria política de Antonio Fontán, quien, a pesar de las suspicacias que esa palabra «liberal» ha levantado en la historia de los últimos setenta años en nuestro país, ha sabido mantener siempre una actitud profundamente liberal y, lo que aún es más importante, ha sabido aglutinar a su alrededor a todos los que, como yo, creemos que en el liberalismo se encuentran las mejores soluciones para los problemas que plantea la vida en sociedad. Con toda propiedad puede decirse que es el maestro del liberalismo español contemporáneo, y eso es ya una buena razón para que todos le estemos agradecidos. He tenido el honor de ocupar la presidencia del Senado y, así, el de suceder en ese puesto a don Antonio Fontán. El fue el presidente de la transición y su labor en la Cámara Alta hay que calificarla de excepcional. No hay que olvidar que fue allí, en el palacio de la plaza de la Marina Española, donde se acabó de perfilar el texto de nuestra Constitución de 1978 y allí fue, sin duda alguna, donde se alcanzaron algunos de los consensos más trascendentales sobre los que está edificada nuestra Constitución. La Constitución que más años de libertad, de progreso y de prosperidad nos ha proporcionado a los españoles en toda nuestra historia lleva el sello de don Antonio Fontán, que, desde la presidencia del Senado, supo aunar voluntades y limar diferencias. Allí, en el Senado de España, tuve el honor de ofrecerle a don Antonio el homenaje que se merecía cuando fue proclamado por el Instituto de Prensa Internacional «héroe de la libertad de prensa», en un acto en el que todas las tendencias políticas y todas las periodísticas estuvieron representadas. Estas forzosamente cortas palabras están dictadas, por mi más sincera admiración y mi más profundo agradecimiento hacia el Fontán latinista, catedrático, periodista, profesor, hombre de empresa, político, humanista, maestro de liberales y, por encima de todo, amigo y consejero excepcional. 0« ESPERANZA AGUIRRE PANEGYRICUM AC DESIDERATA ANTONIO FONTÄN IN EIVS OCTOGESS1MO NATAL! DIE COMPOSVIT Agustin Löpez Kindler Forte pater superum prospexit ab aethere terras ¿amijul1 ut conueniant coeli incolae Areas uolat, nunc planus, nunc fronte mouens; mix conopi arua et toto descend it auo, mare, terra uel aer indigenes misere deos. Post trrdine adsunt: Pampineus Liber. Mars rrux, Ttryntfuwi hirtm, nuda Venus, fecunda Ceres, pharetrata Diana, hino grauis, prudens Palkis, turrita Cybele, Satumus profugus, uaga Cynthia, Phoebus ephebus, Pan pauidus, Pauni rigidi, Satyri petuiantesQuis canat hie aulam coeli, ruttlantia cuius Ipsa pauimentwm sun; sideraf iam pater aitreo tranqtullus sese solio local; inde priores consedere ilei. Satiety scans aterm rsra: Est initi, quae Latio sc sanguine tollit alumnam, telhts clara uiris, cui non dedit optima quondam rerum opijex natura parem: Beticaferax. PANEGÍRICO Y VOTOS DE FUTURO QUE COMPUSO EN HONOR DE ANTONIO FONTÁN EN SU OCTOGÉSIMO ANIVERSARIO Agustín López Kindler Un día el padre de los dioses contempló desde lo alto el mundo y ya vuela Arcas1, para convocar a reunión a los habitantes del cielo, avanzando una veces con las alas de sus pies y otras con las de la frente. Apenas toca el suelo, tras descender la ladera del Atlas, la montaña de su abuelo, cuando el mar, la tierra y el aire envían a sus respectivos dioses. Por orden se presentan: Líber con sus pámpanos, Marte el feroz, el velludo Tiryntio, Venus desnuda, la fecunda Ceres, Diana con su aljaba, la severa Juno, Palas la prudente, la almenada Cibeles, el prófugo Saturno, Cintia la vagabunda, el joven Febo, el temible Pan, los groseros faunos, los petulantes sátiros. ¿Quién sería capaz de cantar aquí la sala del cielo, cuyo pavimento son las rutilantes estrellas? Júpiter toma plaza majestuoso en su trono de oro y a continuación, por rigurosa prioridad se acomodan los dioses. El piadoso que truena se pone en pie y dice: «Tengo una tierra que se considera pariente del Lacio por su sangre, cuna de hombres preclaros, y a quien jamás ha dado una rival la naturaleza, creadora de todas las cosas: Bética, la fértil. Cedere Antonium ego tarn fortes hos uolui, qui nobilitat solus auos. Libet edere tanti gesta uiri et longam paucis percunere uitam. Soluerat in partum; generosa puerpera casti uentris onus; manifesto dedi mox signa futuri talenti ac totam fausto trepidi patris aulam impleui augurio; licet idem grandia riati. culparet fata, iuuit fortunam studio. Surgentes animi Musis formantur et illo qui Cicerone tonat; didicit quoque facta suorum ante ducum; res gestae uita librisque relegit. Praeterea quidquid Latiaribus indere libris prisca aetas studuit, totum percunere suetus: Mantua quas acies pelagique pericula lusit, Zmymeas imitata tubas, uel quicquid in aeuum mittunt Euganeis Patauina uolumina chartis, qua Crispus breuitate placet, quo pondere Varro, quo genio Plautus, quo fulmine Quintilianus, qua pompa Tacitus nunquam sine laude loquendus. Eligitur primus, iuuenis, hinc latinitatis professor. Rem publicam impiger is colit solus. »Fue mi voluntad que todos ellos, aun siendo tan ilustres, cedieran el paso a Antonio, quien por sí solo ennoblece a toda la estirpe. Es un placer contar las hazañas de tal personaje y recorrer en pocos trazos su larga vida. »Apenas la generosa madre había soltado en el parto el peso de su casto vientre, cuando yo ya di señal manifiesta de su futuro talento y llené la casa del padre impaciente con un augurio favorable. Este, aunque atribuía al hado las cualidades del hijo, ayudó a la fortuna con el esfuerzo. »La inteligencia del párvulo es formada por la musas y por aquel Cicerón, de voz de trueno. También aprendió los hechos de los antiguos caudillos y leyó una y otra vez en los libros y en la vida sus hazañas. »Además estudió aquello que pusieron por escrito en lengua latina las viejas generaciones, habituado a leerlo todo: los combates y los peligros de la mar que cantó el mantuano, imitando a las trompetas de Esmirna2; las gestas que para la eternidad transmiten los libros paduanos en los volúmenes euganeos3; la agradable concisión de Salustio, la gravedad de Varrón, el ingenio de Plauto, la fogosidad de Quintiliano, la majestad de Tácito de quien no se puede hablar nunca sin elogio. Por todo ello, aún joven, fue elegido profesor de latín y se aventuró diligente y por su cuenta en la política». 1 El mensajero de Júpiter. 2 Virgilio, imitador de Homero. 3 Tito Livio. Con estas palabras, que yo plagio con ligeras adaptaciones del poeta Sidonio —un patricio culto, nacido en la Galia del siglo V d.C. y que, después de haber desempeñado la prefectura de Roma, llegó a ser obispo de Clermont y santo de la Iglesia católica—, podía haber comenzado Júpiter a pronunciar el panegírico de Antonio Fontán, maestro y fraternal amigo, ante la asamblea de los dioses. Le habrían faltado palabras y a mí inventiva materia est maior, et mihi Musa minor4— para seguir describiendo en hexámetros tanto los decenios de su larga trayectoria profesional, que ya analicé hace tiempo con ocasión de su retirada del aula y del ágora5, como los últimos años de su vida posacadémica y pospolítica, a los que querría referirme brevemente en estas líneas. Me parece que ese tramo, que comprende algo más de un decenio, está marcado por una larga serie de satisfacciones, frutos que han madurado finalmente tras muchos años de siembra generosa e incansable. Ni buscados ni, en parte, siquiera proyectados, esos frutos han sido aceptados por Antonio con agradecimiento y disfrutados acaso en mayor medida. Voy a referirme, en forma de crónica puntual a uno solo, que seguramente interesará a los lectores de Nueva Revista, pues se trata de la historia de la publicación que tienen en sus manos, vista a través de la correspondencia que he mantenido con su editor. • • • • El primer capítulo está escrito en diciembre de 1989, en un papel muy umweltfreundlich, timbrado a nombre del director y en el que se lee: «Como ves, la revista está muy próxima a salir. El primer número aparecerá en enero. En ese mismo mes, hace treinta y ocho años, saqué La Actualidad Española, mi primera zventura periodística». . En julio de 1992, el producto va a cambiar y don Antonio reconoce sin ambages: «Hemos fracasado como editores. No parecen asequibles ni los suscriptores que harían falta ni la publicidad precisa». 4 «El tema es grande y mi musa pequeña». 5 Cfr. «Un humanismo atrayente», en J. L. Moralejo (ed.), Humanitas in honorem..., op.cit., pp. 1729. A pesar de todo, no se Ka dado por vencido, cuando tiempo después, a finales de 1993, observa: «La Revista sigue: nuevo formato, nueva serie, nueva periodicidad: cuesta dinero y da trabajo. Espero que en el 94 lo primero sea poco o nada. Lo segundo no me importa», confiesa, y a continuación se desahoga: «Don Quijote salió tres veces y yo llevo ya seis o siete u ocho...». Apenas dos años más tarde, ya puede exultar: «Mis amigos de la Nueva Revista van saliendo adelante. Seis o siete son diputados, concejales, etc. Otro preside la región valenciana, otro más vicepreside Castilla, Soledad Becerril es alcaldesa de Sevilla... El próximo gobierno será del PP». Unos meses más tarde él mismo se asombra, orgulloso ante la cosecha que han recolectado los jóvenes liberales: cuatro secretarios de Estado, prestigiosos miembros del gabinete del presidente o de otros políticos preeminentes. La última crónica data del verano de 2001: «La revista continúa adelante, con prestigio en los círculos culturales y políticos, siendo además lugar de encuentro de varias docenas de periodistas, profesores, políticos, etc. Yo pienso que son jóvenes porque les llevo muchos años, pero los de la primera hora, que son casi veinte, andan ya por el decenio de los cuarenta». ¿Qué explicación tiene este esfuerzo de promoción humana y profesional, que lleva consigo necesariamente renovación de directores y colaboradores y, en consecuencia, una dedicación continua de tiempo y energía por parte de una persona que debería considerarse ya suficientemente madura para una jubilación más que honrosa? En plenos años cuarenta, inmediatamente después de la II Guerra Mundial, un movimiento que se llamaba a sí mismo «Rearme moral», adquirió un castillo en Caux, dominando la orilla oriental del lago de Léman (Suiza). Por allí han pasado a lo largo de más de cincuenta años millares de personas que han sido educadas en la convivencia democrática, sin descuidar la dimensión trascendente, ya que la iniciativa de ese grupo partía de círculos confesionales protestantes. A mí me parece que el secreto de la perseverancia de Antonio Fontán en la actividad política tiene mucho que ver con la necesidad de un rearme moral de la sociedad española, arrollada en el decenio pasado por una marea de permisivismo, fruto de la siembra de sal perpetrada por unos gobernantes erosivos, o más bien agresivos frente a muchos de los valores respetados por gran número de españoles. Que esa tarea de rearme resulta urgente y que no basta con lamentarse, es evidente. ¿Será recuperable la moral del trabajo, una nueva distribución de deberes y motivaciones que prenda en todas las capas de la población? Así lo espero. En todo caso, es ahí donde hay que buscar la fuerza que impulsa al editor de Nueva Revista a continuar en la brecha, empujando y ayudando a quienes están cerca de él: un deporte este que él ha practicado toda la vida y que afronta cada día saliendo al campo como un jugador profesional, sin hándicap —sin complejos, quiero decir—. Por eso una colaboración leal con Antonio Fontán compromete necesariamente a aportar, cada uno desde su lugar —también los políticos, sobre todo cuando su oficio les expone a verdaderas pruebas de fuego—, el óbolo del coraje cívico. En esta empresa apasionante cuenta tanto con nuestra admiración como con los favorables augurios del Olimpo: Finem pacer ore uix dederat, plausere dei fremitusque cucurrit concilio. Félix tempus neuere sorores auspiciis, Antoni, tuis etfuturis annis fulua uolubilibus duxerunt saecula pensis. Apenas el padre de los dioses había acabado de hablar, cuando los demás aplaudieron y un signo de aprobación recorrió la asamblea. Las hermanas6 comenzaron a tejer en tu honor, Antonio, un tiempo feliz y a enrollar, en sus husos volubles, siglos dorados. 6 Las tres parcas.