Nueva Revista 067 > Tragedia y razón. Europa en el pensamiento español del siglo XX

Tragedia y razón. Europa en el pensamiento español del siglo XX

Jesús de Garay

Reseña del libro "Tragedia y Razón. Europa en el pensamiento español del siglo XX" de José María Beneyto.

File: Trageedia y razón. Europa en el pensamiento español del s.XX.pdf

Referencia

Jesús de Garay, “Tragedia y razón. Europa en el pensamiento español del siglo XX,” accessed April 20, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1459.

Dublin Core

Title

Tragedia y razón. Europa en el pensamiento español del siglo XX

Subject

Libros e historia

Description

Reseña del libro "Tragedia y Razón. Europa en el pensamiento español del siglo XX" de José María Beneyto.

Creator

Jesús de Garay

Source

Nueva Revista 067 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

document/pdf

Language

es

Type

text

Document Item Type Metadata

Text

TRAGEDIA Y RAZÓN. EUROPA EN EL PENSAMIENTO ESPAÑOL DEL SIGLO XX José María Beneyto Taurus, Madrid, 1999, 352 páginas La sustantividad de la nación es sólo España es uno de los temas de mediun dogma nacionalista. Pero, en tación más centrales en Unamuno, cambio, la diversidad cultural pareOrtega o María Zambrano. ce un hecho incontrovertible. Hay Quizá una de las sombras más culturas muy dispares, aun cuando inquietantes en el panorama social las precisas diferencias entre unas y político español sea la escasez de culturas y otras no sean fáciles de pensamiento sobre España. Directaindicar: es el caso de la cultura euromente sobre España. El empacho de pea y de las distintas culturas que nacionalismo español sufrido duranconfiguran Europa. La particularite la época franquista todavía no ha dad cultural es uno de los elementos sido asimilado. Sigue siendo sospeque definen la nación y, precisachoso de fascista cualquier análisis de mente por eso, la pregunta por la la nación española. Pero más paralicultura está antes que la pregunta zante aún es la existencia de un pasapor la nación. do que, por fracasado, por violento (o por católico), algunos no reconocen El libro de José María Beneyto como propio. Sea como fuere, el acomete la ardua tarea de pregunhecho cierto es que pocos se interetarse por la singularidad de la cultusan por la identidad cultural españora española y de la cultura europea. la. Y sin embargo, «es en la cultura Y lo hace desde la reflexión de algudonde se halla un substrato identitanos de los pensadores españoles más riocomún» (p.312). relevantes del siglo que termina. Ya el empeño merece ser atendido, porFrente a tal desatención, «Orteque quizá habíamos olvidado que ga realiza un modélico ejercicio de deconstrucción del nacionalismo en y desde Europa. Efectivamente, español al establecer un vínculo susquizá sea así en la actualidad, y quizá tantivo entre nacionalización y unise ha planteado de esa forma en algudad europea» (p.314). Y sin duda, nos de los pensadores examinados. hoy también resulta apremiante una Pero no deja de resultar extraño arqueología de la cultura española, entender la historia de España desque deje al descubierto las raíces de pués de 1492 en términos de europeitanto malestar. zación. América, más que Europa, parece haber configurado el horizonLas apuestas del libro son diverte de los españoles durante buena sas. Desde luego, el reto más obvio es parte de su historia. No obstante, la revisión sistemática de pensadocentrados exclusivamente en el sires como Costa, Ganivet, Madariaglo XX, se acepta más fácilmente que ga, Laín Entralgo o Julián Marías. «posiblemente no existe ningún otro Es loable el esfuerzo por definir sus país que haya establecido un eslabón planteamientos —no siempre bien tan estrecho entre el propio proyecto conocidos— y buscar sus puntos de refundación nacional durante este comunes. Pero, más allá del registro siglo y la integración europea, entre doxográfico de lo que otros han la identidad española y la identidad dicho, Beneyto propone a su vez una europea» (p.311). interpretación que merece tenerse en cuenta. En cualquier caso, los planteamientos de José María Beneyto ofreQuizá la tesis más discutible sea cen una sugerente línea de trabajo. que el proyecto nacionalizador espaUna cultura se define por una forma ñol se articula en torno a la europeide pensar. La diversidad de las cultuzación (p.13). En palabras de Maras puede ser examinada como una dariaga, «cuanto más europeo, más diversidad de formas de pensar. La español; cuanto más español, más racionalidad no es unidimensional europeo» (p.321). O como Marías sino que integra múltiples facetas. afirma: «España es europea porque lo Se piensa de muchas maneras. Y ha querido, porque se puso tenazmencada cultura piensa el mundo acente a esa carta, cuando parecía inexistuando alguna de estas dimensiotente, cuando la empresa de restablenes del pensar, mientras que desacer la España perdida no tenía ni la tiende otras. La historia, el idioma, menor probabilidad de conseguirse» la religión, el Derecho y otras tantas (p.261). España se haría inteligible formas culturales influyen de muy críticas postmodernas. No en vano diversos modos, pero todas ellas la recepción de Schopenhauer o definen una forma de pensar, una Nietzsche fue particularmente enforma de racionalidad. Cada societusiasta en Unamuno y Ortega. dad piensa el mundo desde distintos Al menos desde Nietzsche no puntos de vista. Las primeras reflehemos cesado de renegar de la racioxiones de Herder o Humboldt en nalidad mecanicista e instrumental torno al lenguaje y al espíritu de los que, paradójicamente, ha hecho pueblos han seguido alimentando posible los patentes logros de la modurante los siglos XIX y XX el estudio dernidad. Según avanzaba el siglo de la diversidad cultural, aun cuaneran más las voces que anunciaban do se hayan abandonado sus presula crisis de la racionalidad occidenpuestos románticos (y en algunos tal y las contradicciones internas casos tampoco). de la Modernidad. Los conflictos, el malestar y el cansancio de Europa Aplicado al caso particular de la reflejarían únicamente la escasa vitacultura europea y española, las idenlidad de la forma moderna de pensar. tidades y las diferencias pueden Pero si el diagnóstico es correcto, establecerse en términos de racionaentonces la débil modernización de lidad. Es decir, mientras que la culEspaña en los últimos siglos deja de tura europea se construye sobre el ser un lastre para convertirse en paradigma de la racionalidad cientíreferencia para la renovación de fica y tecnológica, la cultura españoEuropa. A esta conclusión llegaba la marca continuamente distancia Ortega cuando definía su planteafrente a esa forma de comprender el miento como «nada moderno y muy mundo y busca formas alternativas siglo XX» (p.136). de racionalidad. Más aún, si el desarrollo de Europa en los últimos siglos «Ellos, a la ciencia de que nos se ha realizado siguiendo las pautas aprovecharemos; nosotros, a lo nuesde la racionalidad moderna, los tro. No basta defenderse, hay que españoles han ensayado una forma atacar. Pero atacar con tino y cautede pensar ajena y crítica frente a la la. La razón ha de ser nuestra arma». modernidad: forma de racionalidad Con estas palabras Unamuno señaque podría calificarse de premoderlaba el valor instrumental de la raciona, pero que José María Beneyto nalidad científica y técnica. La cienaproxima convincentemente a las cia es sólo un arma, un instrumento. De gran utilidad ciertamente, pero tos en unos y otros autores. Para sólo eso. No era tanto el suyo un desUnamuno, la conciencia trágica precio de la razón instrumental, española se caracteriza por la lucidez como un reconocimiento de sus límicon que advierte que «la existencia tes. El reproche unamuniano estaba no tiene razón de ser, porque está basado en la incapacidad de la razón sobre todas las razones» (p. 101). En para hacerse cargo de «las entrañas», la vida del hombre se conj uga el ser y del sentimiento, de la imaginación, el no ser, pero esta integración condel deseo: en general de «todo aquel tradictoria no es accesible a la razón. ámbito de intimidad humana que en Entender la contradicción excede a el hombre de carne y hueso se estrelas fuerzas de la racionalidad cientímece ante la posibilidad de la muerfica. La presencia de la nada de la te» (p. 106). muerte en la conciencia muestra dramáticamente la falta de fundaEn Unamuno se encuentra exmentación de la existencia humana. puesto con particular crudeza lo que La muerte marca drásticamente los otros, antes y después, dirán de otras límites de la razón. Con ella, se da formas. Existe una singularidad en la «el naufragio definitivo de todo sencultura española frente al conjunto tido, de toda finalidad, de todo de la cultura europea, que se resume valor» (p. 108). Esta desorientación en un descreimiento de «la razón radical, esta ausencia de referencias lógica, para tomar partido por la carque den un orden firme a la existendíaca, la razón sentimental, la razón cia se traduce en angustia. trágica» (p. 102). A la manera pascaliana, se reclama un ámbito del coraEn la cultura española esta conzón, del espíritu y de la vida que la ciencia trágica es particularmente racionalidad científica es incapaz de intensa por una doble razón histópensar. Los pensadores elegidos por rica: por su tradición católica y por Beneyto comparten de un modo u su fracaso, culminado en 1898. «La otro esta tesis, que quizá ahora, al ininada española es más radical que el cio de un nuevo siglo, no se podría nihilismo europeo, porque su expeformular del mismo modo. Sin duda, riencia del todo ha sido mayor y más ahora el alma española es menos profunda» (p. 108). Don Quijote española y más europea. encarna el ansia de eternidad perdida. El español, por eso, siente con Sea como fuere, es de gran inteespecial fuerza «la desesperación rés atender a la diversidad de acencatólica», «el terror ante el vacío Europa. Sin embargo, después de universal de un mundo sin trascenAdorno y Heidegger —y también dencia» (p. 108). A la embriaguez de después de Auswitz y Chernobyl—, infinito sigue la conciencia desespelos límites de la racionalidad ilustrarada de la ausencia de Dios. La infinida son claramente perceptibles y se ta sed de nuevos horizontes y realidabuscan otras dimensiones de la razón des define la mentalidad española, que completen la unidimensionalipero si en Laín la conciencia de la dad de la mente moderna. Pero el infinitud se traduce en esperanza, por intento unamuniano es básicamente el contrario en Unamuno se vive crítico: no trata tanto de buscar nuecomo melancolía angustiada. vas formas de racionalidad como de señalar la mezquindad de la racionaLa «manera española de ver las lidad instrumental. cosas», su racionalidad particular, está determinada por su historia. Por En cambio, Ortega acomete la una historia de espíritu y de idealistarea de caracterizar una forma de mos, pero también por una historia racionalidad que integre la razón y la de fracasos y decadencia. Precisavida. «España frente a Europa es mente esa experiencia viva de la conradicalidad de lo real, es comprentradicción es la que engendra una sión del ser como dramatismo, es pleconciencia rebelde ante el cómodo nitud de vida; la vida como algo prebienestar de la tecnología moderna. vio y más amplio que la razón. Y esa La familiaridad con el infinito y la plenitud de vida, a la que en Unamunada conforman uno de los rasgos no se pretendía acceder a través de la propios del pensamiento español. La angustia, con el planteamiento agóexcentricidad española respecto a nico de la fe que no puede alcanzarse, Europa en el pasado podía resultar en Ortega va a ser distensión, gesto delirante, pero «hay locuras que no lúdico, serenidad de una nueva iluson defecto, sino exceso de la razón, minación de la razón» (pp. 137son manías razonantes» (p. 110). 138). Junto a la ciencia alemana está la vida española, la vida como pasión Quizá durante años las críticas y como aceptación de la circunstanestridentes de Unamuno —al igual cia concreta. que las críticas de Costa o Ganivet— frente a la ciencia moderna han La cultura, a secas, aparece como sonado a rabieta pueblerina frente al esa buscada integración de razón y progreso y la cultura del resto de vida, que comporta una pluralidad idealista europea» (p. 291). Por otra, de puntos de vista y una infinitud de la cultura europea está enferma, y su posibilidades. Por eso, la crisis de mal no es otro que una racionalidad Europa y de la razón occidental es autodestructiva, que se agota en sí superable mediante un redescubrimisma, con la peculiaridad de que en miento de la vida en su circunstanesta enfermedad el enfermo ama sus cialidad y en su diferencia. Y ésta es males, como hechizado (p. 280). La precisamente la aportación españohistoria trágica española es interprela a la cultura europea: un marcado tada como un asalto al nihilismo de la individualismo, que nace del aprerazón occidental (p. 272). cio por lo individual y, en especial por la libertad individual, tal y como La propuesta de Zambrano sigue Madariaga destaca. la estela de Ortega: la manera española de ver las cosas se caracteriza La cultura europea implica asipor un «querer sentir la vida en toda mismo una pluralidad de perspectisu multiplicidad» (p.296). Éste es el vas, donde cada persona, cada puerealismo español: un pensamiento blo y cada época aporta un punto de sin violencia, un pensamiento no vista particular. Y desde esa diversisistemático, que acepta la realidad dad de perspectivas, surge una misen su particularidad. El espíritu apama Europa pero hecha de diferenrece encarnado en la materia táctil y cias. La historia de Europa es una visual y en la cotidianidad de la vida constante expresión de diferencias, popular. Y la atención a la vida se que no quieren ser abandonadas. La traduce en una visión amorosa de las razón vital se convierte así en raciocosas, pero también en una conciennalidad histórica, en razón narrativa cia permanente de la muerte. La y biográfica, dirá Marías, donde la pasión extrema por la vida comporsingularidad de sentido que da la ta una familiaridad constante con la historia conforma un panorama de muerte. En este sentido, Séneca, diferencias irreductibles, que, sin frente al Quijote, representa la verembargo, engloba el conjunto de la dadera figura del hombre español, vida colectiva. por su lúcida y estoica melancolía, y María Zambrano continúa la por su resignada aceptación de la indagación de Unamuno y Ortega. El realidad (p.296). diagnóstico es similar. Por una parte, la cultura española se caracteriza por Esta forma particular de pensar es su «profunda indocilidad a la cultura descrita por María Zambrano como tienen hoy el mismo valor que razón poética, y supone una ampliapudieron tener en su momento. Sin ción de la razón occidental. Se trata embargo, la historia no teje sus hilos de una racionalidad integradora que en vano. Lo que ha sido vivido por añade al intelectualismo europeo, un pueblo y ha pasado a su acervo los sentimientos, las pasiones, el histórico ha dejado sus huellas graamor, la poesía, la filosofía, la músibadas en su piel. Con sus contradicca o la religión. «Del conocimiento ciones y tragedias, con sus idealispoético español puede surgir la nuemos y creencias. No se vive en vano. va ciencia que corresponda a eso tan irrenunciable: la integridad del Por eso, si miramos a través de hombre» (p. 299). De ese modo, gralos ingenios tecnológicos que hoy cias a la razón poética, la fragmentadefinen nuestro paisaje, quizá sigada cultura europea recuperará su unimos encontrando la sombra de dad y su vitalidad. nuestra alma, el reflejo de nuestra historia. Y quizá entonces descubraTal como señala Beneyto, la mos que nuestra mirada no es sólo situación actual de España no es la moderna y europea, aséptica e insdescrita por estos autores. Ni siquietrumental, sino que sigue siendo ra la que Marías analizó hace ya un vital, trágica y poética. Y posiblecuarto de siglo. La modernización de mente entonces será cuando podaEspaña es un hecho. Las formas de mos recuperar el valor de las ensevida y de pensamiento guardan ñanzas de Unamuno o Zambrano mucha similitud con las de otros paípara la construcción europea. ses de Europa. Por eso, ni los análisis, ni los diagnósticos, ni las propuestas JESÚS DE GARAY