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Otras prótesis

Hipólito G. Navarro

Relato corto "Otra prótesis" de Hipólito G. Navarro

File: Otras prótesis.pdf

Referencia

Hipólito G. Navarro, “Otras prótesis,” accessed May 8, 2024, http://repositorio.fundacionunir.net/items/show/1350.

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Title

Otras prótesis

Subject

Relatos

Description

Relato corto "Otra prótesis" de Hipólito G. Navarro

Creator

Hipólito G. Navarro

Source

Nueva Revista 062 de Política, Cultura y Arte, ISSN: 1130-0426

Publisher

Difusiones y Promociones Editoriales, S.L.

Rights

Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, All rights reserved

Format

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Language

es

Type

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Otras prótesis HIPÓLITO G. NAVARRO comprobarlo sobre un mapa para EO EN EL AUTOBÚS. No me quever enseguida que lo mismo avanLda otro remedio. Pero no sólo zan que retroceden, picoteando por tener ahora esta criatura que aquí y allá las esquinas del montón llora de sol a sol desde que nació, de barrios que conforman esta no, es que me toca desde entonces periferia. Y cómo contrasta este pagar en largos viajes la idea feliz diseño de las líneas de superficie de cambiar una relajada existencia con la terca esquematización de en el centro por la modernidad de las que escarban por debajo, con esta urbanización, por no hablar una eficacia de ratones equipados de otros asuntos más peliagudos ya con tiralíneas. Qué odiosa rectide entrada. tud, me digo siempre ante las feroAsí es que yo ahora, lo que son ces bocas del metro. las cosas, leo en el autobús. Todos La urbanización. La urbanizalos días, de lunes a viernes. Podría ción es una urbanización más, nintal vez leer en el metro, o en los guna jauja. El trazado de las calles taxis, pero no, leo en el autobús, hasta podrían haberlo dispuesto exclusivamente y por obligación. los mismos que dibujaron las líLo del impermeable amarillo sí neas del metro; si no los mismos, sí es por gusto, nada ni nadie me al menos algún cerebro con idéntiobligan a llevar semejante facha. ca obsesión. Las calles y las casas Leo pues, vestido de amarillo, son todas iguales, de tal manera en el autobús y en ningún otro iguales que aquí se le pone la cosa sitio. En los autobuses. Varias lícuesta arriba —y parecerá un neas son las que me trabajo: CR6, ejemplo— al alcoholismo y otros 18, 7, 51, 32, en unas combinacioentretenimientos parecidos, pues nes que de haber empleado en la qué borracho o soñador iba a lotería otro gallo quizá me estuvieencontrar aquí una puerta distinta se cantando ahora. El recorrido de a las demás. Vetadas las salidas de todas y cada una de las líneas es la poesía o del alcohol, valga pues premeditadamente barroco, el de un sustituto más civilizado, o casi, la 51 casi rococó. No hay más que esta ocupación de leer durante centro. Y yo he pasado de una felihoras, vestido de amarillo, en las cidad casi quieta de lector compulidas y a las vueltas, siempre en sivo en el tiempo que me dejaba autobús. libre una jornada laboral de siete horas justo al lado de casa a este La urbanización le había gusdesquiciamiento de los transportes tado a Clara desde siempre, pero públicos, que me ha inflado la joracabó por convertirse en una verdanada con otras casi cuatro horas de dera obsesión cuando el embarazo, traqueteos cuando no de insoporcuando no supimos negarnos a la tables esperas. A todo se acostumevidencia de qué cosa tremenda bra uno. Hay que saber sacarle sería que nos saliese el hijo con ese punta a la adversidad. Ni tenemos antojo, igual los lunares verdes de la boyante economía de los que los pinos que las manchas rojizas de pueden permitirse el lujo de los las fachadas de los adosados. El taxis, ni los taxis llegan siquiera tan temor, supongo, de un embarazo a lejos tan temprano, algo así como destiempo, rebasados con creces los si a esas horas no estuviesen ni cuarenta, casi llegando al medio puestas todavía las calles. Hice la siglo. Meses y meses hipotecados prueba los primeros días, todavía más que con la casa con complicaluciendo Clara un bombo escandadas analíticas y ecografías, un fanloso, como de gemelos, y me asustó tasmal remolino de antojos (fresas de verdad el desangramiento de en noviembre, Clara), pero nunca, billetes, el cálculo a groso modo del o por lo menos muy improbables presupuesto que necesitaría para entonces, esos ojos tan depuradaun mes, no digamos para un año; ni mente azules como el agua de las quiero pensar en las cifras, antes piscinas, que todavía hoy no sabeme empantanaría otra vez con la mos o no quiero saber yo al menos calculadora en el entretenimiento de dónde han salido, no de los abuede saber cuántos cigarrillos llevo los ni de los bisabuelos desde luego. fumados hasta hoy: a 84 milímetros Trucos de la genética, cromosomas de largo cada uno, una cajetilla antiguos que ahora asoman, explidiaria treinta años, puestos en fila, can los especialistas. Pudiera ser. qué países atraviesa la nicotina de Clara se ocupa todo el tiempo este vicio, y otras operaciones de de nuestro Félix y cada día dibuja ese tenor; pero esos son argumenmenos, por más que desde la galería tos que no vienen al caso en esta le pinchen de continuo con pedihistoria, los residuos del pasado dos, como si le aterrara volver al cercano de mis alegrías nocturnas las paradas del 7 o el 18, dos autocon los libros y la imaginación, felibuses que se internan por los verices irresponsabilidades vistas desde cuetos del centro y dan su último aquí y ahora. resoplido neumático en la famosa Leo en el autobús, digo. Porque plaza de Lemures, que es final del además desde siempre fui un negalarguísimo trayecto, todavía a diez do para eso de conducir y ahora minutos andando de mi trabajo, al Clara no puede llevarme cada lado de aquella casa nuestra prepamañana y recogerme luego. Se lo pás. Para el regreso, bien entrada la he pedido algunos días, sobre todo tarde, la cosa se complica, pues si cuando llueve (las tormentas me bien el 18 o el 7 me dejan casi casi dan miedo, odio llegar al trabajo donde los cogí por la mañana, la como una sopa, pierdo todos los lanzadera del 32 ha terminado su paraguas, los míos y los ajenos), servicio (sólo de horas punta) y pero siempre está ahí Félix, su miratengo que escoger entre el 51 o el da azul, dulce como pocas en el CR6, que llegan por un mismo mundo, más aún para Clara, y es tan recorrido hasta el barrio del Aldeicomplicado... Aprovecha entonre, para un poco más lejos bifurcarces Clara esos momentos —no se lo se sus caminos, ninguno de los reprocho—, y procura convencercuales me conviene. En Aldeire me para que tome el metro, guerra tomo entonces el microbús M14, perdida de antemano, porque es el que me deja ya a las puertas de la metro un medio de transporte que urbanización, bueno, siempre un siempre he visto bien para los otros, poco a la derecha, enfrentado en absoluto para mí. Aborrezco el justo a la rampa para minusválidos. metro, aborrezco su profundo y En total, la ida y la vuelta, si los anónimo desparpajo, la calidad de transbordos no se tuercen, vienen espejo de sus ventanillas, y desde a zamparse cuatro horas, página que nació Félix aborrezco secretamás, página menos, pues ya no mente sobre todo su eficacia, su relleno esas horas de minutos y velocidad. No. Prefiero, y cómo, el segundos sino de redondas, bastarautobús. dillas y negritas, los dígitos o manecillas de la letra impresa. Leo en el autobús, en los autobuses, pues. Debo coger primero el Leo, por no decir vivo, en el 32, una tartana de esas que llaman autobús. lanzadera y pretende sus salidas Ayer, sin embargo, a la vuelta cada tres cuartos, para acercarme a del trabajo, el libro de relatos de C. con el que llevaba unos días me la Clara, pareces un canario, un plátajugó buena. Se me pasaron tres no, esas asociaciones facilonas. paradas. Luego tuve que volver Pero eso sí, este impermeable amaandando y llegué a las tantas, rillo chillón es en el fondo el impercabreado y echando pestes de los meable amarillo chillón que siemcuentos de C., por ser tan condepre quise tener, desde niño. Me nadamente buenos. Por eso mismo gusta sobre todo la especie de boina decidí dejar su libro en los estantes amarillo chillón que lo acompaña, para otra ocasión mejor, y dedicarsus trazas de gurumelo, su cosa cateme desde ahora a mirar por la venta, su desfachatez. Y me gustan tamtanilla del autobús las tantísimas bién su tacto oloroso de caucho, la vidas que pasan por las calles, que terquedad de las arrugas rectísimas son muchas. que se le forman, su largura de batón, sus profundos bolsillos cuaAdemás tengo por otro lado el drados. Hasta la etiqueta me gusta, problemita de los paraguas, la espara decirlo de una vez. No se me tupidez de esos murciélagos tan escapa sin embargo que provoco negros. Quiero decir tenía, porque más de una sonrisa así vestido, pero de entre tantos conflictos desde el qué puede importarme esa certiembarazo de Clara es éste de los dumbre si a la vez me estoy aseguparaguas el único que tengo medio rando de no perder j amás otro pararesuelto. guas. Eso todo lo compensa, hasta Yo ya he perdido demasiados la edad que tengo incluso. paraguas para la edad que tengo. Muchísimos. De algunos me consta No es el impermeable un disfraz, que me los robaron, pero esos no aunque pueda parecerlo. Más bien cuentan. Cuentan los otros, los que todo lo contrario: es en el interior he perdido en el autobús, en el teade esta prenda resbaladiza y amaritro, en los bares, en los taxis... Los lla donde mejor de últimas me recopierdo siempre, los míos y los ajenozco, donde más a placer me nos. Y para la edad que tengo ya está encuentro (¡y lo bien que caben los bien de perder paraguas. Quizá por libros en sus bolsillos!). Tiene únieso ahora ya no gaste paraguas y camente ventajas: sin dejar de ser vaya con este impermeable amariyo mismo, podría, de quererlo, ser llo chillón a todas partes, aunque muy otro. Eso al menos insinúan no pueda decirse que sea éste un más de una vez los antiguos compaimpermeable que le vaya bien a la ñeros de Clara, la nómina al comedad que tengo, o al menos eso dice pleto de la galería, con Leonardo al frente, coleta, tres pendientes en de raro augurio, guiños que no sé cada oreja, tan moderno en su silla descifrar. Demasiadas carambolas de ruedas automática. ahora que ya ni leo ni me divierto ni cojo el metro. Veces hay que me No le apetece dibujar, Félix se quedo absorto contemplando los lleva todo el tiempo —les explibuzones de correos en las esquinas, co—; tampoco salir de casa, le como si fuesen un yo mío quieto, gusta tanto esa casa. ausente, paralítico. Qué distinto Yo sólo traslado sus mensajes, aquel tiempo de Clara premamá, sus disculpas. con aquel bombo escandaloso, En fin, conjeturas aparte, la como de gemelos. (Si en algún verdad es que desde hace meses momento fueron dos, si en alguna vengo siendo muy otro tanto con fase del desarrollo pretendieron las impermeable como sin él, aunque divisiones celulares ofrecer dos queda más o menos claro que preindividuos, ya Félix mucho antes fiero con mucho este empaquetade ser Félix se encargó de borrar miento. Ahora bien, me digo a ese dibujo. Félix con sus ojos azules veces: tantísimo amarillo debe ser intensos). la manifestación exterior de otra cosa, pero no se me alcanza aún Pero son muchas las tantísimas muy bien qué clase de cosa. vidas que pasan por las calles, sin Guardo en mis grandísimos un libro que amortigüe el traquebolsillos el penúltimo talón que teo de estas líneas tan barrocas de aportan los dibujos de Clara. Leola superficie. La vuelta siempre se nardo me despide con una sonrisa complica —en el bolsillo no C. amarilla, quizá suya, tal vez reflejo con sus cuentos, sino el talón de de mi indumentaria. los penúltimos dibujos de Clara firmado por Leonardo—, pues si Me pongo siempre la gorra bien el 18 o el 7 me dejan, como de amarilla, llueva o no llueva. Y los costumbre, casi casi donde los cogí días que llueve me cruzo a veces, por la mañana, ya la lanzadera del tan temprano, con algún que otro 32 terminó con su faena (sólo de conductor de autobús a su faena, horas punta) y por los pelos subo y me alegra ver su impermeable al 51 y luego en Aldeire al microazul idéntico al mío, también con bús M14, antes de abrazar a Fésu gorrilla, cuando nos regalamos lix, todavía empaquetado yo a una sonrisa de complicidad casi conciencia de amarillo. Sé que cofrade, gremial, en unos encuenpuedo lastimarlo con este olor a tros que deben también tener algo caucho, asustarlo con la desfachaplo desde la terraza las puertas de la tez de gurumelo de la boina (payaurbanización, un poco más a la so, dice Clara muy bajito), pero de izquierda —vista desde aquí— la qué manera asombrosa juegan rampa para minusválidos, y sin aquí su papel ciertas leyes del color querer comienzo a echar otra vez y de la óptica, cómo la mirada de las cuentas: 84 milímetros cada Félix, de tan azul, refleja el amariuno, una cajetilla diaria treinta llo de mi prenda y me da a mí, que años, puestos en fila, qué locura o quiero ser su padre, la mezcla de irresponsabilidad atraviesa la unos ojos tan verdes como los nicotina de este vicio; operaciones míos, tan verdes como los míos, de ese tenor hasta la última calada, tan verdes como los míos. cuando regreso adentro y la brasa del cigarro ilumina muy breveDe madrugada, a veces, me lemente la habitación y puedo ver vanto, porque tendido junto a juntos, hermanados en la misma Clara, viendo su rostro en la penumpercha, la boina, el impermeable y bra, no puedo pensar en nada, apelas pequeñas prótesis de Félix, desnas en los autobuses igual de quietos cansando de nosotros por unas y callados en sus cocheras. cuantas horas. También me levanto hoy. La urbanización es silenciosa, Enciendo entonces hoy la luz, aunque menos que mi insomnio. tomo el libro de cuentos de C. de los A ellos no los molesto. Desnuestantes, y vuelvo sin darme cuenta do, prendo un cigarrillo, contema leer, ya no en el autobús. •©•